Mondomo, el pueblo del Cauca que vive entre el almidón y la guerra

En este pequeño pueblo en las montañas del Cauca se produce este ingrediente tan especial en medio de los tatucos de la guerra

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noviembre 23, 2025
Mondomo, el pueblo del Cauca que vive entre el almidón y la guerra

El polvo blanco del almidón todavía flota en el aire cuando llegan los peritos a medir grietas y a contar muros caídos. Sobre las ruinas recientes se mezclan los olores de la yuca fermentada y la pólvora. Mondomo, el único corregimiento de Santander de Quilichao, vuelve a despertar entre láminas retorcidas, paredes abiertas y techos caídos, después del ataque que dejó trece viviendas destruidas y más de ciento veinte afectadas, según confirmó el alcalde Luis Eduardo Grijalba Muñoz.

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Entre esos muros dañados está la casa de Doña Berta, una mujer de cerca de ochenta años a quien se le vino abajo buena parte de su vivienda. El mandatario calcula que el daño fue catastrófico, lo dice como dato, pero en esa cifra cabe una vida entera, la silla donde se sentaba a tomar café, la cama en la que vio crecer a sus hijos, las paredes que habían resistido otros ataques, pero no soportaron esta explosión. Alrededor de ella se mueven vecinos como Fernando Torres, Jessica Lasso Chocó, Wilson Mora, entre otros, que ayudan a recoger escombros, rescatar enseres y asegurar paredes agrietadas, mientras en el centro del pueblo se termina de instalar el comité “Unidos Somos Todos”, creado para coordinar la solidaridad que llega de veredas, cabildos, comercios y ciudadanos de otros municipios.

Mondomo siempre ha sido algo más que un punto en la Panamericana. El municipio de Santander de Quilichao, ubicado en el norte del Cauca, limita al norte con Villa Rica y Jamundí; al occidente con Buenos Aires; al oriente con Caloto y Jambaló; al sur con Caldono. Son 43 barrios en la cabecera municipal, 104 veredas y cuatro resguardos indígenas —Canoas, Munchique los Tigres, La Concepción y Guadualito—, pero solo un corregimiento: este. Situado al sur del municipio, a 1.270 metros sobre el nivel del mar, con clima templado que oscila entre los 22 y 24 grados, Mondomo conecta la producción agropecuaria del norte del Cauca con los mercados del Valle del Cauca y otras regiones del país.

 - Mondomo entre el almidón y la guerra

Su nombre condensa esa vocación de lugar habitado. Mondomo proviene, según las reseñas locales, de la unión de “mon”, voz francesa para decir “mi”, y “domo”, palabra latina asociada a casa, hacienda, propiedad. Una casa propia levantada en el siglo XIX alrededor de una hacienda que fue cambiando de manos en medio de las guerras de independencia, hasta que los señores Vergara y Vivas, llegados del Tolima, la compraron cuando los antiguos propietarios decidieron vender. La historia rural de esa hacienda se extendió con el tiempo hasta convertirse en caserío, corregimiento, núcleo urbano y comercial donde hoy viven, de acuerdo con el DANE, unas cuatro mil personas en la zona urbana y varios miles más si se suma la población dispersa en el entorno rural.

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El retrato cotidiano del corregimiento comienza muchas veces en la carretera. Quien viaja por la Panamericana entre Popayán y Cali suele percibir primero un olor penetrante, son pilas de yuca fermentada. El aroma anuncia la actividad económica central del territorio, la producción de almidón de yuca, base del pandebono que se consume en ciudades de todo el país y de otros productos de panadería.

La yuca, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ocupa el cuarto lugar entre los productos básicos mundiales, después del arroz, el trigo y el maíz. Es alimento fundamental para más de mil millones de personas, tolera la sequía, se adapta a suelos degradados y permite flexibilidad en siembras y cosechas. Esa combinación de resistencia y versatilidad encontró en Mondomo un lugar idóneo para evolucionar de cultivo campesino a cadena agroindustrial.

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En Colombia, la Encuesta Nacional Agropecuaria del DANE registró que, entre 2015 y 2016, la producción de yuca pasó de 482.595 a 870.450 toneladas en un área superior a las 100.000 hectáreas. Detrás de ese salto hay territorios que sostienen la estadística con madrugadas y trabajo manual. Mondomo es uno de ellos. Aquí la raíz no solo se cultiva, se transforma en almidón en una red de pequeñas y medianas rallanderías que comenzaron a operar en la década de 1940, cuando Aniceto Sarria puso en marcha la primera de ellas con un sistema artesanal. Desde entonces la actividad creció hasta alcanzar un promedio cercano a 132 plantas procesadoras, equipadas hoy con motores eléctricos, poleas, coladoras cilíndricas y rayos entamborados, que separan almidón, mancha, afrecho y cascarilla. Esta última se utiliza como abono; los residuos líquidos atraviesan procedimientos de descontaminación antes de llegar a las quebradas. La industria suma miles de empleos directos e indirectos, cifra modesta, pero decisiva en una economía local donde cada puesto de trabajo sostiene familias y pequeños comercios. Lo que sale de las bandejas de almidón no es un simple insumo. Es un carbohidrato que aporta energía y estructura a panes, amasijos y productos de repostería. Gran parte de lo que se hornea en panaderías colombianas incluye almidón de yuca, aunque el consumidor lo desconozca. Aquí se trabaja con variedades como la yuca “algodona”, capaz de producir hasta 15.000 kilos de raíz por hectárea, destinada luego a abastecer panaderías y clientes de casi todo el país, con Bogotá como uno de los principales destinos.

En paralelo a las rallanderías, el corregimiento también ha buscado diversificar su base económica. En el barrio Las Veraneras funciona desde el 22 de mayo de 2004 el proyecto de Granjas Integrales de la Asociación de Cunicultores y Cuyicultores, ASOGRANJA, que se propuso desde el inicio trabajar sin discriminación, integrar a campesinos de la región y producir alimentos orgánicos. Su sede demostrativa alberga proyectos de gallinas ponedoras, cunicultura, caprinos, cítricos, café, pollo y huevo con enfoque de cuidado ambiental. El propósito declarado es servir a la comunidad con productos agrícolas y pecuarios de calidad, sin conservantes químicos. La representación legal recae en Orlando Cárdenas, otro de esos nombres que sostienen, sin estridencia, la economía local.

La vida cotidiana se teje además alrededor del centro de salud administrado por la ESE Quilisalud, que presta servicios de consulta externa, odontología, laboratorio clínico, programas de promoción y prevención, así como atención de urgencias. En el plano recreativo, el río Mondomo al que todos conocen como “las playas” es lugar de encuentro en verano. Un charco amplio, con un peñasco que sirve de trampolín, concentra fines de semana de familias que arman el tradicional paseo de olla con entrada libre, en un espacio que forma parte de la memoria afectiva de varias generaciones.

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El agua también ha sido escenario de organización comunitaria y de articulación institucional. El acueducto de Mondomo se levantó a partir de un propósito compartido entre empresas, Estado y ciudadanía. Fundación Propal, el grupo empresarial “Un valle solidario por el Cauca”, la Financiera del Desarrollo Territorial (Findeter), la Gobernación del Cauca, la Corporación Nasa Kiwe, el municipio de Santander de Quilichao, EMQUILICHAO E.S.P., la Universidad del Valle, Cinara, la firma constructora Arcila y Gutiérrez y la propia comunidad sumaron esfuerzos para construir un sistema de abastecimiento basado en filtración en múltiples etapas con gravas y arena, con mínimo uso de químicos y sin consumo de energía eléctrica. La inversión alcanzó 1.013 millones de pesos de entonces, equivalentes a unos 718.000 dólares. El 5 de diciembre de 1998 la obra fue entregada y fue reconocida nacionalmente por el programa “Alianzas para la superación de la pobreza” de la Fundación Corona, el Banco Mundial y la Fundación Interamericana.

Las demandas actuales plantean nuevos retos. El crecimiento demográfico y la presión sobre las fuentes obligan hoy a diseñar una segunda línea de conducción hacia Mondomo, acompañada de nuevos tanques de almacenamiento y del avance del acueducto de Palmichal, pensado para mejorar el suministro en zonas rurales y aliviar la carga sobre el sistema existente.

Al mismo tiempo, Santander de Quilichao arrastra una deuda cercana a los $80.000 millones de pesos con la Compañía Energética de Occidente. La administración logró frenar el crecimiento de ese saldo mediante la puesta en marcha de un acuerdo de cobro de alumbrado público que debería empezar a aplicarse hacia finales de 2025. Además, tramita ante el Ministerio de Minas y Energía un proyecto de obras por impuestos por $12.000 millones, que incluye la construcción de una granja solar de dos megavatios en Mondomo. La producción anual estimada, entre $180 y $200 millones de pesos, se destinaría a aliviar la deuda y fortalecer la capacidad energética del municipio. En ese mismo frente, la Alcaldía busca que CEDELCA entregue la pequeña central hidroeléctrica, la PCH de Mondomo, con la perspectiva de integrarla a los acuerdos de pago bajo reglas claras de administración y distribución de beneficios.

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