El cine, arte en todo su esplendor

El cine, arte en todo su esplendor

'Abandona por unos minutos el mundo terrenal y permite que el séptimo arte te transporte'

Por: Juan Camilo Agudelo
diciembre 18, 2015
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El cine, arte en todo su esplendor

El amor por el cine puede resultar obsesivo, compulsivo, incondicional, intenso, inagotable; calificativos que a simple vista se asumirían como una exageración o la exaltación de un gusto personal, y es que cualquier artículo, reseña o post puede quedarse corto para describir sus efectos. Nos encontramos literalmente en una habitación sin salida y no precisamente de aquellas en las que permaneces atrapado con una camisa de fuerza; por el contrario, deseas que tu permanencia allí sea eterna, que la llave desaparezca y nunca se abra la puerta. Y es que más que una habitación es otra dimensión, un espacio onírico, en el que se reúnen cualquier cantidad de apreciaciones sobre la sociedad, el ser humano, la cultura, la religión, la ética, la sexualidad, etc.

Y es que el cine no solo tiene que ver con el ritual de hacer fila cada tantos días para asistir a algún estreno; crispetas, gaseosa, asientos cómodos, pantalla gigante, sonido envolvente y porqué no, una buena compañía; placeres de los cuales puede disfrutar cualquier mortal al momento de visitar una sala de cine. Pero son placeres que podemos dejar a un lado para hacer frente al deleite que puede producir el hecho de disfrutar una película en casa; ya sea solo o acompañado, aunque para el caso que nos compete resultaría más conveniente hacerlo en solitario, ¿por qué?, es simple, podemos hacer una analogía con la literatura. Un libro es un artículo de uso personal, más no exclusivo, no implica que vayas a ser la única persona en leerlo pues luego te encontrarás con cientos de críticas, reseñas y recomendaciones en internet, o que por el hecho de leer un determinado libro vayas a convertirte en todo un sabio; en fin, la acción de leer la realizas en solitario, ensimismado, son tú y ese preciado libro 'cara a cara', haciendo a un lado cuestiones académicas y abriendo paso a la satisfacción que brinda un material con valioso contenido. Y así sucede con el cine, es una conversación que estableces con la pantalla, sea la de un computador personal o un TV, el tamaño y modelo es irrelevante; pues es un diálogo íntimo, un aprendizaje, un momento de reflexión.

Para nadie es un secreto que el entretenimiento es garantizado en las películas en las que abundan puños, explosiones y disparos, aquellas que transmiten recurrentemente en las cadenas nacionales y nos han acompañado por generaciones: Rambo, Rocky, Terminator, Depredador, Karate Kid, Retroceder Nunca Rendirse Jamás, Comando, por mencionar algunas. El protagonista extermina a legiones completas, bandas criminales, villanos de cuello blanco, terroristas, narcotraficantes, extraterrestres; no sin antes recibir unas cuantas heridas —a menos que se trate de Steven Seagal, él nunca recibe una laceración de ningún tipo—; entretenimiento puro sin ahondar en un guión bien esquematizado. Pero el amor por el cine comienza cuando decides explorar piezas desprovistas de un argumento plano, aquellas que aunque necesiten cumplir con un mínimo de taquilla, no consideran dicho asunto como preponderante; pues existen películas que ni siquiera necesitan contener acción, suspenso o comedia para ser valiosas; aquellas películas que se quedan en la memoria, prescindiendo del reconocimiento como requisito. El cine trasciende y adopta la postura de arte; arte que no se limita a lo narrativo y/o lo visual; se convierte en reflejo del alma, representación de una sociedad, apología de lo desconocido, solución a un eslabón perdido, homenaje al arte, todos los temas que te puedas imaginar.

Para disfrutar —aunque lo correcto sería saborear— basta con concentrarse en cuestiones específicas como el guión; tanto la trama como los diálogos, podrá sorprenderte que pueda presentarse más entretenimiento en una escena que reúne a dos personas sosteniendo una extensa conversación que en aquella escena en que te encuentras con un despliegue de explosiones; o simplemente en el desarrollo de la historia y la manera en cómo esta es contada, de seguro podrás exprimir enseñanzas, frases inspiradoras y reflexiones. Ahora dejemos de lado los efectos especiales y concentrémonos en la dirección de arte; resulta absurdamente increíble la manera en que adecúan los escenarios a épocas de grandes imperios, bosques con seres míticos y batallas apocalípticas; cuidando cada detalle y elemento, tal y como si una máquina del tiempo hiciera la tarea de transportarte a ese lugar y momento específico de la historia. Pero no se precipiten, dicho punto no se limita a la recreación del pasado, una buen dirección de arte también se visibiliza de manera magistral cuando la recreación nos ubica en escenarios plagados de fantasía, ficción, futurismo, tecnología, que bien podrían pertenecer a un sueño.

Son muchos los puntos en que se podría profundizar, pasando por la fotografía y esas postales que se imprimen en la consciencia debido a su majestuosidad. Las interpretaciones y aquellos papeles memorables que acumulan decenas de premios gracias al realismo y credibilidad de la intervención. La caracterización de personajes y el esfuerzo que implica agrupar un buen vestuario acorde al momento, época y temática, y un maquillaje admirablemente real. La dirección y ese toque que imprime un realizador en sus cintas gracias a esa capacidad de guiar a sus actores y  equipo de producción para conseguir escenas que abandonen lo predecible. La banda sonora y el efecto que produce una buena composición; músicos, sonidistas e incluso los mismos directores, crean o adaptan temas musicales para sus películas. Es importante que dispongas de la crítica especializada como consejera pero no permitas que te condicione, ya sabemos que las apreciaciones son subjetivas y habrán quienes simplemente deseen crear polémica, pasar por cinéfilos o fingir una posición que no les corresponde.

Así que abre bien los ojos, los sentidos, detente a analizar cada elemento, identifica e identifícate si puedes con los conflictos de los personajes, disfruta de la banda sonora y la manera como se alinea con los sucesos relevantes de la película, almacena en tu mente las postales que revela la cinta a lo largo de su metraje, abandona por unos minutos el mundo terrenal y permite que el cine te transporte, abrocha bien tu cinturón, te aseguro que nunca más querrás regresar.

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