Sumas y restas de Evo Morales

Sumas y restas de Evo Morales

Una perspectiva sobre lo que fue el gobierno del expresidente boliviano, donde se ponderan sus aciertos y sus errores

Por: José Alfonso Valbuena Leguízamo
noviembre 19, 2019
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Sumas y restas de Evo Morales
Foto: Twitter @evoespueblo

Hace unas décadas, Bolivia era con Haití el referente latinoamericano de los mayores niveles de pobreza, particularmente rural. En 1992 esa pobreza rural ascendía al 86%. Según el Banco Mundial, en 2002 el 63% de los habitantes bolivianos vivían por debajo de la línea de pobreza, mientras que para 2018 esa cifra se había reducido al 35%.

Evo Morales asumió el poder presidencial el 22 de enero de 2006, como primer mandatario de origen indígena, en un país donde dicha población constituye un 60% del total; con el respaldo del Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) y la confluencia política de diversos movimientos sociales.

¿Qué ha pasado en Bolivia para que se cuente con datos tan significativos en la reducción de los niveles de pobreza? Una primera aproximación debe partir de considerar las cifras de los organismos multilaterales;  la tasa de crecimiento económico proyectado de Bolivia, por ejemplo, como la mayor en Iberoamérica para 2019, según lo señala el Fondo Monetario Internacional (FMI). El Banco Mundial, por su parte, relaciona un Producto Interno Bruto (PIB)  de 11.452 millones de dólares en 2006 y de 37.509 millones de dólares en 2017 (hoy es de 40.288 millones de dólares); un ingreso per cápita anual que pasó de 1.120 a 3.130 dólares durante el mismo período; y el incremento de la esperanza de vida de 64 a 71 años. De otro lado, las estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) consideran un crecimiento del 4.3 por ciento del PIB en 2019, que es casi dos tercios superior que el promedio de América Latina.

Los resultados mencionados obedecen a decisiones como la nacionalización de los hidrocarburos, la minería y las telecomunicaciones, la expansión de exportaciones y el fortalecimiento del mercado interno. El crecimiento económico inclusivo condujo a la disminución del desempleo (del 8,1 al 4,2%, la tasa más baja en Latinoamérica) durante los gobiernos de Morales) y el aumento del salario mínimo (de 60 a 310 dólares mensuales); la redistribución de la riqueza se tradujo en programas sociales y un mayor y mejor acceso a servicios básicos, salud y educación. Se destaca la construcción de 1.206 unidades educativas, la reducción del analfabetismo del 13 al 2.4%.

Lo anterior sería suficiente para defender la gestión del presidente de ascendencia aymara. Pero además, las políticas rurales de Evo han materializado la inclusión social y política de indígenas y campesinos. Entregó más de 3 millones de hectáreas de tierras para cultivos a campesinos e indígenas, se logró el reconocimiento de las mujeres como propietarias,  se ha subvencionado la compra de semillas para pequeños y medianos productores, y cerca del 80% del territorio agrario nacional está saneado y titulado. Estas son las sumas.

A pesar de que Bolivia dejó de ser uno de los países con desarrollo humano bajo, superando a países como Honduras, Guatemala, Guyana, Nicaragua, durante los gobiernos de Evo Morales, varios aspectos de su gestión le restan puntos. Las acusaciones de fraude electoral y de querer perpetuarse en el poder; la complacencia con el extractivismo, su insistencia en la construcción de la carretera a través del TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Seguro) que dividiría la selva con impactos ambientales negativos; la expedición del Decreto Supremo 3973 de 2019 que autoriza el desmonte con quemas controladas para actividades agropecuarias en tierras privadas y comunitarias de los departamentos de Santa Cruz y Beni; son las principales críticas que ha recibido Morales.

Con todo, el futuro inmediato del Estado Plurinacional de Bolivia queda en manos del gobierno interino ilegítimo y lo que pueda suceder con las nuevas elecciones que se convoquen. Que los gobiernos de derecha de Estados Unidos (Trump), Brasil (Bolsonaro) y Colombia (Duque) hayan dado reconocimiento a la presidencia de Jeanine Áñez, deja mucho que pensar. La intromisión extranjera debe ponderarse y el papel que jueguen las mayorías del MAS-IPSP en la Asamblea Legislativa será determinante.

El balance final quedará a la historia…

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