Soldados: carne de cañón
Opinión

Soldados: carne de cañón

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febrero 10, 2015
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Hace algún tiempo se afirmaba que mientras los altos miembros de la Fuerza Pública construían clubes y centros de recreación elegantes, a los soldados en combate les daban simplemente pan y salchichón.  Que vivían, además, en tiendas de campaña en condiciones precarias cuando en realidad eran los que estaban poniéndole el pecho al conflicto armado. Recuerdo que se levantaron voces para mejorar la situación de los soldados porque esos rumores se acallaron. Sin embargo, en esta semana que acaba de terminar, otro incidente demuestra que nuestros soldados son sencillamente carne de cañón. De nuevo, como muchas de las cosas que sucedieron la semana anterior, queda nuevamente en evidencia esa forma prepotente y alucinante como se maneja el poder en Colombia.

Ya el desplome del famoso puente que iba a ser inaugurado días después, cayó como una comprobación más de que en este país mucha cosas están en crisis y ya no es casi noticia que se caiga un puente más. Pero lo que parece increíble es la forma como el ejército hizo la prueba de resistencia del famoso puente. Lo llenó de soldados que estaban castigados y pasó lo que conocemos: el puente se cayó, y con ello también, no siete soldados, como dijeron al principio los generales, sino 40 o más salieron heridos. Es decir, los soldados tratados como carne de cañón.

No debería sorprender este absurdo manejo de la autoridad. Es bueno recordar que, por esta odiosa desigualdad que caracteriza a nuestra sociedad, la gran mayoría de los hijos de padres con ingresos altos se saltan el servicio militar. Por consiguiente, los soldados, en su gran mayoría, provienen de familias pobres especialmente rurales y no tienen las cajas de resonancia para llamar, de alguna manera, 'las palancas' para denunciar estos abusos de autoridad. Como la exclusión social se toma en esta sociedad colombiana como un hecho dado –sobre la cual nada puede hacerse–, a los soldados, a menos de que sean –como una excepción–, hijos del presidente, los tratan así.

Ojalá las contradicciones en las declaraciones de los jefes sobre el número de heridos y sobre la gravedad de los hechos, permitan establecer correctivos para que esa estratificación social que nos mata y que permite estas distancias entre jefes y subalternos, salga de una vez por todas a la luz pública y se actúe en consecuencia. No se ha escuchado hasta ahora nada por parte del alto gobierno –ministro de Defensa y demás. Nada que demuestre que este caso va a tener la investigación necesaria y que se tomarán medidas para que no se repitan casos en los cuales son los soldados los que pagan el pato.

En este desorden que parece crecer cada vez más en el país, no se salva el Ejército a quien el país le reconoce su cuota de sacrificio en estos largos años de conflicto armado, pero dentro del cual parece que también hay contaminación de malas prácticas que pululan en el país. Les corresponde a las autoridades respectivas aclarar los hechos, desde la forma como se contrató el puente que hoy está en el piso, hasta el tratamiento dado a los soldados que terminaron siendo las víctimas de lo que podría ser un manejo totalmente inadecuado. Que simplemente por tratarse del Ejército Nacional y de su autonomía no se ignoren las cosas oscuras que parecen estar envueltas en este episodio. Recuerden, en una democracia nadie tiene corona. Ni tampoco nadie, por pobre o subalterno que sea, puede ser tratado como carne de cañón.

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