Y ¿qué hace tu papá?
Opinión

Y ¿qué hace tu papá?

En los municipios siempre hablo de la necesidad de darle grandeza a la política, para que mi hija de 4 años pueda responder con orgullo “es político”

Por:
enero 07, 2018
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Llevo ya varios meses recorriendo los municipios y veredas del Departamento de Antioquia.  Lo hago como parte de un proyecto de participación y organización política y, desde lo personal, como una especie de terapia contra la desesperanza y la incertidumbre.  En años anteriores, y como parte de mis responsabilidades en la función pública, tuve el gran privilegio y orgullo de visitar (decir conocer es extremadamente ambicioso e injusto) los 125 municipios que hacen parte del Departamento.

Antioquia, lo decía el exgobernador Sergio Fajardo, es como un país. Flanqueadado por los ríos Magdalena y Atrato y atravesado por el río Cauca.  Con playas en el mar Caribe, numerosos páramos, extensas y ancestrales zonas mineras, 94 municipios cafeteros, selvas tupidas y áreas metropolitanas con avances y problemas equiparables a los de ciudades de países desarrollados.  Cerca de 6,5 millones de habitantes en 63 000 kilómetros cuadrados y 4300 veredas.  Tomaría una vida entera poder realmente conocerlo.

Pero más que kilómetros recorridos o localidades visitadas me interesa compartir algunas reflexiones sobre lo que la gente expresa en las plazas públicas, en las reuniones comunales o  en los momentos donde se charla alrededor de un  tinto.   En primer lugar, hay que señalar que la inmensa mayoría de las personas que viven en nuestros municipios (exceptuando las ciudades capitales, algunas intermedias y las áreas metropolitanas) no viven inmersos en la explosión informativa que nos abruma a algunos y, no obstante tener posibilidades de conexión a internet (algunas plazas y edificios públicos), la cantidad de información que se recibe en las zonas rurales es poca.  El efecto directo de esta situación es que los problemas y preocupaciones de la gente son los  relacionados con su realidad próxima: la vía, la institución educativa, el microtráfico local, el agua de la vereda, el futuro de sus hijos.  El Estado no es nunca el Palacio de Nariño o el Congreso. El Estado es el concejal conocido, el alcalde algo más lejano, la Policía Nacional (en los cascos urbanos) y, de cuando en cuando, los funcionarios de chaleco (departamental o nacional) quienes hacen acompañamiento a familias y comunidades.  Como las relaciones entre las personas siguen siendo directas y las fuentes de información escasas, se juzga la efectividad y legitimidad del Estado por sus resultados tangibles en el  territorio y no por su destreza comunicacional, sus seguidores en Twitter y Facebook o por los reconocimientos, señalamientos y ataques de otros.  Estado es igual a presencia y efectividad.

Para los que estamos inmersos en la intensa, irresponsable, y en muchos casos difamatoria discusión política en las redes, en ciertos espacios de discusión y hasta en algunas familias, anima mucho poder conversar y debatir en ambientes más tranquilos donde se habla desde las realidades territoriales y se expresan opiniones de manera pausada y con muchas menos influencias e interferencias.  Obviamente hay posiciones políticas y críticas, pero sin las pasiones destructoras que han invadido la discusión política.  La Violencia de mediados de siglo XX dejó marcas profundas en muchas comunidades y hoy parece existir un espacio sosegado para el intercambio político.  Se encuentran, por supuesto, seguidores y admiradores del expresidente Uribe, pero rara vez esa cercanía va acompañada del señalamiento de traidor al presidente Santos y no es nada común escuchar el término “castrochavismo”.  La gente no ha caído en las pequeñas luchas de los presidentes.

 

El clientelismo, la manipulación, la corrupción y la desconexión
de una clase política enfocada solo en ganar elecciones
hacen  daño real y las personas suelen expresarlo

 

Es verdad que aun en los municipios pequeños, o alejados de las grandes ciudades, la política y los políticos generamos desconfianza, cansancio y cierta distancia.  No hay que tener redes o muchos medios de comunicación para sentir que buena parte de la actividad política ha estado lejos de las necesidades y los derechos de la gente.  El clientelismo, la mentira, la manipulación, la corrupción y la desconexión de una clase política enfocada solo en ganar elecciones hacen un daño real y la gran mayoría de las personas suelen expresarlo. Precisamente por esto es tan importante llegar a los territorios para reivindicar la actividad política como una de las acciones humanas más valiosas y admirables. Recordarles  que lo fundamental en política es la vocación de servicio y que se busca y el ejerce el poder para transformar la vida de los ciudadanos.  Todo lo demás son perversiones y desfiguraciones.  Hay que volver a los territorios para mirar a la gente a los ojos y decirle, muchas veces, que el voto sigue siendo una herramienta poderosa para transformar, pero que hay que saber elegir a quienes verdaderamente nos representen y de quienes  nos sintamos orgullosos.

 

Caminé por la plaza de un pequeño municipio con dos exalcaldes.
elegidos antes de los 25 años de edad.
Los saludos y abrazos afectuosos de la gente impedían el avance

 

Este fin de semana pasado caminé por la plaza de un pequeño municipio con dos exalcaldes.  Habían  sido elegidos antes de los 25 años de edad, para ambos fue  su primer contacto con el mundo electoral y continúan trabajando en diferentes espacios  por su territorio.  Nos demoramos mucho tiempo en recorrer una corta distancia.  Los saludos y abrazos afectuosos de la gente impedían el avance.  Cariño y agradecimiento en grandes cantidades.  Hay una manera decente y digna de ejercer la actividad política y la gente, cuando puede escoger, la reconoce y la agradece.

En mis charlas municipales  hablo de la necesidad de darle altura y grandeza a la política y siempre digo que uno de mis objetivos es lograr que cuando a mi hija de 4 años le pregunten ¿qué hace tu papá?  Ella saque pecho, suba el mentón y diga, “es político.”

Publicada originalmente el 30 de abril de 2017

 

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