Opinión

Colombia entre la micro, la meso y la geopolítica

Enfrentamos la puja electoral, el ruido político, tensiones geopolíticas amenazan la soberanía. Urge una ciudadanía capaz de mirar críticamente las escalas del poder

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diciembre 12, 2025
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Se va cerrando el 2025; un año agitado y turbulento; estamos en medio de una elección de lo que será el nuevo gobierno nacional y los vicios electorales se radicalizan y se actualizan en estas circunstancias, prima cierto gatopardismo y pareciera que todo cambia, para que todo siga igual, respecto a las dinámicas políticas electorales.

Tres años y medio después de posesionado un gobierno progresista, digámoslo claramente no se ven de forma extendida los cambios prometidos; pero si están más claros los obstáculos y las transformaciones de prácticas y mentalidades que se necesitan, para que se sientan verdaderas transformaciones; es decir, hay un avance en que reconocemos los grandes obstáculos para que podamos mejorar nuestra vida colectiva.

Sin duda, también hay algunos avances en poner en marcha políticas y reformas sociales, pero son muy pequeños y dispersos sus alcances, para una sociedad agotada en la violencia, la privatización de lo público, la cooptación corrupta del estado y la fractura organizacional e institucional. El asunto es que el principal avance se sitúa en la necesidad justificada de potenciar un verdadero proceso democrático y específicamente una nueva cultura política democrática, para salir del atolladero neoliberal y mafioso en el cual entramos desde hace décadas.

En ese contexto de tensiones, se dan desde temprano las aperturas de la gesta electoral al congreso y después al ejecutivo nacional, y se sienten tres grandes fuerzas centrifugas que operan en la gestación de la política que deberá madurar en el 2026:

En micropolítica, es decir, en los contextos regionales y locales se observa mucha dinámica electorera, gobernada por la lógica de las candidaturas impostadas: no falta el que sale a decir que es el más más de las primeras líneas de uno u otor lado, quien levanta la narrativa falsa de haber nacido en los barrios y veredas más humildes; quien es el mejor amigo de una religiosa o un líder fallecido muy popular entre las gentes; el que dice que viene de abajo y que nada le detendrá hasta ser electo. Por otros lados, no faltan los que recuerdan que tuvieron buenas notas y que afirman ser estudiosos, los que dicen que los reconocen y los esperan en los parnasos internacionales, los que anuncian ser de mejor cuna y hasta los que piden que los elijan, porque tienen la experiencia en haber estado pegados de la teta del estado por años y saber cómo se formó la crisis; insistiendo en que solo ellos pueden arreglar lo que ya han dañado varias veces. Tremendo panorama ese, lleno de falacias y postureos. 

En meso política, es decir, en el plano nacional, donde esperaríamos salir del coro autorreferencial que busca representación con contenidos vacíos, estamos llenos de memoriales de agravios cruzados entre los y las candidatas presidenciales, los partidos y coaliciones, pareciera que en política partidaria pasamos por los días del gamín – y que perdonen los gamines de Colombia -, pero es que tanta maledicencia no deja para escuchar propuestas, proyectos, programas de país, si es que existen; necesitamos un poco de silencio y de orden en la conversación (debate si se quiere) para que podamos discernir caminos; aunque parece que a algunos sectores les sirve más el alboroto y el bullicio para enredar y sacar el bulto de sus propias responsabilidades.

En geopolítica hay temporada de piratas en el Caribe sobre costas venezolanas y tal vez, colombianas

Y finalmente, estamos con un aviso de incendio en la región suramericana y propiamente en nuestras fronteras, pues en geopolítica hay temporada de piratas en el Caribe sobre costas Venezolanas y tal vez, Colombianas. La dinámica de la producción y comercialización internacional de narcóticos, se mezcla con el interés en el petróleo, los minerales en general y especialmente con las aguas de Suramérica, asuntos que hacen que el actual gobierno norteamericano se involucre en agitar las aguas de nuestras políticas internas; a eso se le llama intervencionismo unilateral y deberíamos pararle un poco más de bolas, pues la intervención viene por algo y atenta contra nuestras soberanías.

La banalidad y la teatralidad electoral caminan en lo micro y en lo meso, y lo monstruoso camina en lo macro. Ambos escenarios deben atenderse y mejorar sus condiciones de abordaje, pero toca poner especial atención a la geopolítica que nos viene caminando. Dicho en otras palabras: es momento de no descuidar los árboles, pero ocuparnos de ver el bosque.

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