Vientos de cambio
Opinión

Vientos de cambio

El 2018 trae la promesa cierta de finalizar, —con nuestro voto— la pesadilla que durante ocho años hemos tenido que vivir

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diciembre 19, 2017
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Se termina otro año. Para unos no es más que un cambio de almanaque; para otros, un largo, costoso y ruidoso fin de semana. Para muchos, el 2018 trae la promesa cierta de finalizar la pesadilla que durante ocho años hemos tenido que vivir de cuenta de una gavilla de avivatos que trataron de anular la institucionalidad del país, en nombre de uno de los mayores anhelos de cualquier ser humano: la paz. Con ese pretexto nuestro actual presidente se hizo con una cuantas coronas suecas y un premio vergonzante; otros, los más, engordaron sus arcas y las seguirán engordando con esa nefasta pirámide del mal llamado posconflicto.

Es de reconocer que se avanzó en la disminución de la intensidad de las confrontaciones entre el ejército y los delincuentes, lo que llena de alegría y de tranquilidad a las familias de los humildes soldados y de los terroristas; pero ello no compensa el descuaderne institucional que se perpetró en su nombre.

Ahora la paz es un término de mercadeo. Amargo para algunos y deseable botín para los negociantes, quienes ante la perspectiva de perder su tajada en este nuevo ponqué, se enfrentan sin tapujos por la paternidad de la nueva era en la que estamos entrando, según las gangosas palabras de nuestro actual presidente.

Y como reza el dicho, en peleas de comadres se conocen las verdades. Alentado por su afán de ganarle la apuesta por el poder a Germán Vargas, el senador Armandito Benedetti sale a hacer una serie de graves acusaciones contra él, el fiscal y el presidente de la República. Aclara eso sí, que se acaba de enterar de lo que denuncia, anticipándose a las lógicas recriminaciones por no haberlo hecho antes. No aclara si además del show mediático que armó, ha cumplido con su obligación civil de denunciar de manera formal ante las autoridades. El senador Robledo, del Polo democrático, al menos anunció dar traslado a la temible Comisión de Acusaciones de la Cámara, lo que debe tener desfondados de la risa a los implicados.

 

Las acusaciones del senado Benedetti son de la mayor gravedad;
como es igual de grave que el video
de la rueda de prensa haya desaparecido de la Red

 

Y son acusaciones de la mayor gravedad; como es igual de grave que el video de la rueda de prensa haya desaparecido de la Red; o que el fiscal no se haya pronunciado sobre un tema que compromete directamente su honor personal y la dignidad del cargo que ostenta. Porque, o el senador Benedetti miente de manera descarada, o el fiscal, el presidente y el ex vicepresidente son un trío de hampones indignos de su cargo. Los dos lados no pueden tener la razón.

Indigna estar gobernados por semejantes pícaros. Ofende la inteligencia de los colombianos que Benedetti venga a decir que apenas se enteró. Sus motivaciones para denunciar distan mucho de ser altruistas y ya es evidente el rédito electoral que está buscando.

Este tipo de espectáculos son los que nos deben dar la razón final para decidirnos a cambiar. No puede ser que en las próximas elecciones vuelvan a ganar los votos comprados contra los de los abstencionistas. Por mucho dinero que destinen las maquinarias, no les alcanzaría si los apáticos, los desilusionados y los indecisos resuelven que es el momento del cambio. No más honestos de nuevo cuño como Benedetti, no más camaleones como Barreras, esperando a ver quién gana para adherir; no más gobiernos humanos de líderes y liderezas empeñados en destruir todo el aparato productivo del país para gastarlo en asistencialismo populista, luego de descontar su jugosa comisión revolucionaria. No más delincuentes escondidos en los organismos internacionales para eludir la justicia (o al menos para no tener que pagar los altos honorarios que cobran sus jueces).

La salida es la que otorga la democracia: los actuales actores ya demostraron no solo su ineptitud sino sus malas intenciones y su afán de lucro a expensas de los demás. Si la decencia, esa virtud tan escasa en los altos cargos de la Nación, no les aconseja dar un paso al costado y permitir que otros con mejores intenciones ocupen los puestos de dirección del Estado, tendremos que ser las personas que no soportamos un escándalo de corrupción más quienes los invitemos a retirarse a esperar el veredicto que dicte una justicia justa, imparcial y confiable. El voto puede decidir entre corregir el camino o arrojarnos a un abismo de anarquía como el que sufren nuestros atribulados vecinos, por cuenta de la infinita ambición de unas personas que derivan su poder ya no de sus calidades intelectuales y éticas, sino de su capacidad de reproducir el mal en todo lo que tocan.

Aprovechemos este fin de año para reflexionar sin apasionamientos y sin banderas de ningún color. Pensemos en la enorme tarea de reconstrucción que nos espera, si queremos frenar esta espiral descendente de corrupción y sentar las bases de un mejor país para las siguientes generaciones.

Felices fiestas a todos.

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