Sr. Gustavo Petro.
Ocupante temporal de la Casa de Nariño por un periodo de un poco más de 3 años a esta fecha.
Trabajador (muy bien pagado) contratado por los que votaron y no votamos por Usted.
Funcionario, por tanto, al servicio de los ciudadanos colombianos.
Bogotá.
Estimado (lo uso porque se estila hacerlo, aunque no lo estime) señor:
Le escribo estas líneas, que de antemano sé que no va a leer, y que, para sus opositores serán de mucho agrado y para sus conmilitones y fanáticos gran motivo de escozor para comentarle lo siguiente:
Hace un poco más de un año usted asentó sus posaderas, espada de Bolívar en mano, en la silla destinada al servidor público que en una verdadera democracia está al servicio de los habitantes de Colombia; es decir, en pocas palabras para que su mentalidad profesional de promedio de 3,5 entienda, usted fue contratado para administrar con eficacia y eficiencia los recursos de la nación generando una mejora en la calidad de vida de sus habitantes y, para esto, además, debía nombrar a un equipo de trabajo, también asalariados nuestros, que estuviera lo suficientemente preparado para lograr el bienestar ya mencionado para cada hombre, mujer e infante que hace vida en este territorio.
El problema, Sr. Petro, aparte del servilismo que mentalmente nos mueve en toda Latinoamérica al creer que ustedes son una especie de reyes, es que, en su caso, se le olvidó que ya se cerró la campaña electoral… Si, aunque su mentalidad politiquera se niegue a aceptarlo, ya no es el momento de seguir desvariando en una tarima, de continuar inventando ficciones, tampoco de proseguir alentando el odio de clases y la polarización, y, es muy importante que entienda que debe comenzar a justificar el opíparo salario que se gana y sus opulentos privilegios que, a mi parecer, no se merece.
Otra cosita importante, Sr. Petro, es que eso de andar ofendiendo a sus empleadores aparte de poco ético es bastante molesto; ¿sabía usted, Dr. Horroris, perdón, Honoris Causa, que hasta su enemigo jurado Álvaro Uribe Vélez es su jefe?, ¿qué esos “riquitos” que “viajan en avión” son sus empleadores?, ¿qué los impuestos que pagamos son para que Usted pueda ver Netflix y hacer turismo político?, ¿no lo sabía? O simplemente como todos los burócratas que vegetan en muchos puestos públicos Usted se olvida que no es un monarca sino un empleado de los ciudadanos que, para mal o para bien, deben aguantárselo por los restantes tres años en que, por decisión de unos 11 millones de “accionistas”, quedo contratado.
Ya dejé de intentar destrozar el sistema de salud que funciona bastante bien y que, como todo, es susceptible de mejorar sin necesidad de destrozarlo para implementar modelos arcaicos y deficientes; déjese de proponer populismo laboral con su reforma y más bien ocúpese y oriente a su ministra para que pongan en marcha mecanismos que si permitan aplicar la legislación vigente que, también, es bastante avanzada con respecto a la de otras naciones latinoamericanas.
Recuerde que eso de parlotear todo el día, de twittear, a cada instante o de andar gastando combustibles fósiles paseando por el orbe mientras el país anda manga por hombro no es lo que un empleado serio de una gran empresa como Colombia necesita; es más, por menos que eso a Usted en cualquier empresa, medianamente seria, lo echan del empleo. En lugar de rodearse y nombrar mediocres en cargos tan importantes como ministerios y otros entes públicos intente ubicar en esos puestos a profesionales serios, responsables, preparados y éticos; no nombre filósofos para administrar ministerios estratégicos, comunistas resentidos para promover reformas empobrecedoras, personas involucradas en pérdida de dinero para manejar presupuestos mil millonarios, ni tampoco dilapide recursos en nuevos ministerios que, en algunos casos son inoperantes y en otros son cubiles para promover estúpidas y peligrosas ideologías que tan solo sirven para que su vice pasee por África y viaje constantemente en “elicotero”.
Y, en medio de esta rebatiña electoral, póngase a trabajar en lugar de andar por ahí promoviendo a sus candidatos que, desafortunadamente, llevan en su ADN la misma impronta de mediocridad, decadencia, populismo, demagogia y clientelismo que al parecer es lo que lo mueve a usted por encima de aquella mentirosa hoja de vida que publicó cuando estaba recorriendo Colombia para solicitar este empleo, para el que, desafortunadamente, ha demostrado no estar medianamente preparado.
Esperando la demanda, los insultos y cualquier acusación por ofender a “su excelencia”, se despide de usted sin mucha cordialidad:
Juan Carlos Camacho Castellanos
