Colombia, país de enemigos políticos, mas no adversarios

Colombia, país de enemigos políticos, mas no adversarios

"Acá la política se basa fundamentalmente en la enemistad: son los odios, la inoculación de miedos y los rencores mutuos la base de la discusión"

Por: German Peña Cordoba
marzo 26, 2021
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Colombia, país de enemigos políticos, mas no adversarios
Foto: Twitter @Registraduria

Los opositores no se consideran adversarios con quienes hay que debatir, discutir y llegar a acuerdos, sino "enemigos" a quienes hay que destruir. Es el manejo de la doctrina del enemigo interno. La posibilidad de lograr un objetivo común, acompañado de un proyecto concertado de país, que beneficie al pueblo, es casi nulo e imposible de ejecutar, entre adversarios políticos.

La justa aspiración de superar la inequidad y la desigualdad vive ausente y no figura en los perversos planes que propugnan por dividir la sociedad. Estos factores mencionados son el pan de cada día en nuestro país. Casi siempre lo que predomina son las peleas y no las ideas, las emociones y no las razones. El tinglado, el pugilato y el circo son aupados por unos medios de comunicación, casi siempre abyectos al gobierno de turno y a unos intereses fácilmente identificables.

Cosa seria el papel de los medios

Entre los medios de comunicación habrá excepciones, una de ellas es Noticias Uno, que sobrevive admirablemente en un ambiente hostil. Muchos tratan de destruirlo básicamente por su decisión infranqueable de ser un medio independiente, ya que los otros son escribanos que bailan al son que le toquen, sin ninguna objetividad ni seriedad. Un ejemplo claro de lo anterior fue la metamorfosis sufrida por Semana: pasó de ser una revista seria de investigación periodística y excelentes columnistas a un estandarte amanuense de una anacrónica y obsoleta causa política "uribista".

Causa política que con el recurso del miedo trata por todos los medios de sobrevivir antes de la hecatombe y mantenernos siempre entre el ostracismo y la caverna. En el interregno de ese colapso y en los estertores de la muerte política, hay que cuidarse del coletazo. La otrora excelente Semana representa el periodismo en manos del empresariado, en este caso el Grupo Gilinski. Cuando los grupos económicos o "cacaos" se hacen a los medios, bajo la premisa de que quien tiene la información tiene el poder, se pierde la total independencia y objetividad. ¿Se imaginan ustedes el periódico El Tiempo de Luis Carlos Sarmiento informando objetivamente sobre el escándalo de Odebrecht?

¿Polarizar es el negocio, socio?

Lo que llaman "polarización" en su esencia no es malo, puesto que esto implica una discusión entre polos opuestos, que a través del debate y la discusión pueden acercarse y concluir unos buenos acuerdos fundamentales, entre improbables, donde no se encuentre implicada la unanimidad y se beneficien las partes. Existe un partido llamado Polo Democrático, otro partido cualquiera con su ideología puede ser otro polo. Son dos polos, son unas ideas que se enfrentan a otras ideas, iguales y contrarias, que al confrontarse se sacan chispas y se polarizan.

En este orden, existe polarización buena y polarización mala. El problema radica en incentivar o polarizar la opinión pública de forma deliberada para dividir la sociedad entre buenos y malos, como lo hacen los sesgados medios, dándole preeminencia a la palabra "disidencias" y evitando pronunciar el nombre de Juan Manuel Santos, que va inevitablemente asociado a la palabra paz. Lo anterior es toda una proterva estrategia de hundir los acuerdos de paz, logrados después de 5 arduos años de trabajo conjunto.

Esa es la polarización inicua, que hace daño y cuyo objetivo primordial no es lograr un propósito común, sino la manipulación de masas con fines electorales. El ejemplo de esto fue el plebiscito del 2 de octubre de 2016. También las encuestas que fraudulentamente direccionan el voto y los noticieros que les manejan las emociones a la gente.

Eran borrados del mapa

Indudablemente en algo se ha avanzado: ya casi no impera la eliminación física del "enemigo político", como existió en la segunda mitad de la década de los ochenta, bajo el gobierno de Virgilio Barco y parte del gobierno de César Gaviria. En esta época se asesinaron a 4 candidatos presidenciales que representaban corrientes distintas al bipartidismo Liberal y Conservador, que hasta ese momento eran dueños absolutos de la voluntad electoral de los Colombianos, que siempre han sido proclives a ser fácilmente manipulados.

Los candidatos presidenciales Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Luis Carlos Galán y Carlos Pizarro León Gómez fueron borrados en unos magnicidios cuya característica común aún prevalece: la impunidad. El cambio se da en el momento que se pasó de la eliminación física del "enemigo" político al sicariato judicial, donde se saca del juego al mal querido y le decretan la muerte política, vía organismos de control, por parte de quienes han tenido la suerte de lograr cooptarlos.

¿Y de proyectos qué?

La política en nuestro país no se basa en la ejecución de serios programas, sino en la ejecución de calendarios electorales próximos. Un calendario electoral tras otro se hace y no deja espacio para consolidar proyectos, ni ejecutar integralmente serios programas. No se ha posesionado el ganador de la elección presente y ya los electoreros están pensando en la próxima elección, donde no construirán sobre lo construido, sino que la consigna es destruir lo realizado por su antecesor para regresar a cero. Así seguimos por lo mismo.

Las delicias del nepotismo

La campaña electoral y las pugnas comienzan antes de la posesión del ganador de las elecciones. Nadie vota pensando en un programa presentado por partidos fuertes que son la base de la semocracia. Se vota por unas famiempresas electorales, que premian con sucesiones políticas a hijos, hermanos, nueras, yernos suegras, tíos, tías y cuñados. La votación se hereda como se hereda un bien inmueble, y con el servicio diplomático se premian favores.

Los herederos de los votos se creen una deidad, una divinidad, como eran los reyes, predestinados por un origen divino y de ser depositarios de un poder celestial y perenne, que les concede la gracia divina de ser el hijo de o el yerno de o cuñado de. Es tal el convencimiento de lo anterior que cuando les preguntan sobre su futuro político contestan de manera estratégica: "yo en este momento no he pensado en presentarme a la elección de presidente".

Piensan que eso es un derecho adquirido y que ellos, solamente ellos, tienen la capacidad y el derecho de gobernar. Cuando la cosa se les pone difícil y existe inminente riesgo de perder el poder, apelan al miedo, al fraude y a Venezuela. Generan las condiciones para que los inmigrantes nos muestren la pobreza que aquí existe triple y con eso asustar. Cuando emerge una opción alternativa, diferente y consideran en peligro sus privilegios, apelen al miedo como arma de dominación política.

El fraude está históricamente a la vuelta de la esquina, por lo que el candidato alternativo que surja de un gran pacto histórico debe encaminar sus esfuerzos a evitarlo. Se deben combatir las tramposas encuestas, propender por la democratización de los sesgados medios de comunicación, y auditar el software de la Registraduría. De lo contrario, el candidato podrá tener las infinitas mayorías, pero el sistema que impera tuerce a su antojo la voluntad popular a como dé lugar.

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