Señores uribistas, ¡sapere aude!

Señores uribistas, ¡sapere aude!

"La educación no es ni puede ser un proceso neutral, objetivo, desprovisto de tensiones y contradicciones, menos en cuanto a enseñanza de la historia se refiere"

Por: Juan Sebastián Martínez
abril 13, 2021
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Señores uribistas, ¡sapere aude!

Revuelo e indignación ha causado en algunos sectores afines al gobierno un taller propuesto por una docente de Ciencias Sociales en una institución educativa pública de Cali. Con esta herramienta didáctica se pretendía que los estudiantes comprendieran y se interpelaran frente a algunos hechos de la historia reciente del país en relación con la función de las ramas del poder público, un conocimiento elemental que cualquier colombiano debería tener según los lineamientos establecidos por la autoridad en materia educativa. Sin embargo, la molestia radicaba en el contenido que buscaba enseñar la maestra, pues allí se incluían temas que han causado desagrado porque ponen tela de juicio la imagen sacralizada de un expresidente y su gobierno en el que tuvieron lugar 6402 casos de ejecuciones extrajudiciales, conocidas como falsos positivos, según la Justicia Especial para la Paz.

Se ha pretendido, al mejor estilo de los tiempos del macartismo norteamericano o de la inquisición medieval, presentar este hecho como si fuera una conducción hacia las oscuras grutas de la perversión de nuestros jóvenes, como la deformación en el recto camino por las sendas de la convivencia, la paz y la estabilidad democrática, como si lo enseñado por esa maestra no ocurrieran en este país. Las principales redes sociales se convirtieron en la picota pública de la maestra y en un campo de batalla entre acusadores y defensores. Esta situación no es novedad, pues es bien conocida la posición de algunos miembros del partido de gobierno frente a la libertad de cátedra, las manifestaciones sociales y la reivindicación de ciertos derechos. Baste mencionar a modo de ejemplo que en el año 2019 un representante a la cámara por este partido político propuso limitar la libertad de cátedra y sancionar a aquellos maestros que en su ejercicio "adoctrinaran" e "incentivaran el odio", causa primera, según esta posición, de la baja calidad en la educación.

Pero la lección que deja este hecho es mucho más profunda y permite observar cómo la frágil democracia colombiana es un impedimento para que estos sectores puedan desarrollar un proyecto unidireccional, sin crítica alguna y bajo la imposición de la historia oficial de los vencedores. Refleja además la necesidad de una educación capaz de crear seres humanos críticos de la realidad, de las situaciones que tienen lugar en su entorno, así como de restituir la función de la historia en la construcción de sociedades justas. La historia siempre será un arma para la manipulación del presente y conduce por los caminos: el de complicidades con los opresores o el de la comprensión de las situaciones recurrentes de los oprimidos. El filósofo alemán Walter Benjamin asegura que el pensar histórico debe  ser "[...] una reflexión que procura dar una idea respecto de lo caro que le cuesta  a nuestro pensamiento habitual una representación de la historia que evite toda complicidad [...]" (p.25) con la historia de aquellos que se imponen siempre como vencedores.

La educación no es ni puede ser un proceso neutral, objetivo, desprovisto de tensiones y contradicciones, menos en cuanto a enseñanza de la historia se refiere. Por el contrario, debe crear mella, debe contrariar, debe impulsar a combatir el Statu quo siempre que plantee retos. Aquellos acusadores inquisitivos con la maestra ignoran que el desarrollo de su ejercicio está ligado a los DBA (Derechos Básicos de Aprendizaje) y los lineamientos curriculares generales que expide el Ministerio de Educación Nacional. Cuesta mucho para una mentalidad promedio imbuida por el mesianismo de su líder consultar estos textos elementales de la política pública educativa en el país. Su posición pareciera sumirse en un conformismo cómplice como sujeto pensado, descuidando el llamado que hiciera en 1784 Kant con su ¡sapere aude! (¡atrévete a pensar!) como una capacidad propia de todos los seres dotados de razón, de actuar bajo sus propios criterios y poner en escena aquellos presupuestos que se dan por fijos. Lo que esta persecución demuestra es la búsqueda de establecer un pacto con la ignorancia que tan ciega vuelve a los hombres y tan cómplice hace a los cautos; pretender negar la historia es el principio de los grandes genocidios.

La invitación que nos hace la maestra de esta institución educativa en Cali es a pensarnos como sujetos históricos en unas determinadas condiciones, a comprender que el mundo de la vida está compuesto por todo aquello que trasciende los discursos banales, cuyo despliegue hace de la cotidianidad un verdadero infierno en la tierra. Ante la presencia de los heraldos de la inquisición que acusan de adoctrinador  a aquel que cuestiona la historia oficial, los maestros deben permanecer firmes como Galileo que, ante la condena impuesta por la inquisición, aseguraba con toda la dignidad: "Eppur si mouve" (Y, sin embargo, se mueve).

Bibliografía

Benjamin, W. (2010). Tesis sobre la historia y otros fragmentos. Bogotá: Desde abajo.

Kant, I. (2013). ¿Qué es la ilustración?. Ciudad de México: Alianza.

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