Un fenómeno llamado Michael Phelps

Un fenómeno llamado Michael Phelps

El presidente de la Sociedad Colombiana de Ciencias del Deporte analiza las condiciones físicas extraordinarias de este nadador norteamericano que lo convirtieron en el triunfador de los Olímpicos

Por:
agosto 22, 2016
Un fenómeno llamado Michael Phelps

Hace ocho años, un portal Web con tono sensacionalista y con cierto empirismo en medio de las emociones olímpicas, publicó una interesante gráfica con el análisis del cuerpo privilegiado de Michael Phelps. Acababa de ganar su séptima medalla de oro en Beijing y ya se presagiaba lo que vendría, como atleta excepcional. Se le abona al medio su adelanto y la capacidad de impacto. Esa valoración gráfica, por pegar primero, se viralizó convirtiéndose en referente del cual hasta hoy grandes medios siguen haciendo eco para hacer consideraciones y explicaciones sobre este fenómeno deportivo.

Lo malo de esa ‘descrestadora” publicación es que aporta demasiada especulación y desinformación esencial sobre el biotipo de Phelps y sus hábitos. De allí se difundió masivamente que el nadador tenía una dieta diaria de al menos 10.000 kilocalorías (hablaban hasta de 12 mil) que por ello llegaba a consumir hasta 30 huevos diarios (algo absolutamente descabellado para cualquier ser humano) y otras exageraciones alimentarias que a la gente del común le gusta escuchar y a los medios difundir.

Phelps aclara su dieta frente a tanta desinformación en medios

A raíz de ello es abordado para una entrevista por la revista ‘Details’ publicada la misma época. En el reportaje se le formuló textualmente la siguiente pregunta:

“¿Qué hay acerca de la alimentación? Se rumorea que usted come 12.000 calorías [léase kilocalorías] al día… varias pizzas enteras, dos docenas de huevos, etc. ¿es esto cierto?“

“No. Se ha creado un gran bulo (noticia falsa) en relación a este tema y no hay tal exageración. Esta mañana he desayunado una tortilla de tres huevos, tres tostadas de pan de molde y un café. Para recuperar considero importante el comer dentro de la primera media hora tras el ejercicio. Trato de incluir los hidratos de carbono antes de nadar y tras ello asegurar una recarga de proteínas. No cuento las calorías. Ya se trate de Sour Patch Kids [una especie de gominolas recubiertas de azúcar], de  Reese’s [pastelitos de chocolate rellenos de crema de cacahuete] o de una bolsa de patatas fritas, si tengo hambre, me los comeré”.

Como se puede comprobar por sus palabras, una realidad que está muy alejada de los desayunos que se le atribuyen como por ejemplo: Tres sándwiches de huevo frito queso y mayonesa, dos tazas de café con leche y cereales, una tortilla de cinco huevos, tres tortitas con perlas de chocolate y “varios” litros de bebidas isotónicas…, y más especulaciones. El mismo Phelps lo ha desmentido y en su dieta es casi un humano normal, incluso tiene algunos pecadillos, ya que no ha dejado por completo los alimentos empacados y comidas rápidas. Y ello influye mucho en tener un porcentaje de grasa relativamente alto.

¿Dónde está el secreto de la alta ‘performance’ de Phelps?

Veamos ahora desde la ciencia donde marca sus principales diferencias que lo han hecho único como deportista imbatible como competidor y el más laureado de los JJOO. Buscamos explicar racionalmente dónde radica el secreto de su éxito deportivo. Estos son al menos los cinco principales ingredientes en que se fundamenta su capacidad de triunfo.

 

  1. Condición genética privilegiada, influye casi un 70 por ciento en su rendimiento. Esto podría darse en uno entre 10 millones de humanos. De allí que por el mundo aún hay centenares de M. Phelps que tal vez no han sido descubiertos o no han tenido las condiciones adecuadas. Ese genotipo le permite un importante equilibrio entre la proporción IDEAL de fibras musculares de contracción rápida y lenta que le ofrecen un extraordinario rendimiento con gran velocidad en pruebas de resistencia características de la natación. Ello le ha permitido manejar un umbral de ácido láctico inferior a 1.5 mM/l (menos de 15 mg/dL) en la sangre lo cual retarda la aparición de la fatiga muscular. Al mismo tiempo ha desarrollado genéticamente como máquina una estructura biomecánica de alto desempeño contra resistencia en el agua, con unas palancas (brazos y piernas) que le permiten extraordinario avance con cada impulso. Y lo tercero es la enorme y veloz respuesta neuromuscular con ventaja extraordinaria al momento de partir y de llegar. Genéticamente los astros se le alinearon, para dejarlo con el cuerpo casi perfecto para el mejor avance en medio acuático. Lo más cercano a una especie de delfín humano
  2. La alta flotabilidad. Para avanzar con mayor eficiencia en el agua es indispensable una buena flotabilidad, ello contrarresta la enorme resistencia que opone el agua. Entre mayor sea la capacidad de flotar, más se facilita el avance, es decir hay una mayor economía de carrera. Su flotabilidad ha mejorado por dos circunstancias principales: su estructura ósea (a pesar de ser grande) es relativamente liviana, con una densidad menor a lo normal. Esta es la principal explicación por la cual no hay campeones de élite de raza negra en natación, ya que tienen un esqueleto más fuerte o denso (más pesado), que da desventajas de flotabilidad. Y La segunda es la importante proporción de grasa especialmente parda que evita que el cuerpo de hunda fácilmente en el agua. Y esto al contrario del controversial informe que habla que Phelps tiene muy poca o casi nula grasa corporal (un 4%), lo cual es un desatino garrafal. La grasa moderada ayuda a reducir la densidad corporal facilitando el avance en el agua como los delfines. Mejora la flotabilidad, indispensable para un desempeño de alto nivel en el agua.
  3. Su biotipo ‘marfanoide’. El Síndrome de Marfán es realmente una entidad patológica generada por un mal cardíaco que lleva a tener extremidades largas con manos y pies grandes con dedos en forma de araña; un biotipo algo desproporcionado para un humano normal. Pero Michael Phelps no tiene enfermedad cardíaca, pero si estructura marfanoide con una envergadura (longitud transversal con brazos estirados) mayor a su estatura 2,03 m para sus 1.95 m de talla. Normalmente nuestra estatura es mayor a nuestra envergadura. Sus pies y manos grandes hacen la función de poderosas aletas para dar un mejor impulso para avanzar en el agua.
  4. Gran proporción de grasa parda

La grasa parda es un tipo de lípido que durante la infancia cumple la función de proteger a los niños del frío, y que se creía que desaparecía cuando nos hacíamos mayores. Sin embargo, no solo sigue presente en pequeñas cantidades durante la edad adulta, sino que, según diversas investigaciones, en esta etapa de la vida la grasa parda estimula el gasto energético de forma significativa y quema las calorías extra que se ingieren con la comida, lo que puede ayudar a controlar el peso y a mejorar el desempeño deportivo. Es decir mejora la producción de energía de alta calidad y protege de los efectos negativos del contacto directo con el agua. La conductividad del agua es varias veces mayor que la del aire, por lo que es mucho más eficiente a la hora de ‘extraer’ el calor del cuerpo, generando mayor activación de la grasa parda. Ello permite una mejor adaptación humana al medio acuático y por lo tanto mejor desempeño.

Michael Phelps, está favorecido por una importante proporción de grasa parda, que le ayuda a tener un comportamiento eficiente, similar al de los grandes peces (con abundante grasa parda). De allí que en un nadador no es conveniente tener un porcentaje de grasa muy bajo, como lo afirman muchos medios que apenas llega al 4%, cuando en realidad está entre el 12 y el 14 por ciento de grasa corporal. Un buen maratoniano tipo africano bordea en condiciones ya extremas un 10% de grasa. Los nadadores aun para flotar mejor requieren algo más de grasa que un corredor de a pié.

  1. Desarrollo de una importante reserva energética. Su privilegiada condición genética la ha potencializado con un entrenamiento de excelencia que le lleva mínimo cuatro horas diarias todos los días del año. Esa exigencia lo ha llevado a lograr modificaciones excepcionales que le permiten acumular una reserva de glucógeno (la forma más eficiente de provisión de energía en el deporte) por encima de los 750 g en hígado y músculos (En su mejor momento podría acumular cerca de un kilogramo de glucógeno). Ello le da mucha tranquilidad a su cuerpo en la disposición de energía en los momentos más cruciales. Ayuda por ejemplo a prevenir las crisis hipoglicémicas (la pálida o pájara como dicen los españoles), tan frecuente en el agotamiento competitivo. De la misma manera su metódico y exigente entrenamiento le ha permitido tener una capacidad aeróbica excepcional, con un consumo máximo de oxígeno que bordea los 90 ml por cada kilogramo de peso en un minuto. Es decir una máquina para procesar oxígeno.

Conclusiones

Con lo anterior podemos concluir que está favorecido por una condición genética muy particular que le otorga un biotipo con una enorme eficiencia biomécanica, que tiene importante reserva de grasa parda con un porcentaje de lípidos en su cuerpo superior al 10%, que su dieta diaria en época competitiva y de entrenamientos tiene entre 5.000 y 7000 kilocalorías (no 10.000 ni 12 mil). Que no come tantos huevos diarios como lo han hecho creer popularmente. Que tienen un esqueleto proporcionalmente liviano con una contextura marfanoide. Y que su disciplina, seriedad y dedicación como deportista ejemplar le dan enormes ventajas, incluso con una mayor reserva energética.

Epílogo: Un nuevo Phelps nacería en unos 20 años

Con todo ello tenemos al mejor atleta, al menos desde las medallas, de todos los tiempos. En su quinta olimpíada Michael Phelps tiene 31 años, pesa 88 kilos, mide 1.95 m., 50% de masa muscular, un 13% de masa grasa, una envergadura de 2.03 m., umbral de lactato de 1.4 mMol/L, VO2 maximo de 90 ml/Kg/min. Esas condiciones juntas son casi imposibles de lograr, son la perfección atlética. Hoy ha superado de lejos a la leyenda Ian Thorpe, el freestyler australiano conocido como el Torpedo, quien dijo que nadie podría ganar ocho medallas de oro, ni siquiera Michael Phelps.

El tiburón de Batilmore se va con 23 medallas de oro olímpicas, muy lejos de los grandes de la historia del olimpismo (Nurmi, Owens, Latynina) que ‘apenas’ lograron 9 oros cada uno y se convirtieron para siempre en mitos. La leyenda de Phelps no será superada por ahora por unas dos generaciones, ya que se van a requerir de al menos unas diez versiones de JJOO (40 años) para tener esa posibilidad, ello significa que un nuevo Phelps solo nacería en unos 20 años. Lo mismo que ocurrió con Usain Bolt, quien para superar a la leyenda Jim Hines, se necesitó evolucionar por más de 40 años para ganarle por apenas dos metros con toda la ciencia del mundo al alcance de Bolt. Eso será motivo de otra historia.

 

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