Colombia tiene una bella doncella blanca, que es la traducción de Poleka Kasué, el otro nombre del imponente Nevado de Santa Isabel, una de las montañas de la cordillera Central de Colombia. Este paraíso de hielo se encuentra ubicado en el Parque Nacional Natural Los Nevados, un área protegida llena de diversos ecosistemas de páramo, humedales y bosque andino. Para quienes nunca han escuchado de este parque, es un complejo volcánico en el que se levantan tres glaciares: el Nevado del Ruiz, el Nevado del Tolima y el Nevado de Santa Isabel.
Este imponente destino es una montaña de 4.995 m que se levanta sobre la cordillera Central en los Andes colombianos, que junto a los otros nevados abastece de agua a 37 municipios de los departamentos de Quindío, Risaralda, Caldas y Tolima. Es considerada la montaña nevada de menor dificultad en su ascenso. Además, es un paisaje con frailejones, lagunas y una rica biodiversidad que incluye especies como el colibrí de páramo, pavas, perdices de monte, mirlas negras, dantas y osos de anteojos.

La travesía de subir el Nevado de Santa Isabel
En primer lugar, se debe acceder desde Pereira tomando la ruta Florida–La Suiza durante unos 26 kilómetros. Aunque hay otra ruta alterna, se puede tomar la ruta que inicia en Santa Rosa de Cabal por la vía que conduce al sector de Potosí. Para el ascenso, debe sí o sí subir con guías expertos, en recorridos diurnos por los senderos permitidos debidamente señalizados. Se recomienda iniciar la caminata muy temprano y tomar un desayuno muy cargado para tener la suficiente energía.
En esta aventura es inevitable tener una fuerte conexión con la naturaleza y sentirse en las cumbres de otros continentes. La ropa que exige el recorrido es fundamental: debe ser impermeable y abrigada. Pero no se deje engañar con este panorama, ya que el sol es incandescente la mayoría del tiempo, así que, en conclusión, no pueden faltar unas buenas gafas de sol con filtro, guantes y gorro.

El recorrido es ideal para personas entre los 10 y los 55 años de edad que no tengan problemas de corazón ni hipertensión arterial, y toma un día en promedio. En cierto punto del camino, el paisaje se transforma: el tono gris oscuro de la roca volcánica se mezcla con los manantiales de agua cristalina y pura que brotan incesantemente, creando una escena de belleza sobrecogedora.
Una maravilla natural en riesgo
Sin embargo, en solo cien años, entre 1850 y 1950, el Nevado de Santa Isabel perdió las dos terceras partes de su glaciar, y el deshielo de lo que quedaba se aceleró a partir de la década de los noventa. De acuerdo con el IDEAM, de ese gran glaciar que cubría al Nevado de Santa Isabel en 1959, en 2020 solo quedaban ocho pequeños glaciares: El Hongo, Conejeras, Cuadrado, Escondido, Otún Norte y Otún Sur. En 2022, estos dos últimos desaparecieron. Así que hay que disfrutar de esta preciosa maravilla natural mientras sea posible.

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