Acuerdo Arabia-Irán: el otro terremoto en Oriente Medio

Acuerdo Arabia-Irán: el otro terremoto en Oriente Medio

Irán y Arabia Saudita restablecen relaciones, rotas desde 2016. Como decía Gandhi: "No hay un camino para la paz, sino que la paz es el camino"

Por: Jaime Jurado Alvarán
abril 04, 2023
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Acuerdo Arabia-Irán: el otro terremoto en Oriente Medio

Pasado poco más de un mes del sismo que devastó una gran zona del sur de Turquía y el norte de Siria, el mundo se estremeció con otro terremoto: el anuncio del acuerdo entre Irán y Arabia Saudita para restablecer relaciones, rotas desde 2016. El acuerdo, logrado con la mediación de China luego de negociaciones que tomaron dos años, en las que también se contó con la intervención de Irak y Omán, sorprendió al mundo por ser la primera vez en décadas en las que un arreglo o decisión importante que comprometa a dos o más países en conflicto en la zona de Asia Occidental se logra sin contar con el gobierno de los Estados Unidos.

Este paso es la evidencia de que se supera el mundo unipolar que regía desde el fin de la guerra fría y que ya es una realidad la multipolaridad y el corrimiento hacia el Este del centro de gravedad geopolítico. Más en concreto, los efectos del acuerdo son muy importantes y positivos en el plano regional. En primer lugar se rebajan las tensiones en la zona del Golfo Pérsico, punto de gran importancia estratégica como quiera que es clave en la extracción y transporte de gran parte del petróleo y del gas que se comercializan en el planeta. Se le da un golpe mortal a los planes estadounidenses de crear una “Otán árabe” dirigida contra Irán; igualmente quedan debilitados los llamados Acuerdos de Abraham en los que varios países del área normalizaban sus relaciones con Israel.

En lo económico es un resultado de los grandes avances de la potencia asiática y de los efectos benéficos de su poder blando, de su concepción de que el comercio y las inversiones conjuntas ayudan a la seguridad y la paz más que los grandes despliegues de fuerza militar. En ese sentido el proyecto de Nueva Ruta de la Seda, gran corredor de transporte e instalaciones industriales y comerciales que va de China a Europa, al cual se quieren sumar precisamente Irán y Arabia, por lo demás ambos miembros de la OPEP y aspirantes a entrar a los BRICS, adquiere gran vitalidad y proyección.

En dos puntos no hay una incidencia directa pero probablemente si un buen impacto sicológico y al menos una reducción de las tensiones: la situación de la minoría chiíta en la propia Arabia Saudita y en Bahrein, países en los que ha sido perseguida duramente (de hecho, la ejecución de un prominente clérigo chiita en Arabia en 2016 fue una de las causas de la ruptura con los persas); y el congelamiento en que está el acuerdo nuclear entre Irán, por una parte, Estados Unidos, Alemania, Francia, Rusia, China y Gran Bretaña por la otra. Este acuerdo nuclear obedece a otras lógicas que van mucho más allá de lo regional y continúa trabado desde el retiro de él por parte de Estados Unidos en 2018 y por la oposición visceral que causa en los círculos gobernantes de Israel.

Aunque no se mencionó  para nada al Líbano, es de esperar que la mejoría en las relaciones de las dos potencias reconciliadas también alivie la situación del país del cedro, cada vez más agobiado por la crisis económica y política. Aun se recuerdan las presiones saudíes para socavar la influencia del grupo Hezbollah, aliado de Irán, que tuvieron su expresión máxima en 2017 con la extraña retención en Arabia del entonces primer ministro libanés, Saad Hariri, fuertemente endeudado con los saudíes, seguida de su renuncia a distancia.

Igualmente, es de esperar un impacto positivo en los dos conflictos que aún arden en la región: los de Siria y Yemen. En el primero, que ya parece haberse inclinado a una victoria de Bashar Al-Asad, la implicación de los saudíes no es tan directa pero de todos modos ha contribuido con el apoyo financiero y político a los grupos terroristas opuestos al gobierno. Asimismo, el peso de Arabia Saudita ha influido en el aislamiento de las autoridades de Damasco y su exclusión de la Liga Arabe. El acuerdo con Irán acelera el probable retorno de Siria a esa liga y facilita el restablecimiento de las relaciones con los vecinos que las habían roto. Desde luego no todo ser color de rosa; de hecho los dos grandes perdedores con el acuerdo, Estados Unidos e Israel ya han reforzados sus actos de agresión a Siria procurando sabotear los efectos positivos. Es así como el gobierno norteamericano insiste en la permanencia de sus bases y personal militar en el noreste del país y ha realizado bombardeos contra objetivos civiles tachándolos falsamente de posiciones iraníes o de grupos proiraníes con la excusa de ataques con cohetes a una de sus bases en el territorio sirio. Por su parte las autoridades israelíes incrementan sus ataques aéreos no solamente contra la capital siria sino también contra zonas afectadas por el sismo.

En cuanto a Yemen, que sufre la agresión de Arabia y Emiratos Arabes Unidos desde marzo de 2015 con enormes costos en vidas, hambre y destrucción económica, si bien tanto los saudíes como los iraníes proclaman que la solución debe surgir del propio pueblo yemení, el acuerdo en sí mismo reduce la tensión y crea esperanzas de arreglo pacífico, Máxime cuando poco tiempo después se anunció  el cese del envío de armas por parte de Arabia e Irán a sus respectivos aliados yemeníes y se estableció internamente un nuevo intercambio de prisioneros.

Entre otras cosas, un posible fin de la guerra en Yemen sería también una buena noticia para Colombia porque cerca de 800 compatriotas nuestros están reclutados como mercenarios en esa contienda. Hay que advertirles, eso sí, que ni se asomen por Haití, donde sin duda a raíz del asesinato de Juvenal Moise nuestra imagen y el recuerdo de los “soldados de fortuna” colombianos no son los mejores.

En fin, después de tantas tragedias y agravamiento de los conflictos en el mundo, el nuevo entendimiento entre rivales de peso en Asia Occidental y el relevante papel mediador que está adquiriendo China dan una luz de esperanza para la humanidad. Como decía Gandhi, no hay un camino para la paz sino que la paz es el camino y en ese sendero son muy bienvenidos los nuevos buenos vecinos Irán y Arabia.

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