Con los crespos hechos
Opinión

Con los crespos hechos

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marzo 13, 2014
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Así quedaron muchos y muchas tras las elecciones del domingo: con los crespos hechos. Y, por ahí derecho, con un dolor de cabeza… Los rulos, el secador, la laca, los jalones… Los resultados.

El Congreso de Colombia cambió de look y si bien no fue un cambio extremo —tampoco Radical—, algo mejoró. Porque aunque no logró la esquiva renovación que soñábamos, al menos sí acusó el golpe de los escépticos que, al final, decidimos dar la pelea con nuestros votos de opinión, y se recompuso. Su aspecto físico ya no es el mismo. Conserva algunos rasgos muy parecidos (compradores de curules, herederos de dudosa procedencia, gamonales de toda la vida, lagartos que mudan de piel, etcétera), pero refuerza y adquiere algunos otros (personas honestas, trabajadoras, preparadas, comprometidas), que son los que van a tener que dejar toda la carne en el asador a partir del próximo 20 de julio.

A ellos, los que recibieron el mandato de jalonar reformas urgentes como las de la salud, la educación, la política, la justicia; de luchar contra la corrupción y de hacer leyes para la paz, corresponderá sacar la cara por la desprestigiada Rama Legislativa. Y, también hay que decirlo, por quienes queremos y creemos que todavía hay posibilidades de arreglar las grietas que tienen en alerta naranja al Capitolio Nacional. A ellos les solicitamos no dar argumentos al pepe grillo que tantos llevamos en la oreja, invitándonos a no botar el voto, votando por senadores y representantes. (Lo digo por mí que muchas veces, y con mucho gusto, he tachado la casilla blanca de la inconformidad). Tengan presente, señores, antes de la sesión de cada día, que no fue fácil acallar al eterno saltamontes que, al menor descuido, volverá a atacar con el zumbido recargado. Pasada la celebración, a marchar se dijo.

Qué compleja e imperfecta es la democracia. Pero es la democracia.

Pues sí, se quedaron con los crespos hechos los partidos que postularon candidatos al Parlamento Andino, con la derrota sufrida frente al voto en blanco; las firmas encuestadoras que patinaron sobre las intenciones de voto, inoculando el desconcierto en el electorado; los directores de medios, programas radiales y noticieros de televisión que se convirtieron en jefes de campaña de las listas del candidato presidente y no pudieron cantar la goleada que esperaban; los columnistas de opinión que vaticinaban la debacle para Álvaro Uribe y el Centro Democrático y ahí los tienen en el pelotón puntero, a él como flamante senador electo y a su grupo, estrenando elecciones, con 19 curules en el Senado; se quedó con los crespos hechos la izquierda, con excepciones como la de Robledo y Cepeda, que se ha desgastado en peleas internas, y entre los modelos Venezuela y Chile-Uruguay no ha sabido tomar partido; se quedaron con los crespos hechos los cristianos, no importa cuánto promocionen el seguir vigentes, sus seguidores les cobraron los escándalos que rodean a la pastora Piraquive, familiares e inmediatos colaboradores.

También se quedaron con los crespos hechos los asesores de comunicación del Centro Democrático, pues al subrayar que no eran La U, ayudaron al posicionamiento de La U; los asesores de comunicación de La U (¿el hombre de negro que despacha en Miami?) que con la avivatada de usar el recurso de Uribe, terminaron ayudándole a Uribe; los afrocolombianos a cuya circunscripción electoral se les colaron dos micos arribistas que no los representan: una conocida tránsfuga de Cartagena y un cuestionado abogado vallecaucano; los aspirantes que están peleándose por el “pegao” de las urnas, para no quedar por fuera del banquete; los actores, cantantes, cuentachistes y demás que confundieron el famoseo con la popularidad; Pacho Santos, del que nada se habla por estos días, quien con todo y su autocalificado gran carisma deberá, ahora sí, hacerle coro a Óscar Iván; Simoncito que a los cuatro vientos aseguró que el triunfo liberal sería aplastante; el conservatismo que apoya a Martha Lucía Ramírez porque la vertiente ganadora, contra todos los pronósticos, es la que baila con Juan Manuel Santos; los candidatos presidenciales, nerviosos, frente a los 2 millones de seguidores que pusieron a pedalear a Peñalosa; y, por último, mas no por ello lo menos importante, nos quedamos con los crespos hechos usted y yo, los vecinos y los demás que confiábamos en que las elecciones iban a ser transparentes. (La desaparición del Centro Democrático y el Polo en la recta final de los conteos en cerca de ocho mil mesas, es asunto delicado).

COPETE DE CREMA: En fin, que más importante que medir y nombrar uno por uno a los integrantes de la lista larga de quienes se quedaron con los rizos engominados, va a ser medir las consecuencias de las decisiones que tomamos el 9 de marzo, sobre todo porque hay hechos incuestionables que no pudimos derrotar: la abstención (55 por ciento), la maquinaria, la crisis de representación, la falta de garantías, las malas mañas. Concentrémonos, entonces, en lo que debemos y podemos exigir: un Congreso deliberante que, más allá de los intereses personales o partidistas, legisle pensando en el país y honre lo que nos queda de democracia.

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