En esta época difícil, cuando tanto necesitamos de excelentes compatriotas, da pena registrar la partida de un personaje que dedicó su esfuerzo constante a la búsqueda de mejores horizontes para el país. Me refiero a Julián Alberto Garcés Holguín, merecedor del aprecio caleño por encima de ideologías o preferencias políticas. La vida de Julián trasciende porque ilustra lo que un ciudadano comprometido pero sin poder económico o formal, puede aportar para que a estas tierras lleguen mejores días.
Al lamentar su partida el exministro Manuel Francisco Becerra lo describió en uno de sus Susurros como “hombre cívico por excelencia, prudente, mesurado en el hablar y eficaz organizador”. Entre tanto, triste y apesadumbrado, el columnista y abogado Rafael Rodríguez Jaraba destacó en él sus calidades de ”gran caballero y señor, y gestor de las más nobles causas de Cali y el Valle del Cauca”. A estas expresiones se sumó Mario Fernando Prado con una semblanza sentida que destaca su trasegar profesional, así como la vinculación a múltiples causas colectivas.
Conocí profundamente al personaje quien fue mi amigo y compañero, además de socio en diversos emprendimientos cívicos y sociales. Nuestra amistad comenzó cuando iniciaba mis estudios de Derecho en la Javeriana de Bogotá y él concluía los suyos. Aquel lazo se fortalecería al compartir desafíos profesionales durante nuestra vinculación a la seccional local de la misma universidad.
Junto a amigos de distintas generaciones fue fundador hace doce años de Consorcio Ciudadano
Tras su jubilación Julián Alberto acometería iniciativas orientadas a la formación de ciudadanos ilustrados y comprometidos. Junto a amigos de distintas generaciones fue fundador hace doce años de Consorcio Ciudadano, entidad que presidió hasta el final de sus días. Esto mientras se convertía en coprotagonista de proyectos como Cali Cívica Ya, el Acuerdo Nacional de Mínimos y la Tertulia Ciudadana. Generoso con su tiempo, asumió el engranaje administrativo necesario para materializar tales emprendimientos.
Las acciones mencionadas revelan cómo asumía el compromiso de servicio patriótico propio de su tradición familiar. El de los tíos bisabuelos maternos, los expresidentes Carlos y Jorge Holguín Mallarino; el de los tíos paternos Bernardo Garcés Córdoba, exministro de Obras y Carlos Garcés exalcalde de Cali; el de las primas hermanas Mariana Garcés, exministra de Cultura y María Teresa Garcés miembro de la Constituyente de 1991. Esto para no hablar de otros de parientes como los exministros Carlos Holguín Sardi y María Ángela Holguín.
Julián fue un liberal por convicción. Sensible sobre asuntos sociales, siempre estuvo abierto a examinar sin prevención los planteamientos de diverso origen. Admirador del inmolado líder Luis Carlos Galán, aceptó la invitación de Edgar Materon para integrar el comité regional del Nuevo Liberalismo y hacer parte de su lista al Concejo de Cali en las elecciones del 2023.
Prudente, paciente, discreto y confiable sus cualidades irradiaban a la vida familiar. Así lo expresó desde el dolor su hija María Ximena, durante la ceremonia en la que fue despedido: “…de ti aprendí tantas cosas: el valor inmensurable de la palabra. La importancia y trascendencia que tiene cumplir los acuerdos que uno haga… el valor de hacer cada cosa con entrega…”
Nuestro amigo Julián fue un ciudadano de buena voluntad, de aquellos incansables y discretos quienes trabajan por hacer realidad el sueño de la casa grande llamada Colombia. Un espacio de la geografía y del espíritu donde no habiten la pugnacidad ni el odio, el interés colectivo predomine sobre lo particular, el Estado sea gestor incorrupto y eficaz de soluciones y dedique su mejor esfuerzo a generar oportunidades de progreso para todos.
Del mismo autor: La guerra soñada por Petro
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