Seis años después del fallo de La Haya

Seis años después del fallo de La Haya

Los efectos de la decisión jurídica de la Corte Internacional de Justicia están agravando las diferentes “crisis” que desde antaño pasean por las playas del archipiélago

Por: Andres Felipe Millan Tabares
noviembre 19, 2018
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Seis años después del fallo de La Haya
Foto: Pixabay

El 19 de noviembre del 2012 marcó un antes y un después en la historia reciente del departamento colombiano archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. En dicha fecha, la Corte Internacional de Justicia de La Haya dictó sentencia frente a la controversia territorial y marítima entre Colombia y Nicaragua (iniciada en dicho organismo por Nicaragua en el año 2001), la cual ratifica al primero la soberanía sobre el archipiélago, además de todas las formaciones rocosas, islas, islotes, cayos, etcétera, y a su vez le entregaba al segundo aproximadamente 75.000 km² del territorio marítimo que, antes de la sentencia, pertenecían a Colombia.

Seis años después del fallo de La Haya, los efectos que esta decisión jurídica trajo al archipiélago están agravando las diferentes “crisis” que desde antaño pasean por sus playas. Las comillas no pretenden esconder una realidad, al contrario, son el rechazo a una resiliencia que está impregnada en los isleños, la cual quisiera resaltar, porque a pesar de la crisis de la salud, del agua, de las basuras, corrupción, criminalidad y la sobrepoblación, entre muchas otras, la vida del isleños sigue adelante, pues el turismo y el comercio aún existen, y mientras esté estable el flujo de turistas, habrá flujo de capitales.

Por ende, en medio de la “crisis”, el departamento insular seguirá siendo un paraíso ofrecido por las grandes cadenas hoteleras que tienen el monopolio de las islas, y la capacidad económica, para a través del marketing y la publicidad, esconder estas problemáticas, que poco a poco, y gracias a este hecho, han ido saliendo a la opinión pública en los principales medios de comunicación de la región y el país.

Hace un año estuve acompañando a la raizalidad y a los isleños en general, en la conmemoración del día de la indignación departamental, en el paseo peatonal (enfrente del hotel el dorado), tuve la oportunidad de oír a pastores, músicos y académicos raizales, nacidos en San Andrés y Providencia, quienes expresaban su rechazo, tanto a la sentencia de la CIJ, como a la actitud del estado colombiano y los gobierno de turno (Pastrana, Uribe y Santos) quienes nunca tuvieron en cuenta en su defensa, decir que de esas aguas vivía una comunidad étnica ancestral, y que precisamente, gracias a esa comunidad es que gozamos los colombianos de tener una de las reservas de biosfera marina (seaflower) más importantes del planeta tierra reconocida por la Unesco en 2000.

En aquel entonces estaba realizando unas entrevistas para mi trabajo de grado de sociología, por ende, mi visita más que un paseo, fue poner en cuestión, ese paraíso que desde muy niño había conocido, y que ya había visitado en 7 ocasiones con el objetivo de tener unas “merecidas vacaciones”. Este método, la entrevista, me permitió acercarme a ciertas redes de la sociedad isleña (pescadores, académicos, operadores turísticos, comerciantes, artistas y pastores), que en calidad de turista (y no de investigador social), me resultaría muy difícil acceder a ellas.

Esa coyuntura fue crucial en el proceso de recolección de datos. Empero, una de las conclusiones que me gustaría compartir en esta fecha, hace referencia a la resiliencia en los isleños e isleñas, pues más que una capacidad de adaptación a situaciones adversas, en este contexto, mafias locales y corruptas, en asocio con carteles de la droga como el Clan del Golfo, terminan imponiendo el miedo en la población, haciendo de la resiliencia la opción más conveniente, para no entrar a chocar directamente con las redes de poderes (tanto legal como ilegal), que ejercen la gobernanza de las islas.

En un territorio tan pequeño y tan densamente poblado no es aconsejable tener líos, por ello quienes denuncian en ocasiones terminan en el exilio o, en el peor de los casos, desaparecidos o muertos. La ley del silencio y la ley del más fuerte espanta a los nuevos liderazgos, no obstante, estos siguen presentes. En mi opinión, especialmente la mayoría de esos nuevos liderazgos son ejercidos por las mujeres, sin embargo, parecen ser más visible el liderazgo ejercido por los hombres.

Ahora bien, cabe aclarar que independientemente del género, la etnia, la ideología política, la creencia religiosa y/o la posición social de estos líderes, ese capital humano en pro de mejorar las condiciones de vida de los isleños, le está aportando a las islas mucho más, que el liderazgo ejercido por los políticos tradicionales que sin pudor alguno, han desangrado las arcas fiscales de las islas, convirtiendo las altas esferas de la burocracia isleña, en una cloaca de lagartos vinculados con la mafia y los clanes más corruptos y violentos del país.

Aquí está en juego es el futuro en el corto, mediano y largo plazo del archipiélago, pues por ejemplo, de no adaptar a las islas a la erosión producida por el cambio climático, podría desaparecer del mapa en un futuro no muy lejano. De no controlar la pesca ilegal, se acabará la fauna y la flora marítima; de no hacer un tratado con Nicaragua se perderá más maritorio; si no se hace un control poblacional serio se agotarán todos los recursos de naturales de las islas; si no hay un control real de los dineros que llegan a las islas por parte del gobierno central y el recaudo de tarjeta de entrada a la isla se seguirán robando recursos valiosísimos para subsanar todas las heridas abiertas —que por un lado trajeron el proceso de neocolonización del Estado colombiano impuesto a la etnia raizal a través de la lengua española, el catolicismo, la creación del puerto libre y con este el auge del comercio y el turismo, y, por el otro lado, las dinámicas de la geoeconomía y la geopolítica, en la globalización, tienden a intensificarse y con ellas, la agenda de las relaciones internacionales de los países en conflicto, por eso no sería sorprendente que las nuevas demandas que Nicaragua interpuso en el año 2013 prosperen—.

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