Senador Petro, el narcotráfico es la causa, no el efecto

Senador Petro, el narcotráfico es la causa, no el efecto

Ariel Peña escribe a propósito de un texto publicado por el líder de la Colombia Humana titulado 'Una política de seguridad eficaz'

Por: Ariel Peña González
diciembre 03, 2020
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Senador Petro, el narcotráfico es la causa, no el efecto
Foto: Las2orillas

En un escrito titulado Una política de seguridad eficaz, el senador Gustavo Petro plantea que el narcotráfico no es una causa de la violencia en el país, sino un efecto. De igual manera lo ha esbozado el presidente Andrés Manuel López Obrador, cuya nación tuvo cerca de 31.000 asesinatos a manos de las mafias en el 2019. En primer lugar, ese flagelo es un delito internacional y, como cualquier negocio, obedece a la ley de la oferta y la demanda. Así que frente a una situación de violencia como la que vive Colombia en varias regiones por causa del narcotráfico no puede haber romanticismo, puesto que ese delito genera también exclusión social.

El narcotráfico, como cualquier otro delito con los que conviven las sociedades, se aumenta o disminuye de acuerdo a las circunstancias y solo se acabará hasta que la humanidad le tenga una solución de fondo. Es bien conocido que los delitos económicos no solo se cometen por necesidades apremiantes de los transgresores, sino que la avaricia por el dinero fácil está presente en muchos de ellos, como siempre ha quedado plenamente demostrado. Esto de manera que, en la lucha contra el narcotráfico, a lo máximo que puede aspirar el gobierno de Colombia es a reducir de manera notable los cultivos de coca, igual a como ocurrió hasta el 2010, situación que fue alterada con los diálogos de La Habana, que impulsaron a que las áreas sembradas de coca se quintuplicaran.

Tampoco hay que olvidar que a comienzos de la década de los 80 las guerrillas marxistas tomaron al narcotráfico como otra forma de lucha y que por ello se acuñó el término narcoguerrilla (de la que también hizo parte el M-19), evocando esas bandas armadas a los bolcheviques de principios del siglo XX en Rusia, que no solo cometían actos terroristas, sino que tenían casas de lenocinio para financiar la revolución, de suerte que cuando se habla de narcotráfico es muy difícil en el país tirar la primera piedra.

Ahora bien, así como el narcotráfico ha aumentado la exclusión social en Colombia, sería bueno que el doctor Petro nos informara en qué medida el conflicto político militar generado desde la década de los sesenta del siglo pasado por las guerrillas marxistas para la toma del poder aumentó la pobreza. Lo anterior en vista de que esa guerra le ha podido costar al Estado y a la sociedad cerca de 400.000 millones de dólares, recursos que hubieran servido para reducir las necesidades económicas de millones de colombianos durante todos estos años. No se puede olvidar que el M-19, al que perteneció Gustavo Petro, tenía como consigna: “Con el pueblo, por las armas, ¡al poder!”.

Con eso dicho, cuando se estudia el narcotráfico en Colombia como una de las causas de la violencia por ningún motivo se puede olvidar al Cartel de los Soles de la camarilla comunista venezolana (dirigido por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, por cuyas cabezas el Departamento de Estado de los Estados Unidos ofrece quince y diez millones de dólares, respectivamente. Además, hay que subrayar que al país vecino se le conoce desde hace algunos años como la autopista de la droga y actualmente su régimen, en buena medida, vive del narcotráfico, situación que incide directamente de manera negativa sobre Colombia.

Por otro lado, otros factores externos que recaen en la violencia del narcotráfico en el país son los carteles de otras naciones, especialmente los mexicanos, que, como en cualquier negocio y este caso ilícito, le exigen a los productores de cocaína colombianos el abastecimiento requerido para cumplir con la demanda, so pena de tomar represalias, lo cual es un factor que incrementa significativamente la violencia.

Así mismo, hay que agregar que el narcotráfico le produce al sector financiero internacional gigantescas ganancias, que están en el orden de cientos de miles de millones de dólares anuales, que no van a dejar de ganar de buenas a primeras. Esto de modo que las tesis de Gustavo Petro sobre el narcotráfico, como efecto y no como causa, hacen parte de sus aspiraciones políticas que con una táctica aparentemente cándida buscan dar soluciones a un problema mundial, por ahora insoluble, en donde Colombia es solamente una parte, que resiste diferentes formas de violencia acarreadas por el narcotráfico.

La devoción que el jefe de la Colombia Humana le ha tenido al tirano cubano de Fidel Castro (1926-2016) es inocultable, resaltando que el déspota isleño hace algunos años, siguiendo la cartilla marxista-leninista en donde todo vale para combatir al enemigo, hizo exaltación al narcotráfico, diciendo:  Así como el opio sirvió para las guerras coloniales en Asia. Entonces nada más justo que los pueblos devolvamos esa acción como venganza histórica”. Esto demuestra que el narcotráfico no es ajeno de ninguna manera al accionar comunista, ya sea en el poder o fuera de él con grupos terroristas, como ha ocurrido en Colombia, especialmente en los lugares donde pululan los cultivos ilícitos.

Precisamente, la política de seguridad eficaz que plantea el doctor Petro, acudiendo a unas conjeturas simplistas sobre el fenómeno del narcotráfico en Colombia, hace parte de una postura demagógica en una nación en donde desde hace más de cincuenta años el flagelo de la droga ha permeado diferentes sectores de la vida nacional, causándole inmensas tragedias a la población, financiando al paramilitarismo y a las guerrillas comunistas por décadas.

Por lo tanto, la solución al flagelo del narcotráfico, que ha sido la causa de la propagación de diferentes conflagraciones con sus dramáticas consecuencias para la población colombiana, solo es posible con la cooperación consciente de la comunidad internacional, por lo que a Gustavo Petro hay que decirle también que cambie de fórmula.

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