Bienvenidos al pasado
Opinión

Bienvenidos al pasado

Lo que siempre pasa: no es posible el derecho a la no repetición.

Por:
febrero 06, 2014
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¿Será posible que los mecanismos democráticos permitan tanta indignidad? La campaña política se está convirtiendo, fuera de aburrida, en una batalla campal, en donde los fines del Estado poco o nada importan. Los registros son evidentes y las mañas antidemocráticas no cesan, no dan pausa.

Las altas cabezas de autoridad, aún trenzadas en graves y locuaces refriegas: vanidad. No existe claridad sobre la persecución a los graves atentados contra el erario público o contra los Derechos Humanos. Se cabalga sin rumbo y, con la mera presentación de titulares noticiosos escapan a la realidad cruenta que vive el país: persecución a la oposición, alegan sus voceros; retiro de garantías, alegan algunos que son señalados peyorativamente como minorías; diversión a granel se observa —por el espectador— en los autores del enriquecimiento fácil; en fin, el derecho, medio formal y expedito para resolver los conflictos, se encuentra en pausa.

Se están desbordando no solo los índices de impunidad sino la ausencia de reglas de construcción de civilidad, de sociedad; el expediente es arrobador y antipático: reglas que se reinterpretan para así desconocerlas; es más, en el campo otrora florido de la tutela, ahora su avalancha, como un tsunami, amenaza el circuito judicial, no solo por congestionarlo, sino por su inminente desnaturalización; un mecanismo que por su trascendencia en la resolución de conflictos y acceso a la justicia pronta, era resaltado como  impronta de la Constitución Política de 1991, no hay forma de salvarlo, pues después de su uso excesivo y abuso compulsivo, la moraleja social será que el instrumento que protegía derechos, pasa a ser el atajo hacia una postura política o, personal excluyente. En fin… se está perdiendo en los escritorios de los contendientes; en una palabra: se acabaron los derechohabientes y aparecieron los arregladores de pugnas intestinas. De una impostura de la decisión del procurador a un atajo inconcebible. Los mecanismos legales en pausa.

Ahhhh, se me olvidaba: camina con donaire la todopoderosa mermelada. ¡¡Otra vez!! Sí señores, otra vez y, con mayores requiebros de productividad. Es pues, el señorío de las relaciones feudales. Cada entidad antes que visiones, funciones y metas, tiene, posee un dueño, cuya misión y visión se centra en su interés particular.

Y, para no dejar que las cosas nuevas lleguen, estamos predestinados al pasado: las chuzadas.  Traigo como noticia, de ingrata recordación, uno de tantos y tantos documentos internacionales, lo que fuera, en el dos mil nueve (2009), en palabras y observación sentenciosa de la ONU: La Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Comité contra la Tortura, presentó, entre otras, las siguientes recomendaciones y/o consideraciones[1]:

‘Aquiescencia y complicidad con grupos armados ilegales.

14. (…) el Comité expresa su consternación porque jueces de la Corte Suprema de Justicia hayan sido objetos de acoso, seguimiento e interceptaciones telefónicas por agentes de inteligencia del DAS. (art. 2)

(…) El Comité insta al Estado Parte a que tome medidas inmediatas para discontinuar el acoso y seguimiento de jueces por la inteligencia (el DAS) y sancionar a los responsables por amenazar la independencia del poder judicial. (…)’

Y, agregaba, como hecho relevante, que no como mera coincidencia o profecía:

‘Defensores de los derechos humanos

22. (…) Al Comité le preocupa que también han sido objeto de seguimiento e interceptaciones telefónicas por agentes de inteligencia (el DAS) al igual que otros actores de la sociedad civil como sindicalistas, organizaciones no-gubernamentales y periodistas. (art. 2)

El Comité insta al Estado Parte a que ponga término inmediato al acoso (…) y sancionar a los responsables (…).’

Refrescada la Memoria y, por supuesto, cambiado el nombre del victimario, pues el Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, ya no existe, planteamos varios interrogantes: ¿y, ahora quién es el victimario? ¿Es el mismo, con otro nombre? ¿Qué medidas se tomaron para que el victimario quedara reducido? ¿Cómo cumplió el Estado la recomendación de cesar con el acoso? ¿En dónde están los responsables a buen recaudo carcelario? ¿Cuál el deseo de acabar con la presencia de la Oficina del Alto Comisionado que denunció el atropello?

Bienvenidos al pasado. Aquí no es posible, en lo que vamos, el derecho a la no repetición.

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