¡Seamos más abejas...!
Opinión

¡Seamos más abejas...!

“Abejémonos” no existe en el diccionario; pero en el lenguaje de las abejas es la fuerza poderosa que anima a desarrollar proyectos con pocos recursos para el bien de todos

Por:
julio 13, 2017
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Hoy quiero contarles sobre algunas similitudes entre las abejas y los colombianos.

Creo que las abejas son extremadamente laboriosas por ser fieles a la creación que las hizo para que trabajaran sin descanso. Dios las dotó con la facultad de tomar el néctar de las flores hasta convertirla en miel pura; ellas también nos regalan la cera humectante con la que hacemos los cirios que alumbran nuestros hogares en las noches frías y de larga penumbra.

Los colombianos fueron dotados de talentos como las abejas: son nobles hasta los tuétanos, extremadamente laboriosos, ingeniosos, persistentes, llenos de iniciativa, inteligencia y belleza auténtica, que aflora con pasión por todos sus poros.

Las abejas son valientes y asumen muchos riesgos en la búsqueda de su mejor flor. Cuando van en pos de ella, su reina se queda con los zánganos, y grita a sus obreras con fuerza: ¡abéjense! Entonces las abejas al borde de su panal o colmena, antes de volar responden en coro y obedientes: ¡abejémonos!

“Abejémonos” no existe en el diccionario de la lengua castellana; pero en el lenguaje de las abejas se entiende como la fuerza poderosa, que anima a desarrollar proyectos con pocos recursos para el bien de una comunidad repleta de abejas.

Los colombianos ahora sin conflicto con las Farc, tienen la oportunidad de lanzarze en pos de la modernidad de sus campos y ciudades, en función de las facultades y oportunidades con las que fueron dotados: tienen un territorio inmenso; fértil para cultivar y cerca de la mitad se encuentra como si hoy fuera el segundo día de la creación.

Hay que salir de la colmena en bandada como las abejas, a buscar el progreso y el bienestar de todos, a demostrar con hechos lo que decimos que somos, para ser fieles con la nación que soñamos.

A menudo a los colombianos se nos llena la boca al decir que producimos el mejor café del mundo, que estamos rodeados de agua por todas partes y llenos de biodiversidad, que tenemos frutas y verduras para dar y convidar.

¿Es cierto esto?

Sí y No. En la periferia de las ciudades hay gente que aguanta hambre...; por la política de mercados globalizados y por la frágil producción nacional, importamos granos, frutas, carnes y verduras.

Revisemos un caso: Canadá acaba de cumplir 150 años y los Estados Unidos 241 años de su independencia. El próximo jueves Colombia cumplirá 207 años...; con tantas valoraciones negativas, rivalidades, rencores, indiferencias y desacuerdos, hay quienes todavía piensan que el 20 de julio no es la fecha de nuestra independencia.

Antes de renegar de lo nuestro, es mejor ser más abejas en el buen sentido de la palabra, y aquí va el ejemplo: sobre la frontera de Canadá con los Estados Unidos, se encuentran interminables y amables senderos a la orilla de ríos sin mercurio.

Fotografía:  Rafael Alfredo Colón Torres para Las2Orillas

Estos dos países, tienen distintas formas de orientar sus sistemas de educación y salud; poseen diferencias en sus sistemas financieros y similitudes en la forma de acoger a los extranjeros. Sus políticos y líderes han sido abejas para los negocios y tienen cosas en común: estimularon el desarrollo con respuestas rápidas y con pequeñas transformaciones que producen bienestar inmediato; diseñaron amplios espacios públicos para que la gente se monte en bicicleta o camine, sin los temores que nos asaltan en Colombia.

La fórmula es simple: se trata de amar y respetar..., de crecer fuertes, orgullosos y solidarios. Esa fórmula natural, anima a preservar y desarrollar cualquier país.

Pero veamos: los supermercados de Canadá despachan café de Italia, aguacates y patillas de México, bananos de Costa Rica, naranjas de Marruecos y Sudáfrica, limones de Argentina, mangos del Brasil, zanahorias y papas de su vecino del sur; venden harina para hacer arepas de la Venezuela que tanto criticamos.

Si seguimos sumergidos en la polarización, en las rivalidades, la frustración y la rebeldía, seguiremos importando carnes, pescados, frutas y verduras; no seremos capaces de usar nuestras capacidades, ni saldremos de la colmena para explorar los mercados internacionales.

Con disciplina y más tenacidad podemos ser más abejas, para que sea un hecho que en los supermercados de otros países, se vendan nuestros deliciosos productos; que se chupen los dedos por el néctar de nuestros mangos y el dulce de nuestras patillas, que se vendan los aguacates de los Montes de María, que se beban a borbollones nuestro delicioso café, en las grandes terrazas donde se hacen los grandes negocios que producen desarrollo.

Ser abeja implica desarrollar nuevas estrategias de mercado, ser coherentes y consistentes con la naturaleza del colombiano: un ser humano con miles de razones para ser optimista, aplicado a sus convicciones de vivir feliz, capaz de construir una Colombia educada, disciplinada, respetada y admirada por sus profundos valores.

@rafacolontorres

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