Tercos y negacionistas: los que quieren tapar el sol (y el pésimo estado de cosas) con un dedo

Tercos y negacionistas: los que quieren tapar el sol (y el pésimo estado de cosas) con un dedo

El doble discurso ha imperado para ocultarle a la comunidad internacional, que puso su empeño y su dinero, la verdadera intención de hacer trizas la paz

Por: German Peña Cordoba
febrero 02, 2022
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Tercos y negacionistas: los que quieren tapar el sol (y el pésimo estado de cosas) con un dedo
Foto: Pixabay

La semana que pasó la Corte Constitucional fue discreta protagonista de una noticia a la que los medios no le dieron la verdadera dimensión ni relevancia:

La Corte declaró "estado de cosas inconstitucional” por la violación masiva y sistemática de derechos fundamentales en relación al proceso de paz.

Es una decisión importantísima de la Corte, que ha pasado desapercibida y que desnuda lo que evidentemente ha venido sucediendo: el incumplimiento por parte de Estado colombiano, la inadecuada implementación de los acuerdos de paz, firmados hace 5 largos años y de contera, la desprotección de la vida de los desmovilizados.

Ya la Corte se había pronunciado en la misma dirección en el tema del desplazamiento interno.

Hacía poco la FAO, había declarado a Colombia como área de inseguridad alimentaria. El organismo de la ONU ingresó al mapa de riesgo alimentario a Colombia, al igual que países como Honduras y Haití.

Por supuesto que era de esperarse del actual desgobierno el inmediato rechazo al informe. Lo anterior es parte vital de su proceder: el característico negacionismo en todos los temas que desnudan su incompetencia.

El exacerbado negacionismo no contribuye a imaginar soluciones, por lo contrario, lo único que se logra es que las partes se radicalicen, se obnubilen y las relaciones se fracturen por la incapacidad de reconocer lo que evidentemente es un hecho notorio.

Cuando se piensa que aceptar con serenidad y ataraxia va en contra de un devenir político, difícilmente los problemas tendrán solución.

Seguimos patinando en el barro y entre más patinamos como el ganado, más nos hundimos en él. Buscamos el muerto aguas arriba, cuando hinchado a punto de explotar ya ha hecho tránsito por el río, con un ave carroñera encima de su cuerpo que lo adorna.

Se busca el muerto aguas arriba, cuando ya casi llega a la desembocadura y se encuentra presto a ser entregado a la inmensidad del mar.

Vivimos un absurdo negacionismo aunque tengamos el agua al cuello. Negar y no aceptar las verdaderas circunstancias políticas y sociales en que nos movemos en forma equivocada conlleva a no serenarnos para ofrecer una verdadera solución a los enormes problemas que nos aquejan.

Las circunstancias en América Latina están cambiando, Gobiernos progresistas llamados peyorativamente "de izquierda" están ganando las elecciones.

El último caso fue Gabriel Boric en Chile; en octubre lo más seguro es que Lula derrote a Bolsonaro en Brasil; en Perú, Pedro Castillo; en Bolivia, Luis Arce; en Argentina, Alberto Fernández; y en Colombia después de 200 años ininterrumpidos de gobiernos de derecha, posiblemente gane Gustavo Petro, que es quien lidera todas las encuestas hasta el momento.

Estas claras circunstancias obligarían a un Gobierno serio a cambiar su forma de relacionarse, aunque no comparta la doctrina ideológica de su par.

Es la cohabitación simbiótica en beneficio de la estabilidad y el derecho de los pueblos. Es la concertación, que por mucho tiempo se ejerció internamente en Chile liderada por el expresidente Ricardo Lagos.

En un firme anhelo de destruir los acuerdos y enfocados principalmente en acabar la JEP, hemos vivido condenados a escuchar un doble discurso cuya ambigüedad es evidente.

El doble discurso ha imperado para ocultarle a la llamada "Comunidad internacional", que puso su empeño y su dinero para sacar adelante el proceso, la verdadera intención de hacer trizas la paz.

La obstrucción es ostensible, el palo en la rueda para detener "La paz de Santos" es evidente. Es un hecho notorio -como dicen los abogados- imposible de ocultar.

Hace casi 4 años tuvimos la gran oportunidad de vivir en un país en paz, se desperdició esa magna oportunidad y se eligió lo que se eligió o se impuso con trampas vía ñeñepolítica y registraduría.

Es lo que hoy tenemos. Durante 5 años no llegó un herido, un mutilado ni un soldado muerto producto de la guerra al Hospital Militar, tanto así que ante la ausencia desgarradora de muertos y heridos el hospital había mutado a Hospital universitario.

Hoy nos han regresado a la guerra y lo más absurdo: el querer ser la solución de algo creado por ellos mismos. ¡Incredible!!

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