¿Y ahora quién cura al mundo de sus peores males?

¿Y ahora quién cura al mundo de sus peores males?

"Hay cansancio ciudadano hacia lo político, que provoca insatisfacción y que recicla políticos desencaminados o desgastados"

Por: ismael suárez_córdoba -
septiembre 08, 2020
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¿Y ahora quién cura al mundo de sus peores males?
Foto: Leonel Cordero

En estos tiempos en los que el mundo (en donde las personas suelen ser simplemente un número de cédula y que en varios países hoy se protesta por la insuficiente gestión gubernamental de una pandemia que sigue golpeando con dureza* y por la severa crisis económica que ha dejado sin trabajo a una cuarta parte de la población del planeta) es consciente de sus males, pero que se ha desgastado luchando contra los síntomas, sin renunciar a las causas que lo enfermaron, políticos de todas las tendencias están usando la retórica de la "no verdad" para convertir la realidad en algo subjetivo e inestable, logrando separar a la gente y haciendo que cada país se vaya al infierno de los extremos. Así reavivan las llamas de la agitación, provocadas por activistas violentos cuyo oficio es trastornar la normalidad de la vida colectiva y sembrar el caos en las ciudades, destruyendo, saqueando y vandalizando todo a su paso; devastación que como el virus salta de país en país** y que, entre bombas, humo y explosiones, logra que sea difícil saber qué lugar es seguro para protegerse.

Tirios o troyanos alegan que la brutal destrucción siempre la provoca la cerrada posición de los contrarios; o la violencia policial que tiene sesgo político; o que a veces es necesario quemar calles ya que la historia demuestra que ningún cambio ha surgido de una pacífica protesta; devastación que por regla general la causa una minoría a la que le importa poco qué tan duro se trabaje para sacar adelante un negocio, de cuántas personas depende su sustento o qué pasará con la gente (la gente normal) que necesita ir a diario a su trabajo. De esta forma se horada el ánimo de los ciudadanos, que después del esfuerzo de votar comprueban con sensación de rabia y desesperación contenidas que los políticos prefieren insultarse a entenderse y que el ansia de poder de unos y la falta de humildad de otros les impide reconocer su propio fracaso; observando que dejan abiertas las puertas a su mediocridad cada vez que hablan, careciendo de amplitud mental para poner por delante solo lo importante.

Enfrentamientos que se rigen por la contradicción entre lo posible y lo imaginario, que genera intromisión política por parte de potencias rivales (con capacidad de intervención o de desestabilización), lo que produce sentimientos de intranquilidad y de desamparo en la gente del común, porque ningún político hace nada para que una nación avance o progrese, así el país tenga el agua al cuello por la corrupción, la delincuencia, la injusticia y la codicia. No obstante, la mayoría de personas entienden que la confrontación de ideas es necesaria, ya que democracia es un régimen filosófico basado en el diálogo entre quienes buscan la verdad y que si en un país siempre gobernara el mismo partido se llegaría a una situación de despotismo, pues "nadie ha sido capaz de desmentir a cerca de como corrompe el poder" (Barón de Montesquieu 1689 - 1755).

Hay cansancio ciudadano hacia lo político, que provoca insatisfacción y que recicla políticos desencaminados o desgastados (que no perciben que su primera obligación es entender las necesidades del país en que viven), pues el rotundo fracaso que representa la polarización política hoy forma parte de esta indignación que se torna en hartazgo, en el que se debilita el grado de consenso o percepción de pertenencia hacia un proyecto político, ya que las mentiras se convierten en el instrumento más atractivo para adquirir votantes desinformados o inconformes, al representar millones de personas fácilmente manipulables. Esta es una guerra de facciones, que está erosionando el pluralismo político y la política representativa global, fortaleciendo propuestas radicales. Situación que sirve de abono para el ascenso de totalitarismos de extrema (derecha o izquierda) tan propensos a la opresión, o del populismo con el que se designan diferentes "abstracciones estratégicas de la realidad", ante la falta de respuestas que se advierte en la esfera internacional.

Este es un escenario en el que los partidos políticos han perdido credibilidad ante la sociedad, precisamente por tanto abuso, por tanto escándalo, por el mal manejo que han hecho de los recursos públicos. Credibilidad que siempre se debe jugar en el campo de la franqueza, de la honradez y de la transparencia, ajeno a la violencia y al rencor, Caminando con firmeza y con la vista puesta en fórmulas sociales modernas que no estén basadas en sistemas fracasados o en arbitrarias ideologías de estados fallidos. Sistemas que, dada su distorsionada concepción del mundo, no consiguen garantizar las mínimas condiciones de seguridad y supervivencia, imponiendo solo una voluntad sin límites ni contrapesos.

Frente a esto es necesario que, como un asunto crucial de política internacional, se haga un llamamiento a un pacto de civilidad global, permitiendo un ejercicio de reflexión sobre la azarosa manipulación política y la necesidad de potenciar el pensamiento crítico por medio de la generación de consensos alrededor de temas de interés para los ciudadanos; aceptando ideologías y posturas contrarias, que se deben considerar en lugar de juzgar, para que así prevalezca el orden, la paz y la cohesión social, tan deteriorados en un planeta en que la desidia y el desinterés de las élites políticas llevan siglos destruyéndolo de distintas maneras (como con la genial y última idea de los países de alto nivel de ingreso, de 'vender' a los países más pobres montañas de basura electrónica, que incluye todo lo que es muy difícil y costoso de aprovechar, transformar, reciclar o destruir, sin generar altos niveles de contaminación ambiental).

Notas al texto.

(*) El COVID-19 (Coronavirus SARS-CoV-2), continúa extendiéndose por el planeta y ya ha infectado a más de 26,9 millones de personas, con una cifra global de decesos de más de 885 mil personas y de 17,7 millones de recuperados (65.8 %). El país más afectado es Estados Unidos, con más de 6,2 millones de contagios y más de 188.000 fallecimientos, seguido de Brasil e India, que superan los 4,1 millones de casos y acumula casi 126.000 y más de 70.000 muertos, respectivamente. Rusia también ha superado el millón de contagios, mientras que Perú, Colombia, Sudáfrica y México han diagnosticado a más de 600.000 pacientes. En Europa España, acumula desde febrero 498.000 casos y más de 29.000 muertes. Seguido de Italia con 277.634 casos, 35.541 muertes. Siendo el Reino Unido el país de Europa con mayor número de fallecidos con una cifra de más de 41.500 víctimas, junto a los registrados en Francia, Alemania, Suiza, Suecia, Bélgica, Portugal, Bielorrusia y Turquía.

En Asia y en su orden, encabeza el contagio China (país epicentro de la pandemia), Irán, Filipinas, Corea del Sur, Japón, Arabia Saudí, Bangladesh, Pakistán, Indonesia, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. En África el virus está infectado a numerosa población en Egipto, Marruecos, Etiopía, Nigeria, Argelia, Ghana y Kenia. Continente donde se estima que si la pandemia no se controla, podrían morir más de 300.000 africanos y contagiarse hasta 44 millones, dado que un 66% de los hogares no cuentan con agua ni para lavarse las manos. En Oceanía, Australia registra un rebrote con poco más de 26.000 contagios y 700 muertes. Y Nueva Zelanda, que impuso un confinamiento muy estricto y logró controlar la enfermedad, vuelve a tener casos activos (Fuentes: OMS y Johns Hopkins University, actualizados al 06/09/2020 y empleando la definición de 192 países de la ONU)

(**) Desde el agitado final de 2019, en el mundo las protestas se producen en todas las regiones y en todo tipo de sistemas políticos. Tanto en los países más ricos y democráticos, como Francia, hasta los más autoritarios como Venezuela, Irán o Irak. Donde a diferencia de la primavera árabe del 2011, o el levantamiento en Europa del Este hace 30 años contra el comunismo, es difícil encontrar una unidad ideológica o unas causas comunes. Siendo lo más probable, que la actual cobertura mediática global y el mayor acceso del ciudadano medio a la información, sea lo que permite que los manifestantes se inspiren con lo que ocurre en otras partes del mundo. Aunque estas tengan distintos motivos, tales como: las restricciones por la pandemia, la crisis económica, gobernar con estilo autoritario o tener diferencias de posturas (políticas o ante la discriminación racial o la diversidad sexual); o para evitar el desmonte del estado de bienestar, o de los subsidios; o por la presentación de la reforma pensional, o del ajuste presupuestal; o para exigir el respeto a la vida, a los acuerdos, a los derechos humanos; o llamar la atención sobre el cambio climático, la disminución de los puestos de trabajo, la revolución tecnológica, la explotación minero-energética, la conservación de territorios ancestrales; o por atreverse a pensar distinto, o hacer las cosas de diferente manera, o por intentar construir un país incluyente.

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