Cali, se acerca el momento de elegir

Cali, se acerca el momento de elegir

La escogencia del próximo alcalde exige un análisis de los programas de gobierno y un examen riguroso del pasado de los candidatos, su experiencia, conocimiento y legado

Por: Por Pedro Luis Barco Díaz.
julio 31, 2019
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Cali, se acerca el momento de elegir
Foto: Twitter @alejoeder - @robertoortizu - @JorgeIvanOspina

En Santiago de Cali, aunque hay casi una decena de precandidatos a la alcaldía, solo tres han logrado sacar el cuello por encima de sus contrincantes: Jorge Iván Ospina, Roberto Ortiz y Alejandro Eder, entre quienes —con toda seguridad— se dirimirá la alcaldía.

Jorge Iván Ospina los aventaja a todos en experiencia exitosa, aplicada específicamente a la alcaldía de nuestra ciudad. Su paso como burgomaestre, después de haber sido gestor de paz del departamento, secretario de Gobierno, secretario de Salud y director del Hospital Universitario, lo acredita. Además, es recordado por los ciudadanos como la gestión más transformadora, desde los Juegos Panamericanos de 1971, cuando era alcalde el doctor Carlos Holguín Sardi.

Eder, por su parte, ha sido un alto y reconocido funcionario, primero como asesor de la Política Nacional de Reintegración, y asesor político y gerente de la Unidad de Cooperación y Relaciones Internacionales de la Alta Consejería para la Paz y la Reintegración, durante el gobierno de Uribe; así como Alto Consejero Presidencial para la Reintegración, y parte del equipo del gobierno en los diálogos de paz, durante el gobierno de Santos.

Roberto Ortiz, conocido empresario de apuestas de “chance,” por su parte, ha sido representante a la Cámara y ha tenido dos “palomitas” en el senado, pero no cuenta con experiencia alguna en el ejecutivo.

En formación académica, también sobresalen Ospina y Eder, el primero como médico y especialista en Gestión Pública de la Universidad ICESI; y el segundo como especialista en Políticas de Seguridad Internacional y Resolución de Conflictos, además de un Máster en Relaciones Internacionales de la Universidad de Columbia.

Roberto Ortiz no cuenta con pergaminos académicos, pues es únicamente bachiller.

Es obvio que la ciudad enfrenta retos formidables, que son de alta complejidad, que requieren, a su vez, de una adecuada preparación y de lo que el filósofo y sociólogo francés, Edgar Morín denominó como “pensamiento complejo,” para enfrentarlos con éxito, y que pueden llegar a ser inabordables, para quien no posea la experiencia y los conocimientos específicos y necesarios.

Para acertar en la elección del alcalde de nuestra ciudad, es preciso tener mucho rigor, alejarse un tanto del deslumbre publicitario de las campañas políticas y mirar indicadores incontrovertibles y precisos.

Hay un indicador a prueba de sospechas: en nuestra ciudad, opera desde el 2005, el programa Cali Cómo Vamos, que es auspiciado por los periódicos El País y El Tiempo, las cámaras de comercio de Cali y Bogotá, las universidades más importantes de la región (Valle, autónoma, Javeriana y San Buenaventura), y las fundaciones FDI, Alvaralice y Corona.

Este programa, que no es precisamente cercano a los intereses políticos que Jorge Iván Ospina representa, promueve “una ciudadanía informada, responsable y participativa a través de un seguimiento periódico y sistemático a la calidad de vida de la ciudad.” O sea que le toma el pulso a la ciudadanía y consulta su realidad. Cali Cómo Vamos es, en suma, una encuesta de percepción ciudadana que se aplica anualmente a los habitantes de Cali.

Dicho programa, con respecto a la imagen favorable de los alcaldes, señala que Ospina gozó durante los cuatro años de gobierno del “Nuevo Latir”, de un alto reconocimiento por su gestión general, del 72,25%. El propio periódico El País y la Cámara de Comercio de Cali, como avalistas del programa, tuvieron que reconocer el éxito de su gobierno.

A quienes no les fue nada bien en el programa Cali Cómo Vamos, fueron a los alcaldes Guerrero y Armitage, que, en promedio, obtuvieron de sus ciudadanos, solo el 41.25% (en 4 años) y el 39.66% (en 3 años) respectivamente, de “imagen favorable.” O sea que el propio periódico El País y la Cámara de Comercio de Cali, como avalistas del programa, debieron reconocer la mala nota que obtuvieron ambos burgomaestres. Peor aún: los guarismos de los dos últimos alcaldes son similares o cercanos al 40% de imagen favorable, que obtuvo, en el mismo programa, Apolinar Salcedo, considerado por muchos como el peor alcalde de este siglo.

Igual aconteció frente a la percepción de los caleños sobre si “las cosas van por buen camino.” Durante el mandato de Ospina, según el programa auspiciado por los empresarios y la academia, la ciudad elevó sustancialmente su optimismo y la calificó positivamente el 56,74% de los encuestados. En el gobierno de Guerrero, esa percepción bajó al 48,25% y se desfondó aún más en los tres primeros años de Armitage, con un 43.33%; cifra cercana al 42% obtenido por Apolinar Salcedo, en sus dos años de gobierno.

Esos son los datos y hay que darlos. La escogencia del próximo mandatario de los caleños exige un análisis crítico de los programas de gobierno, pero sobre todo de un examen riguroso del pasado de los candidatos, de su experiencia, de su conocimiento y de su legado. Jorge Iván Ospina, quien impuso un “nuevo latir” en su primer y exitoso mandato, tiene todo a su favor para que Santiago de Cali vuelva a “¡latir de nuevo!”

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