¿Cómo acabar con los Garavitos colombianos?

¿Cómo acabar con los Garavitos colombianos?

A punta de amor, educación y oportunidades, los violadores y asesinos de niños se acabarían. Reflexión de una ciudadana preocupada

Por: Jenny S. Taborda
noviembre 08, 2018
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¿Cómo acabar con los Garavitos colombianos?

Dadas las últimas, y no muy buenas, noticias sobre su "inminente" libertad, los investigadores buscan con apuro nuevos delitos para truncar tal derecho.

Académicos, conocedores del derecho penal colombiano, internautas y ciudadanos opinan y debaten respecto a qué es lo mejor que se puede hacer con el mayor depredador sexual y asesino serial de niños en América latina.

El foco de la prensa está dirigido a las propuestas de cadena perpetua que propone la autoridad máxima del Ejecutivo, y en aquellos detractores que la cuestionan, argumentando derechos fundamentales y tratados internacionales suscritos por Colombia.

Sin embargo, ¿qué hacer con la Bestia? El derecho constitucional, garante de derechos fundamentales, choca con el clamor de justicia de un país moralmente confundido.

Es irónico perseguir a la Bestia y darle todo el protagonismo que un sociópata de su nivel clama, y olvidar que en tu casa, que es la mía, es decir Colombia, diariamente hay bestias al acecho.

Toleramos el machismo, la misoginia, la discriminación de género e incluso, hay que decirlo, el feminismo. Y censuramos la opinión de las víctimas al no ser legalmente capaces.

¿Qué opinan los niños del sistema penal?, ¿qué opinan los adolescentes que aceptan ofertas económicas por su cuerpo?, ¿qué opinarán las altas dignidades que ofrecen ayudas a señoritas y señoritos vilipendiados por la pobreza?

Cartagena, Medellín, Cali, Manizales, entre otras ciudades hermosas, son visitadas diariamente por depredadores sexuales de diferentes nacionalidades en busca de satisfacción sexual, de fetiches que ignominian la naturaleza humana.

Y como la oportunidad hace al ladrón, según nuestra divina idiosincrasia latina, vemos en nuestros hijos, que son los tuyos y míos, la oportunidad de negociar con ellos.

Prostitución infantil, pornografía de menores, webcam que involucra menores y otras formas de proxenetismo se sumergen en nuestro código genético y confunden aún más nuestras "buenas costumbres".

Géneros musicales invitan a tener una sexualidad precoz e irresponsable, propuestas indecentes son dirigidas a damas y caballeros cuyo acceso a la educación es restringido. De hecho, prácticas socialmente aceptadas como, por ejemplo, aceptar la invitación del político a tomar "fresco" porque hay que tener buenas relaciones, entre otras, hacen que la "bestia" se multiplique.

El país se enfrasca en un salvaje que ya cumplió su condena, omitiendo que como sociedad, tú y yo, fallamos cada que con nuestro ejemplo cosificamos a los niños, jóvenes, mujeres y hombres; cuando los vemos como un pedazo de carne a la venta para comer y despedazar, y dada la digestión entonces defecar eso que ya tragamos.

La dudosa reputación del colombiano promedio no solo da asco, sino que preocupa. Hace 19 años se llamó Luis Alfredo Garavito, pero hoy la plaga se disipó como el ébola y tiene tantos nombres como ciudadanos en el mundo.

Entonces, ¿qué hacer con la Bestia?

Es un buen comienzo cuidar al niño y educarlo; guiar al adolescente; denunciar el corrupto Estado que le resta educación y oportunidad y lo induce a venderse; buscar garantías de verdad, justicia y reparación; generar oportunidades al joven adulto y eliminar paradigmas misóginos.

Es posible que una sociedad con amor, sueños e instrumentos no geste más bestias. Para cerrar, la culpa no solo es del ejecutivo, legislativo y judicial, también es tuya y mía porque en esta casa vivimos todos, y en lugar de cuidarnos, respetarnos y amarnos, buscamos a qué "ismo" pertenecer y cómo le ponemos la trampa al otro.

La bestia se destruye con educación, con nuevos paradigmas, con oportunidades y sobre todo, con unión.

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