Volvió la grandeza en Game Of Thrones: el mejor capítulo desde La Boda Roja

Volvió la grandeza en Game Of Thrones: el mejor capítulo desde La Boda Roja

Marina Franco, crítica de The New York Times, analiza el capítulo cumbre de la 7 temporada. La serie asegura su lugar en la historia de la televisión

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agosto 09, 2017
Volvió la grandeza en Game Of Thrones: el mejor capítulo desde La Boda Roja

Daenerys Targaryen alguna vez aseguró que no pretende detener la rueda, sino romperla. Así que tiene sentido que ahora reinterprete otro refrán: “Si no puedes con tu enemigo, rostízalo”.

Es sabido, como dirían los dothraki, que el noveno episodio de las temporadas de Game of Thrones usualmente es el mejor. Es cuando nos ha tocado ver la muerte de Ned Stark, las batallas de bahía del Aguasnegras y de los bastardos, el asedio al muro y una boda muy roja. Pero esta séptima temporada nos acaba de dar un gran gran capítulo, y apenas vamos a la mitad.

Hay mucho qué discutir; empecemos por el campo de fuego.

A Daenerys y sus aliados no les ha ido nada bien últimamente. Su intento de movilizar tropas por medio de Dorne terminó en masacre, con Yara como rehén, la muerte de dos Serpientes de Arena y la captura —y posterior muerte— de la tercera hermana, así como la destrucción de parte de su flota; esta fue rematada aún más con un asalto a Roca Casterly que se volvió un asedio de los Inmaculados y permitió la toma de Altojardín (descanse en paz, Reina de las Espinas).

Así que Daenerys repiensa su estrategia: “Basta de planes ingeniosos”. Y lo hace con el consejo de Jon (a quien Davos, quizá el personaje con mejor toque humorístico de la temporada, tiene la ocurrencia de señalar que lo notó viendo el “gran corazón” de la reina Targaryen; más al respecto adelante).

Jon le dice a Daenerys: si usas los dragones “para derretir castillos e incendiar ciudades, no serás diferente” a los rivales y antiguos gobernantes. Entonces ella decide derretir a soldados e incendiar suministros.

Robert Baratheon no inició una rebelión ni llegó a ser rey sin saber hacer batalla y ya desde la primera temporada destacó que “solo un tonto se enfrentaría a los dothraki en campo abierto”. La desventaja de combatir a un khalasar aumenta considerablemente cuando también hay un dragón de por medio.

El ejército Lannister-Tarly se vuelve ceniza esparcida por el viento en el Dominio, camino de regreso a Desembarco del Rey, y lo único que puede hacer Bronn es ganarles algo de tiempo a él y a Jaime (y quizá también a Randyll y Dickon Tarly).

La ballesta de Qyburn, que vimos primero cuando el maestre se la mostraba a Cersei en los calabozos de la Fortaleza Roja y que el regimiento Lannister convenientemente traía en una carreta, funciona. En medio del asalto de los dothraki y del humo por la tierra quemada, Bronn dispara al costado de Drogon, lo que lo obliga a aterrizar y hace que Daenerys baje la guardia.

Es en ese momento que Jaime ve en la hija los pecados del padre, el Rey Loco a quien mató por sus planes de quemar vivos a campesinos y ejércitos, y la oportunidad de poner fin a la guerra por el control de Westeros con su muerte. Armado con una lanza en la buena mano que le queda (ya había dicho que no podía controlar la ballesta con la zurda), cabalga hacia ella como si estuviera en una justa de exhibición; excepto que del otro lado no hay un caballo, sino un dragón.

Bronn llega justo a tiempo para empujarlo fuera del alcance de las llamas: splash.

Sin embargo, antes de que suceda todo esto por el río Aguasnegras, hay dos momentos de especial importancia que apuntan hacia el futuro entre las cenizas.

El primero es en Rocadragón. En una conversación con Missandei sobre el término bastardo, Jon le explica que se debe a que su padre y su madre nunca estuvieron casados, excepto que desconoce su verdadero linaje, por lo que esa afirmación pronto podría resultar equivocada. Y después hay otra conversación reveladora mientras Jon y Daenerys admiran pinturas rupestres en la cueva de vidriagón: son pinturas que muestran la colaboración entre los Hijos del Bosque y los Primeros Hombres para derrotar a los Caminantes Blancos.

Es una escena con varios matices: la lección de historia se desenvuelve con una mezcla de tensión sexual palpable entre ambos (sí, son tía y sobrino sin saberlo, pero los Targaryen tienen muchos antecedentes de incesto) y de lucha de poder sobre si arrodillarse o no y qué pensarían los norteños.

“¿No importa más su supervivencia que tu orgullo?”, le cuestiona Daenerys a Jon. Los guionistas del capítulo —los productores ejecutivos David Benioff y Dan Weiss— claramente quieren hacernos recordar que el mismo Jon alguna vez le lanzó la misma pregunta a otro rey, Mance Rayder, y que de por medio también estaba en vilo la unión de grupos dispares en pos de defenderse contra los Caminantes Blancos.

La escena termina sin que Jon responda, pero sin duda es una relación que seguirá dando de qué hablar.

El segundo momento que presagia movimientos a futuro tiene que ver con una daga, al estilo de arma de Chéjov.

El encuadre del director Matt Shakman durante la conversación entre Bran y Petyr Meñique Baelish hace evidente cómo este último termina estando, quizá por primera vez en mucho tiempo, acorralado. Le regala al ahora Cuervo de Tres Ojos la misma daga con la que un mercenario intentó asesinarlo, acto que llevó a Catelyn Stark a viajar a Desembarco del Rey para vengar a su hijo y, tras creerse el cuento de Petyr de que el arma pertenecía a Tyrion, a secuestrar a este. Fue uno de los eventos que desencadenó la Guerra de los Cinco Reyes junto con la decapitación de Ned Stark… que sucedió después de que fuera arrestado por la traición de Petyr, quien le puso la misma daga al cuello. Pero Bran no es ingenuo: “El caos es una escalera”, le hace notar a un Meñique atemorizado.

Y ese puñal de origen misterioso (uno de los libros sobre historia que estaban viendo Sam y Gilly al inicio de la temporada parece mostrarla en un tomo que habla de Aegon Targaryen, el Conquistador), hecho de acero valyrio —material capaz de matar a Caminantes— termina en manos de Arya.

El sparring de Arya con Brienne es un deleite, sobre todo cuando recalca que “Nadie” le enseñó a pelear. Pero también demuestra que, tal como Bran, su regreso a Invernalia se da después de que ha cambiado tanto que esos reencuentros familiares se sienten, por momentos, como reencuentros con desconocidos.

Bran le dice a Meera Reed que ahora es alguien muy distinto; no puede ni despedirse bien cuando ella le recrimina que su hermano murió por él, al igual que el lobo huargo Summer y que Hodor.

 

Es como la estatua de la cripta de Ned, que fue labrada sin tener casi parecido al patriarca Stark. “Todos los que conocieron su cara están muertos”, le dice Sansa a Arya. “Nosotras, no”, responde la hermana menor. El desconocer a alguien no elimina la posibilidad de desarrollar una nueva y mejor relación; al fin y al cabo Sansa delata una sonrisa cuando se da cuenta de que la lista de la que habló su hermana no es un invento ni una broma.

Y aunque la historia de cómo cada hermana regresó a Invernalia no es una muy placentera, Arya recalca: “Nuestras historias todavía no terminan”.

¿Qué opinas sobre el posible romance entre Jon y Daenerys? ¿Qué crees que esperaba lograr Meñique al darle a Bran la daga? ¿Te sorprendió lo rápido que llegó el khalasar al Dominio? ¿Cómo calificarías esta batalla en comparación a las de temporadas pasadas?

* Tomado del New York Times

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