La Gata, los paramilitares y la política: su huella en Magangué

La Gata, los paramilitares y la política: su huella en Magangué

Un ponqué de un metro de altura acompañado de tres orquestas que le llegó a Mancuso para la celebración de sus 40 años en Ralito confirmaron la reverencial amistad de La Gata con el paramilitar

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enero 23, 2014
La Gata, los paramilitares y la política: su huella en Magangué

Plata llama problemas y La Gata tenía que cuidar su madriguera. Justo por los días de amasar fortuna y opulencia, aquella región del país era dominada por el jefe guerrillero de las Farc, Martín Caballero, quien era temido por sus constantes vacunas y por el enorme número de secuestros que ejecutaba a todo el que señalarán de tener dinero. De tal situación no se salvó La Gata: a principios de los noventa su papá fue secuestrado y dos meses después lo encontraron muerto; lo mismo ocurriría a finales de 1995 con su hermano Domingo, el padre de la celebre Wendy Vanessa Alfonso López, a quien la guerrilla lo mató cuando se desplazaba en moto entre Talaigua y Cicuco. Cuentan que le habían puesto un cable en la carretera y después de quedar inconsciente le pasaron un tractor por encima. Tras la desaparición de su hermano, La Gata se haría cargo y acogería como a la luz de sus ojos a la huérfana Wendy Vanessa.

La venganza se atravesaría vestida de Convivir. Los Alfonso López no dudaron en seguir el consejo de Álvaro Botero Maya para que fundaran una empresa de seguridad privada avalada por el mismísimo Estado. Héctor Julio y Álvaro montaron el letrero de la Convivir ‘Esperanza futura’, que en una primera instancia apareció como un esquema normal de escoltas, pero que en pocos meses armó a más de cien hombres para cuidar especialmente los intereses de los Alfonso López. Paradójicamente los gatos comenzaron a ser cuidados por un ‘Ratón’; pues tal es el alias como se le conoce a Miguel Ramón Vega, jefe de seguridad de Enilce López.

Sumado a este nuevo grupo armado que tenía más motos, más armas y más carros a su disposición que la propia policía de Magangué, llegarían los verdaderos mercenarios entrenados para matar. El líder paramilitar Carlos Castaño había encargado expresamente a Salvatore Mancuso para que se hiciera al control total de esa región del país. Desmontadas las Convivir, según relatos de exparamilitares en Justicia y Paz, ex escoltas de La Gata pasaron a ser miembros del bloque Héroes de los Montes de María, dirigido por Luis Robles Mendoza, alias ‘Amaury’.

Arquímedes García Romero,  alias ´El Quimo`, hermano de Enilce López

Arquímedes García Romero, alias ´El Quimo`, hermano de Enilce López

Sentados en una de las mesas de los kioscos de Los Modulares, Pedro recuerda que hubo un momento entre los años 1999 y 2004 que no se podía andar por las calles de Magangué y menos cerca de la casa de La Gata después de las 8 de la noche. “Te subían a un carro o hasta en una moto y te llevaban a hacerte preguntas por los lados de La Bendición y ajá, si te consideraban basura ibas pal Magdalena, así le pasó a mucho pelao`s ¿ya?. Si no que eso no lo cuentan los noticieros”.

Lo mismo asegura Martha*, asistente de uno de los clérigos más respetados y que hizo varias obras en la región. Sentados en ‘Los Jugos’ frente a la Obra Social Diocesana donde funcionó una EPS, recuerda que después del respaldo de seguridad y presión brindado por órdenes del propio Mancuso a todo lo que rodeara el mundo de La Gata, esta le retribuyó los favores al paramilitar con varios contratos millonarios del sistema de  salud, no solo en aquel municipio, sino donde López puso alcaldes, versiones que también se trataron en los procesos de Justicia y Paz. Fue tanta su cercanía que el día que Salvatore Mancuso cumplió 40 años, tres orquestas y un ponqué de un metro de altura le llegaron a una de sus fincas en Santa Fe de Ralito (Córdoba) con una particular remitente: Wendy Vanessa Alfonso López.

Uno de los rumores de parque y de las hipótesis de los acuciosos investigadores del Centro de Memoria Histórica que no ha desenredado Mancuso en sus audiencias desde la cárcel de Northern Regional (Estados Unidos), es la de la presunta participación de Enilce López en la trágica masacre de El Salado. Es de recordar que la incursión paramilitar en el año 2000, que dejó más de 100 campesinos asesinados, fue ejecutada por alias 'Juancho Dique' después de “determinar” que era un pueblo absolutamente colaborador de la guerrilla. Dentro de las fatídicas pruebas que habían recogido las autodefensas, también se encontraban las quejas de las familias potentadas de la zona. Según los relatos de algunos desmovilizados, los cuales nunca se han comprobado, está un llamado que le habría quitado el seguro al arma perpetradora de Mancuso, Jorge 40 y Juancho Dique: la familia Alfonso López se quejó sobre la desaparición de un centenar de sus cabezas de ganado echándole la culpa a campesinos de El Salado.

Salvatore Mancuso era el encargado de hablar con los empresarios de Bolívar para que aportaran dinero a las arcas paramilitares

Salvatore Mancuso era el encargado de hablar con los empresarios de Bolívar para que aportaran dinero a las arcas paramilitares

En Magangué hay cinco piscinas; tres son sociales y dos privadas. Las particulares quedan en un par de mansiones inmersas en los humildes barrios El Carmen y Baracoa. “¿Adivina de quiénes son las casas con pileta en esta ciudá?”, me pregunta el mototaxista que me recomendaron de camino a ver la fachada de la casa de La Gata. Me confunde porque primero nos asomamos en una esquina de paredes blancas, hermética como una caja fuerte, donde hay tres misteriosos mototaxistas que no parecen ser lo que quieren aparentar. “Aquí vive don Hétor, nunca sale. Pero si no hay camionetas acá afuera no hay nadie porque toda la gente está en Barranquilla por el problema de la ‘Seño Emilce’”, dice don  Carlos*. Subimos tres calles más y nos encontramos con una bella casa, las puertas también están cerradas pero afuera hay un hombre amparado con su guacharaca y su uniforme de vigilancia privada. “Aquí también viven ellos”, afirma mi Virgilio en el recorrido por este infierno donde no manda Lucifer sino “ellos”.

La suma de dinero, armas y reverencia le produjo a La Gata la sed de aquella leche que se conoce como poder. Igual que Pablo Escobar, su peor error fue ingresar a una jaula de pirañas llamada política. Ella misma lo reconoció hace poco mientras convalecía en una clínica de Barranquilla. No comenzó por lo bajo, es decir apoyar concejales o diputados, sino por los de la punta de la pirámide; así lo hizo con William Montes en su candidatura al Senado en el año 2002. Montes finalmente fue enviado a la cárcel por la Corte Suprema de Justicia tras sus vinculaciones con paramilitares. Pero como si fuera poco, ese mismo año le invirtió a la campaña política de Álvaro Uribe Vélez a la Presidencia de la República, 100 millones de pesos, dato que admitió el propio expresidente. Fuentes de la región dan cuenta que tal vez sin saberlo, en plena campaña Uribe se movilizaba en las camionetas blindadas de los Alfonso López, familia que se identificaban plenamente con las ideas políticas del antioqueño.

Al año siguiente lanzó al agua al gato de la casa. Con apenas 32 años de edad y sin haber manejado en su vida ni un puesto de chance, su hijo Jorge Luis Alfonso López llegó al primer cargo de Magangué con una asombrosa votación de 26 mil votos. Lo más recordado de su paupérrimo mandato fue la fiesta que realizó con orquestas, platillos y pompones en honor a su cargo. No fueron invitados lo ciudadanos que lo habían elegido, sino toda la dirigencia del Departamento de Bolívar. La siguiente alcaldía (2005) la perderían con el hoy detenido por homicidio Anuar Arana, pero los ojos de la felina estaban puestos en administraciones de más calado, tal vez fue por ello que apoyó económicamente a Nicolás Curi para llegar a la primera silla de Cartagena, un hecho que ella misma reveló tras confesar que el exalcalde le debía la plata de la campaña.

Tiempo después Curi sería encarcelado por celebración indebida de contratos. En ese 2005, Enilce también le prestaría la chequera a Libardo Simancas para que fuera elegido gobernador de Bolívar, acaso necesitaba en contraprestación de su socorro el mejor de los favores: que Simancas le otorgara la operación del chance en ese departamento a su empresa Unicat; “Unigata, en español” como dicen los magangueleños. Simancas también pago una pena por nexos con paramilitares, pero salió de la cárcel tras haber confesado que en realidad él era un parapolítico de pura sangre.

Jorge Luis Alfonso López y el expresidente Álvaro Uribe Vélez

Jorge Luis Alfonso López y el expresidente Álvaro Uribe Vélez

En la fachada de una humilde casa del barrio Macondo, al noroccidente de Magangué, el nombre de Héctor Julio Alfonso López, el logo del partido PIN y el número 6 han querido ser borrados hasta con meados, sin embargo, lo más efectivo fue haberle vaciado un tarro de spray negro. No han sido 100 años de soledad, pero si han pasado cuatro desde que el político mandó prometer que les llegaría agua para que hicieran hielo. Y mandó decir, porque sus escrúpulos de nuevo rico no lo dejaron visitar el digno asentamiento, que la basura de sus calles serian recogidas, pero se le olvidó decir por quién y cuándo.

Esa es la vida que aún le queda a los gatos; en el año 2006, Héctor Julio contó con todos los recursos de su mamá para llegar al honorable Congreso de la República. Con apenas 28 años salió elegido representante a la Cámara, después de recibir 100 mil votos de gente que hasta pernoctaba en el cementerio. Cuatro años más tarde dio el salto al Senado, prometiendo sueños como lo hacía su madre cuando leía la mano y vendía números de la suerte. Aquellos juramentos le significarían la no despreciable suma de 78.787 votos. No obstante, los aullidos del gato no se oyeron en el Congreso durante tres años, pero hoy sus garras tratan de no soltar la investidura de senador que podría perder tras una investigación por sus acciones en Aposucre y el posible tráfico de influencias que habría ejercido para ganarse de nuevo el chance, ese que le dejarían las ganancias y las ganas de algún día llevarle agua al barrio Macondo.

Por @PachoEscobar

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