Así fue la titánica expedición con la que se lograron recuperar cinco piezas del Galeón San José

Mientras Colombia, España, Bolivia y una empresa gringa se pelean la propiedad del tesoro, el presidente Petro mostró lo que han podido extraer del fondo del mar

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noviembre 20, 2025
Así fue la titánica expedición con la que se lograron recuperar cinco piezas del Galeón San José

A más de 600 metros de profundidad —una zona donde la luz no llega, la temperatura desciende y la presión aplasta cualquier intento humano por descender—, un brazo robótico avanzó con precisión casi quirúrgica. Allí, entre sedimentos acumulados desde 1708, aparecieron los primeros cinco objetos arqueológicos que Colombia ha recuperado en la segunda fase del proyecto de rescate del Galeón San José: un cañón, una taza de porcelana, tres macuquinas y fragmentos cerámicos. Piezas pequeñas, discretas, pero colosales en valor histórico.

Esta escena forma parte de la Operación Poseidón, un despliegue tecnológico que le permitió a la Armada Nacional posicionar buques capaces de mantenerse inmóviles, milímetro a milímetro, sobre un punto invisible del océano. En esa zona protegida, una desviación mínima puede alterar el contexto arqueológico. Por eso, aunque los buzos del equipo de Buceo y Salvamento no descendieron —la profundidad lo impide—, fueron ellos quienes dirigieron cada movimiento del brazo teleoperado.

La extracción corresponde al proyecto “Hacia el corazón del Galeón San José, una alianza inédita entre el Ministerio de Defensa, el Ministerio de las Culturas, la Armada, DIMAR y el ICANH. Tras una primera fase de caracterización no intrusiva, llegó el momento en que la historia, por primera vez, fue tocada con pinzas metálicas y prudencia extrema.

Objetos mínimos, preguntas gigantes

Para Alhena Caicedo, directora del ICANH, estos objetos son una ventana real —no mítica— hacia el pasado. Permiten que la ciudadanía comprenda que el San José no es un botín sino un capítulo material de la historia del país.

Las piezas ya están en el Laboratorio de Patrimonio Cultural Subacuático del CIOH, donde empieza un proceso minucioso: retirar sales, controlar humedad, evitar fracturas y permitir que metales y cerámicas enfrenten el aire por primera vez desde el siglo XVIII.

Cada objeto responde preguntas distintas:

  • Las macuquinas pueden indicar las procedencias exactas del metal y las rutas comerciales coloniales.
  • La porcelana, probablemente asiática, ilumina el comercio transoceánico que conectaba Manila, Acapulco, Panamá y Cartagena.
  • El cañón permite rastrear tecnologías de fundición y tácticas navales de la época.
  • Los sedimentos son claves para comprender cómo ocurrió el hundimiento y cómo se ha preservado el pecio.

La historia conocida del Galeón

El galeón San José nació a finales del siglo XVII en los astilleros del norte de la península ibérica, cuando la Corona española apostaba por construir embarcaciones capaces de cruzar océanos, defender rutas imperiales y transportar inmensas cantidades de mercancías. Era un barco real, de grandes dimensiones, parte de la Armada española, diseñado tanto para fines comerciales como bélicos. Como todos los galeones de su época, podía soportar tormentas feroces, navegar distancias de meses y sostener una economía basada en metales preciosos, porcelanas, armas, alimentos y productos de lujo.

En 1706 emprendió su primer viaje hacia el Nuevo Reino de Granada. Atracó en Cartagena de Indias, ciudad que entonces era uno de los puertos más protegidos y estratégicos del Caribe. Allí realizó gestiones comerciales y regresó a España, inaugurando una ruta que se volvería habitual: cargamentos de plata, oro, esmeraldas, cacao, textiles y bienes manufacturados que conectaban territorios distantes mediante una red comercial que abarcaba América, Europa y Asia.

Dos años después, en 1708, mientras realizaba otro de esos viajes de retorno, el San José hizo una parada en Portobelo (Panamá), donde recogió una carga extraordinariamente valiosa, estimada hoy en unos 20.000 millones de dólares. Pero nunca regresó. A la altura de Cartagena, en plena guerra de Sucesión española, la flota británica interceptó al galeón. Los registros ingleses hablan de una explosión devastadora. Lo cierto es que el San José se hundió con casi 600 hombres a bordo y quedó perdido en la oscuridad del mar durante más de tres siglos, convertido en mito, en obsesión y en tesoro imaginado por medio mundo.

Más de 300 años después, en 2015, durante el gobierno de Juan Manuel Santos, un equipo de exploración encontró el pecio. Desde entonces, el galeón no solo volvió al mapa: volvió también a la disputa internacional. Hoy su destino se analiza en instancias como la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, con reclamos simultáneos de Colombia, España, Bolivia y la empresa estadounidense Sea Search Armada, que asegura haber localizado la zona décadas antes.

Lo que viene: la historia aún no está escrita

La tercera fase del proyecto está en pausa mientras se responde la pregunta esencial: ¿cómo se hundió realmente el galeón? ¿Fue la explosión reportada por los ingleses o un deterioro estructural acumulado que coincide con la forma compacta en que se encontraron algunos elementos?

Para resolverlo, el componente histórico liderado por Antonio Jaramillo ha ampliado la mirada: ya no se trabaja solo con archivos europeos. También con documentos hallados en Cartagena, Panamá y Perú, que habían quedado por fuera de la narrativa tradicional del naufragio.

El Gobierno insiste en que el objetivo no es extraer un tesoro, sino proteger un patrimonio cultural sumergido, una parte no negociable de la identidad colombiana. Por eso se creó una mesa multidisciplinaria que deberá definir si en el futuro habrá nuevas extracciones, cómo se harán y bajo qué condiciones éticas, científicas y diplomáticas.

El San José, que pasó tres siglos en silencio, vuelve ahora a hablar en fragmentos. Y Colombia intenta, por primera vez, escuchar sin prisa, sin codicia y con la conciencia de que bajo esas aguas no solo hay riqueza material, sino memoria.

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