Someter la Oscuridad
Opinión

Someter la Oscuridad

Los casos del secretario de Seguridad de Medellín y el contralor de Antioquia ponen a pensar sobre intentar nuevas formas jurídicas de someter al crimen organizado y desmontar sus estructuras

Por:
julio 09, 2017
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El mundo puede ser un lugar muy oscuro.  Bajo las calles, los barrios, las veredas, las escuelas, los museos, los centros comerciales, las iglesias y las universidades se entrecruzan redes de alcantarillas en las que se mueven personajes a los que la luz les molesta. Su negocio está en la oscuridad. Su poder reside en la capacidad de enriquecerse y ejercer control total sobre su territorio para “hacer que pasen cosas”. El poder para eso.

La frontera entre la “la oscuridad y la luz”, no obstante, nunca es un muro infranqueable; se parece más bien a una esponja que, aunque separa, también tiene vasos comunicantes donde se mezclan y circulan elementos de uno y otro lado. Una sociedad organizada y justa (con instituciones y leyes que protegen el bien común y los derechos fundamentales) precisa esa línea divisoria y limita los vasos comunicantes a la mínima expresión. Persecución con la ley penal para quienes se muevan en la ilegalidad o delinquen y seguridad para aquellos que se muevan en el respeto de la ley y de las instituciones.

Ahora bien, a pesar de religiones, mesías y sistemas políticos y jurídicos, no es posible desconectar completamente el mundo del exceso, la injusticia y el delito del de la virtud, la solidaridad y la empatía.  Todo, a pesar de que nos duela en nuestra civilidad más avanzada y nos fastidie profundamente, es humano y se relaciona con lo que somos.  Pero no por ello es aceptable y/o deseable. Buscar monstruos entre nosotros es un recurso simplista y efectivista que produce aplausos, likes y seguidores, pero que nada aporta a una mejor comprensión de nuestra naturaleza ni contribuye a fortalecer las instituciones y mejorar nuestra sociedad.  Los que trabajan con y desde la oscuridad tienen familia y duermen en la casa del lado. Desde hace mucho tiempo, los arquetipos literarios nos demuestran cómo protagonistas y antagonistas nacen, crecen y se educan en los mismos espacios y cómo, para decirlo en términos de la Guerra de las Galaxias (el gran arquetipo del bien y el mal), la fuerza oscura surge o se presenta cuando menos pensamos y de las más insólitas maneras.

Escribo esta columna lejos de Colombia mientras paso unos días de descanso en compañía de mi familia.  Era mi deseo aprovechar esta “desconexión” para reflexionar y escribir sobre la dejación de armas de las Farc, el hecho más importante de los últimos 50 años, pero no ha sido posible.  Las noticias de las capturas del secretario de Seguridad de Medellín, Gustavo Villegas, y del contralor de Antioquia, Sergio Zuluaga, me han "aterrizado" forzosamente en el país (así sea por redes).

 

El contralor de Antioquia propició en la oscuridad lo que la Superintendencia de Salud
posteriormente describió como
"el carrusel de las cirugías"

 

Al contralor de Antioquia, quien tiene múltiples denuncias disciplinarias en la Procuraduría por la manera cómo ha desarrollado sus funciones al frente del control fiscal, se le imputan los delitos de peculado por apropiación y prevaricato por omisión.  “Embellecimiento ilícito” es el término con el que han bautizado la utilización del Hospital público La María vía POS para hacerse una liposucción.  El contralor sub júdice tenía la responsabilidad de ejercer el control fiscal de este y todos los hospitales públicos de Antioquia, pero, en su búsqueda del abdomen perfecto con dineros públicos, propició en la oscuridad lo que la Superintendencia de Salud posteriormente describió como "el carrusel de las cirugías" en el que se facturaban servicios a personas fallecidas, se manipulaban libros y se operaban otros funcionarios públicos y sus familiares.  Una vergüenza.

 

Hay un vaso comunicante inmenso que se abre y que permite que
la institucionalidad y la criminalidad organizada,
coexistan y trabajen por un aparente mismo fin

 

A Gustavo Villegas lo conozco desde hace varios años. Siempre me ha parecido una persona seria, respetuosa y dedicada a sus funciones.  Su captura y el sustento que ha presentado la Fiscalía para privarlo de su libertad e imputarle el delito de concierto para delinquir agravado me han impactado y sorprendido. No creo que pertenezca a ninguna estructura criminal como dicen algunos.  Lo cierto es que este tema hace absolutamente necesario aclarar cómo se organizaba el sometimiento de miembros de bandas criminales a la justicia. Para nadie es un secreto que la preparación y puesta en marcha de un proceso de sometimiento exige comunicación directa, construcción de confianza y, como no, acciones de lado y lado que propicien el resultado buscado. Hay un vaso comunicante inmenso que se abre y que permite que ambos mundos, la institucionalidad y la criminalidad organizada, coexistan y trabajen por un aparente mismo fin. Si las persecuciones cinematográficas de fleteros en Medellín, por ejemplo, eran en realidad una puesta en escena que dependía del trabajo directo con los jefes de las bandas para la entrega de los presuntos delincuentes, así se debe reconocer.

Intentar nuevas formas jurídicas de someter al crimen organizado y de desmontar sus estructuras y rentas es inmensamente complejo, pero no imposible. Lo que no es posible es instalarse por mucho tiempo en esa línea que comunica “la oscuridad y la luz”, pues ahí todo tiende a desfigurarse y la posibilidad de que se encuentren ventajas y aparentes avances en la coexistencia son muy altas.  En esos casos suelen salir fortalecidos los que operan en la cañería.

 

 

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