El nuevo gobierno de los Estados Unidos de América condicionó defender a Ucrania del ataque que reciben de Rusia, a que ese país les conceda derechos sobre una porción muy significativa de sus minerales raros o especiales. Si se trata de cobrar por la defensa, mal. Si es una manera de aprovecharse de una situación de infección, peor. Y si fuera una estrategia a tres bandas para que los norteamericanos sean por esa vía los inversionistas de esa industria y así Rusia sepa que no podrá atacar el territorio pues estará afectando intereses americanos que sí se defenderían, mucho más elaborado, pero igual de decepcionante.
Siendo que EE. UU., el Reino Unido y los países europeos han sido víctimas por siglos de guerras sin razón, que sufrieron no una sino dos guerras mundiales y que han tratado por muchos medios de posicionarse como el norte moral de la humanidad, estamos a tiempo que corrijan esa vía y retomen la de defender lo que está bien en contra de lo que es malo, por esa sola razón.
Luego que terminó la Segunda Guerra Mundial, la humanidad, en medio del terrible dolor y angustia que debieron sentir, concluyó que algo así no podría suceder más nunca. Para ello, entre muchas otras iniciativas se redactó la carta de los Derechos Humanos.
Ese decálogo es muy valioso. No fue la primera, ni será la última vez que se compilan esos valores que nos hacen ser personas y cuyo respeto nos debería unir a todos, siempre.
Tan o mas valioso que haber redactado y aprobado la Carta, es que todas las naciones, y, por ende, todos los humanos que así se representan, hubieran dado su si para que, cuando esos valores fueran a estar en riesgo, nos uniríamos para lograr que prevalezca el bien.
Con ello la humanidad se ganaba su nombre. Estábamos diciendo, fuerte y claro, que existen esos postulados que nos hacen ser lo que queremos ser. Que no importa quien los amenazara o dónde, quien lo hiciera estaría atentando en contra de todos nosotros. Y que, sin importar los costos, saldríamos a defenderlos.
Muy pronto en la historia, Colombia demostró su vocación de cumplir con ese, un máximo compromiso y, sin que hubiera ninguna otra razón que lo que está bien, formamos parte de quienes fueron a Corea para luchar por la independencia y la libertad de ese país.
Los nacionalismos nos quieren hacer creer que los otros seres humanos no valen la protección si sufren las amenazas por fuera de las fronteras del respectivo país
Ahora, los nacionalismos nos quieren hacer creer que no. Que los otros seres humanos no valen la protección si sufren las amenazas por fuera de las fronteras del respectivo país. Que no hay motivo para que se gasten recursos para enfrentar las amenazas si la amenaza no va contra los nacionales de cada país o si no están en juego los intereses económicos propios.
Más horrible aún, se está argumentado que de la guerra debe llevarse una rigurosa contabilidad y que quienes son las víctimas deben asegurar que será buen negocio para los que las defiendan si quieren esa protección. Horror.
Lo que los humanos esperamos y lo que deberíamos estar dispuestos y casi todos estamos hacer, es atravesarnos en el camino de quienes pretenden imponerse sobre otros a las malas y unir esfuerzos para que eso no pase: Obviamente, si un país no tiene los recursos para hacerlo solo, esa es exactamente la situación en que se precisa que quienes si lo pueden defender lo hagan. No sólo porque es la manera de prevenir que la ambición se extienda a otras partes y a todo el mundo, sino por la sencilla razón de que está mal y a los humanos nos une el bien.
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