Por estos días en televisión hemos visto los promocionales de la nueva campaña del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), “Por las buenas sí aprendo”, contra el maltrato a niños y niñas, a la cual damos la bienvenida, pues ya era hora de que desde el Estado se articulara un esfuerzo así.
Pero falta todavía mucho por hacer en cuanto a la difusión, para crear conciencia, de los graves impactos que tiene el maltrato, sobre todo en la primera infancia, en el desarrollo cerebral y emocional de los niños.
En un video de la campaña, un par de niños que sale de la escuela se enfrenta a diferentes “peligros” en la calle, como una obra en construcción, los ladridos de un perro o una alcantarilla destapada, que salvan sin problema, para al final advertirse que para algunos niños el mayor peligro está en su casa.
Al lanzar la campaña, la directora del ICBF, Cristina Plazas, advirtió que “la violencia intrafamiliar es el peor enemigo que tiene nuestro país, queremos concientizar a toda la sociedad que la afectación de un solo niño nos afecta a todos como sociedad”, a la cual hizo un llamado, incluidos los propios padres y los medios de comunicación, a sumarse a este esfuerzo por proteger a los niños e incluso denunciar.
Ana María Fergusson, Directora de Protección del ICBF, explicó en entrevista que la campaña masiva surgió de la preocupación por los muy altos índices de maltrato infantil en el seno familiar, a manos de los propios padres o cuidadores. “Al ser algo que ocurre en la casa, mucha gente considera que es el ámbito privado, pero esto es un asunto de carácter público que nos compete a todos”, señaló Fergusson.
Los adultos pueden educar sin recurrir a gritos, golpes ni violencia en general, pues con afecto, tolerancia y buenas razones los niños entienden mejor. “El niño no es solo un sujeto de deberes, sino también de derechos”, añadió la funcionaria.
Los procedimientos para canalizar una denuncia como resultado de esta campaña están definidos, lo que incluye medidas de acompañamiento psicosocial, refuerzo familiar y protección de los infantes, privilegiando que éstos sigan en su entorno siempre que sea posible.
Pero al preguntar a Fergusson por qué, para reforzar la concientización adulta, no se visibilizan más los impactos negativos del maltrato a niños y niñas a nivel cerebral, tales como deterioro del hipocampo, la amígdala o la corteza prefrontal, entre otros, con las consecuentes alteraciones en el control emocional y de impulsos (incluso violentos y autodestructivos), la funcionaria abordó el tema como por encima. “Antes que eso, que además ya está estudiado y diagnosticado, queríamos terminar de fortalecer la visibilización de esta problemática. Si queremos un país en paz, no podemos tener unas familias donde prime la violencia”, dijo.
Si uno busca las palabras hipocampo y maltrato infantil en Google, aparecen casi 14.000 registros, pero si uno busca hipocampo en el motor de la página del ICBF no aparece ni un solo registro, lo que da cuenta de la minimización del problema desde el punto de vista médico para un problema que además es diagnosticable y tratable.
“La campaña es un paso adelante para tratar de corregir una ausencia del Estado en una situación delicada, con consecuencias graves, como es el maltrato en la niñez. Pero esto también hay que mirarlo como un problema médico integral, no sólo social, en cuanto al impacto en el desarrollo cerebral y emocional del niño, incluso a largo plazo, cuando llegue a ser adulto y hasta para siguientes generaciones”, advierte el médico psiquiatra y farmacólogo Jorge Tamayo.
Expertos como Tamayo atribuyen la escasa visibilización, comprensión y concientización sobre estos efectos del maltrato a niños y niñas, tanto en las políticas públicas como en los medios de comunicación, a desconocimiento y falta de interés. “No se entiende cómo luego de conocer información que es contundente desde el punto de vista científico, sigue siendo algo secundario cuando se diseñan políticas públicas que apunten a tratar el maltrato en la niñez no solo como un problema social, sino también médico-psicológico”, afirma.
El silencio, la invisibilización y el desamparo institucional sólo contribuyen a la estigmatización de un problema que con tratamiento adecuado y oportuno tiene solución, no sólo para quienes reciben ayuda del ICBF, sino para quienes han sido objeto de maltrato en la infancia y nunca han buscado ayuda.
