Ante la duda, la ficción
Opinión

Ante la duda, la ficción

Como uno no sabe nada de lo que vendrá cuando se derrita el glaciar, aquí les dejo un pequeño relato de un libro que aparecerá pronto

Por:
julio 14, 2017
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Cada vez uno va leyendo en la prensa con más regularidad y sin alarma mayor que el derretimiento del hielo glaciar se ha acelerado y alcanza actualmente un ritmo sin precedentes.

A pesar de la belleza visual de este fenómeno, varios investigadores se alarman y un estudio reciente realizado por científicos de un instituto alemán, parece que prueban que estos estanques de agua cada vez más presentes son un presagio de los grandes cambios climáticos que le esperan al Océano Ártico. Por dos razones, pienso yo: las acciones del hombre y el sol que nos alumbra y a veces nos quema.

 

Usted sostiene un hielo con los dedos pulgar y medio
mientras se sirve un whisky y oye por la tele las palabras de Uribe,
a los tres segundos comienzan a caer gotas tibias

 

Usted sostiene un hielo con los dedos pulgar y medio mientras se sirve un whisky, a la vez que oye por la tele las palabras de Uribe, y a los tres segundos comienzan a caer gotas tibias. Definitivamente, cualquier hielo por macho que sea no soporta intacto por los siglos que le pegue el sol durante  toda su vida y no se derrita poco a poco.

¿Qué hacer? Pues nada, qué se va a hacer.

Algo parecido habría pensado Orwell, cuando uno no sabe cómo serán las cosas y él sim 19plemente ideó el maravilloso mundo de la obediencia ciega ante una única verdad escribiendo su 1984.

Y como cuando uno no sabe nada de lo que vendrá, pues aquí transcribo un pequeño relato sin título que hace parte de un libro de cuentos de pronta aparición.

No fue por oleadas, nada de eso, eso fue como si la tierra se hundiera y fueron como dos meses de locura. Que se derritieron no sé qué hielos por el Polo Norte. Bueno, el caso es que América, África y toda Asia con Australia desaparecieron como en un mes, algo menos, y la gente que pudo y no se ahogó, salió corriendo y nos encontramos todos en la gran Europa que pareciera alejada del caos.

Durante todo el mes siguiente la misma Europa se iba inundando a pasos agigantados y acabamos todos en un París en donde nadie habla francés y sólo se oyen mil lenguas diferentes siendo maravilloso ver a quien debería ser un galo conduciendo un Ferrari rojo que no podía avanzar un paso de la cantidad de pobres de todos los mundos que hay en la ciudad luz.

No hay alarma de inundación, eso creo que dice alguien con una sonrisa gigantesca, aunque cabe anotar que la torre Eiffel está bastante inclinada, como si nos hiciera una reverencia

No sé de qué mierdas hablan cuando dicen que París es bonito.

 

Y hablando de…

Y hablando de demencias, ahora que comienza la campaña presidencial, qué pereza oír y oír y oír por meses los mensajes radicales cristianos de muchos ciertos candidatos.

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