La mañana del 28 de mayo en Bogotá fue escenario de una jornada de movilización nacional marcada por bloqueos y protestas en puntos estratégicos como el Portal Américas, Portal 80, Portal Suba y la Autopista Sur. Las manifestaciones convocadas como apoyo a la propuesta de consulta popular del presidente Gustavo Petro —rechazada recientemente por el Senado—, reunieron a diversos sectores sociales que se volcaron a las calles para expresar su descontento.
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Entre las múltiples expresiones de protesta, una en particular llamó la atención por su carácter simbólico: la preparación de un sancocho comunitario en plena Autopista Sur, frente al CAI de Bosa Estación. Ollas, leña, verduras y carne fueron los instrumentos de una manifestación que trascendió el reclamo político para convertirse en un acto de comunidad. Cocinar en colectivo, en medio de una vía usualmente reservada al tránsito, fue una forma de ocupar el espacio público no solo con consignas, sino también con gestos cotidianos y profundamente humanos.
Este tipo de protesta, lejos de ser anecdótica, pone de manifiesto nuevas formas de participación ciudadana que combinan resistencia, diálogo y cultura popular. El sancocho —plato tradicional, símbolo de lo colectivo— se convirtió aquí en vehículo de unión y de mensaje. La protesta dejó de ser únicamente una interrupción del orden para convertirse en una propuesta de encuentro.
Mientras en otras partes de la ciudad se llevaban a cabo marchas, plantones y actividades culturales —como la realizada por colectivos feministas en la Universidad Nacional—, el sancocho en la autopista evidenció que el descontento social puede expresarse con creatividad, identidad y sentido de comunidad.
En tiempos de polarización y crisis institucional, este tipo de acciones proponen una forma distinta de entender la política: desde lo cotidiano, lo solidario y lo popular. En ese contexto, cocinar juntos en la calle no es solo un acto simbólico: es una forma de resistencia.
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