Adiós a tres quijotes

Adiós a tres quijotes

Gerardo Rivas Moreno, Javier Ocampo y Gustavo Bustamente fueron algunos personajes que nos dejaron el año pasado. Un amigo los recuerda

Por: Guillermo Segovia Mora
enero 07, 2019
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Adiós a tres quijotes

Este año que se fue, como todos porque es una constante de la vida, deja en el camino a varios conocidos cercanos, es decir, de los que algo tuvieron que ver con uno  en este tránsito por la tierra. Porque hay muchos, a quien no, que me gustaría haber tratado como Carlos Marx, Simón Bolívar, Arsenio Rodríguez, Charlie Parker, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, el flaco Bateman, Bola de Nieve, Chavela Vargas o Frida Khalo, entre tantos. Pero es demasiado pedir. Personalmente he vivido otras satisfacciones a lo mejor compensatorias de esos imposibles.

Como haber tenido algo que ver con Gustavo Bustamante, Javier Ocampo y Gerardo Rivas Moreno, cada uno en lo suyo, inolvidables. En enero de este año nos dejó "Gerrimo", el incansable editor de conciencia, en agosto “Borolas”, el inclaudicable socialista y en noviembre, el otro pagano y su palabra en la rumba. Personajes inolvidables en las luchas, la cultura y la bohemia de Bogotá en el último medio siglo.

Gerardo, difusor bolivariano


Gerardo Rivas Moreno

De mis primeros libros comprados juntando pesos, uno de los mas preciados es la edición de 39 documentos de Simón Bolívar titulada Los orígenes de la dependencia neocolonial, impresa en 1970 y editada por la Fundación de Estudios Sociales de Estudiantes de la Universidad Nacional, impulsada por Gerardo Rivas Moreno "Gerrimo", quien hizo el prólogo, la selección y la titulación. Anticipándose al giro interpretativo de la gesta bolivariana -hasta entonces denostada por el marxismo- por historiadores soviéticos y la que sería en adelante la reivindicación del Libertador  como “Pensamiento precursor del antimperialismo” en la difundida obra del historiador cubano Francisco Pividal.

Gerardo en sus notas exalta como “Simón Bolívar, un gran visionario, preveía el carácter imperialista de los Estados Unidos y era enemigo de cualquier alianza panamericana” y su empeño en la unidad de Nuestra América. No obstante, las críticas posteriores a interpretaciones forzadas de lo dicho y actuado por Bolívar, la de Gerardo era una mirada beligerante y agitadora, sugestiva para nuestros  tempranos y febriles años.

En adelante, y casi por medio centuria, bajo su firma o la denominación de Fundación para la Investigación y la Cultura -Fica- este Quijote no dio “respiro a su alma” consagrándose con esfuerzo a la apasionante pero ingrata tarea de editor independiente, por el gusto de hacer libros para gente sensible y ávida de saber, habiéndonos legado textos del pensamiento y la cultura latinoamericana y de formación política  de enorme valía, como la colección dePoesía para amantes (Neruda, Shakespeare, Quevedo, Belli, ilustrados con una bella selección de dibujos eróticos famosos) la poesía completa de Machado, Brecht, García Lorca, Hernández, Vallejo y Cardenal en papel periódico y portadas rústicas de cartón de colores fuertes, la sensacional Colección de 50 cuadernillos  Poesía del Quinto Centenario Poetas de España y América y la colección el Pez en la red con análisis y pensamiento crítico en la primera década del siglo XXI.

Para el Bicentenario de las Independencias de América se dio a la tarea de editar la colección Indoamérica 200 años de un sueño, con testimonios, análisis e historia de la gesta y la fundamental Biblioteca Bolivariana para el Tercer Milenio con obras de la magnitud de una edición facsimilar de lujo del Correo del Orinoco y buena parte de las mejores biografías y ensayos sobre el Libertador y su obra. Años atrás, había publicado varias selecciones del pensamiento y las obras completas de Bolívar en una edición en 5 tomos sencilla para hacerla accesible, pero no se quedó con las ganas de lograr la mas completa posible (9 tomos de cartas, proclamas, decretos, mas la biografía de Waldo Frank), ilustrada y con tapas en pasta dura.

Como bolivariano apasionado quiso dar largo alcance a una cita de  Bolívar, recogida por el coronel O´Leary -quien como Gerardo desobedeció la orden de incinerar sus escritos-, sobre cuál sería la mejor fuente para apreciar su personalidad: "…Yo sujetaría al Libertador a un examen que muy pocos escogerían para ser juzgados, el de su correspondencia particular, y dudo que ninguno, aunque fuera menos franco y exaltado que lo fue el General Bolívar, saldría tan puro como él de semejante ordalía si se puede usar la expresión en este sentido. ¿Qué es Cicerón según sus cartas? Elocuente e ingenioso, no hay duda, pero débil, pusilánime en extremo y vanidoso hasta el fastidio. ¿Qué será Santander, juzgado por esta medida? … ¿qué?"

De sus empeños no se quedaron pendientes, una hermosa edición deReminiscencias de SantaFé y Bogotá de Cordovéz Moure  y de Elegía de Varones Ilustres de Juan de Castellanos. No pudimos concretar la publicación de Bolívar y a guerra social de Juan Bosch, que nunca había llegado a sus manos y le ofrecí alguna vez. Está tan presente en la tarea editorial y los gustos e ideas compartidas que siempre por las librerías, olvidando su muerte, me asalta la pregunta: ¿Qué habrá sacado ahora Gerrimo?

Javier, militante socialista


Javier Ocampo

Hago memoria para recordar dónde conocí a ese pereirano de entusiasta credo socialista, sencillo, cálido y tranquilo. Me parece que fue por allá en los años 80 por las casetas de libros que engalanaban las calle 19 entre novena y séptima, zona de tanta historia y personaje en Bogotá. Él frecuentaba una venta de libros de un personaje un tanto huraño y de intransigente estirpe maoísta, al punto que solo vendía obras del “Gran timonel”, literatura de la china comunista y Tribuna Roja del Moir. El hombre, cuando se lo preguntaba, se refería a “Borolas”. De pronto también me lo haya topado en “La Comuna” de “las ticas”, un par de entrañables paisas cuyo compromiso político conllevó dolores mayores.

Javier venía ya de una militancia activa involucrado en la juventud comunistas y luchas reivindicativas barriales, sindicales y campesinas. Un Quijote curtido y comprometido con la causa que se ayudaba cantando a Gardel y declamando a Bertold Brecht. Infaltable con sus libros y periódicos en manifestaciones y eventos.

Los último años, lo saludaba y charlábamos en su puesto a la entrada de la librería Pensamiento Crítico de Renán Vega, su amigo y de quien el querido “Borolas” fue colaborador distribuyendo y promoviendo una ya amplia obra sobre episodios de la historia de Colombia hilvanada desde abajo. Javier, fue como toda la gente de izquierda y progresista de América Latina y Colombia, un entusiasta defensor de Fidel Castro, Che Guevara y la Revolución Cubana, la Unidad Popular de Allende en Chile, militante solidario con la causa antipinochetista, las luchas de los sandinistas en Nicaragua, del FMLN de El Salvador y de  la insurgencia guatemalteca en los 70 y 80.

Sospechó de “mano enemiga” en la inflexión de Gorbachov en la URSS, fue a Venezuela varias veces conmovido y entusiasmado por el proceso chavista y la ola progresista en América Latina. Partidario medido del proceso de paz con las Farc siempre se expresó temeroso de una traición y pesimista del cumplimiento por el gobierno. Temas y asuntos mas que suficientes para una conversación permanente a través de los tiempos.

Entre mis libros y videos hay muchos comprados a “Borolas”, unos, a veces, por solidaridad con sus ingresos, otros, las más, por pertinentes y oportunos. Por ahí encontré, recordándolo, los documentales “Ellos se atrevieron” sobre la Revolución Rusa y “Mayo del 68”, por los que me insistió, con toda la razón, por su carácter testimonial e histórico. Poco antes de morir le adquirí el primer volumen en historieta de la biografía del “Che” Guevara escrita por John Lee Anderson. “-El Che, en monitas”, me dice. “-Se sigue vendiendo”, le digo. Riposta: “-sigue molestando”. Así era Javier Ocampo.

Gustavo Bustamente, gestor cultural

De pocos sitios se puede decir, como decimos muchos del Goce Pagano original, el que fundaron Gustavo Bustamante, César “Pagano” y su socio Juan Gaviria en la 23 con 13A, que durante esas rumbas infernales del último cuarto de siglo pasado, las “paredes sudaban”. Y era así. Tres generaciones de bohemios y fiesteros se dieron -algunas veces, nos dimos- frenéticas azotadas de baldosa al ritmo de la Tito Puente, Tito Rodríguez, Machito, Benny, P´rez Prado, Fania, Lavoe, Colón, Blades, Ángel Canales, la Sonora Matancera, Celina y Reutilio, Portabales, Barreto, Pacheco, Palmieri, Los Lebrón, Maelo Rivera, Bobby y Richi Rey …

Tú que decías

que ya no servía

oye tú que decías

que ya no salía

Ahora mismito mi amigo

yo te vengo a saludar

escucha escucha

El sitio se hizo legendario por lo bueno del bembé, la concurrencia de vario pintos personajes de andar clandestino en épocas del Estatuto de Seguridad y por la charla con Gustavo Bustamante atento a la literatura y el arte, inquietud que promovió con “Los papeles del goce” reproduciendo textos, con o sin permiso -al parecer lo tuvo de Jorge Amado- y de figuras promisorias, como el hoy reconocido escritor Tomás González que hiciera sus pinos en el rústico bar del sitio. Gustavo era un Quijote de la divulgación literaria y de la parla.

Dicen que el nobel García Márquez y su amigo Enrique Santos festejaron en el Goce el reconocimiento universal al hijo de Aracataca. Que para un concierto de Teresita Gómez, entre amigos, despiezaron un piano en la calle y lo armaron adentro. Y que Jaime Bateman se paseaba por allí, entre sombras. En los 80 era el paradero favorito de periodistas, pintores, escritores, músicos, la gente que andaba en busca de rumbo, la mayor parte de los cuales lo encontró y no volvió.

No obstante, el entorno endemoniado que rodeó con los años al sitio, apestando en una esquina a bazuco y en la otra a yerba, los travestís en lycras en la Caracas, las putas y los cacos bajando apurados al Santa Fé, de cuando en vez la feligresía del Goce Pagano regresaba a visitar a Gustavo para echarse un pie  a luz de vela en ese piso cuarteado o a tomarse una pola para hablar con él, por el placer de escucharlo, mientras el hombre sacaba de fundas rotas esas pastas roncas por el sebo y la pátina, de las que de surco en surco la aguja dejaba oír la voz de Maelo:

Hazle bien a tus amigos

y ofréceles tu amistad

y verás que a ti lo malo

nunca se te acercará

y en cambio todo lo bueno

contigo siempre estará

La última vez que hable con Gustavo me repitió el mismo reclamo que me había expresado la vez anterior, que lo querían sacar a como diera lugar de su nicho, por chismes y argucias del vecindario e intereses de la alcaldía local amparada en el uso de suelos del plan de ordenamiento territorial. el Goce era su diario para comer pero también su eterna morada. Por allí se le oye sumarse al coro de la Aragón:

Aprende a darle la mano a quien es tu amigo

Y al otro deja que siga por su camino.

Gerardo, Javier, Gustavo, aquí se acabó el viaje. Gracias por lo que nos dieron. Se les recuerda con cariño y nostalgia. Con ustedes se fue  algo de nosotros.

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