¿Se están ciñendo los candidatos del Cauca a los topes impuestos para las campañas?

¿Se están ciñendo los candidatos del Cauca a los topes impuestos para las campañas?

El despliegue de algunos aspirantes a cargos públicos hace dudar si realmente están ajustando sus gastos a la cifra contemplada por el CNE

Por: omar orlando tovar trochez
septiembre 17, 2019
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¿Se están ciñendo los candidatos del Cauca a los topes impuestos para las campañas?

Ya falta más o menos un mes para la jornada electoral colombiana, en la que algunos colombianos elegiremos los nuevos mandatarios locales y regionales, así como los “nuevos” miembros a las corporaciones colegiadas (concejo-asamblea). Aunque un tanto apagadas, por lo menos para el caso de Santander de Quilichao, ya se nota la desproporción entre campañas.

En aras de las llamadas buenas formas comunicativas y políticas, asumamos que el establecimiento gubernamental, ha hecho al menos en el papel, todo lo necesario para tratar de garantizar el mandato constitucional, de brindar igualdad de oportunidades, a las personas que aspiran el favor del electorado y al electorado mismo, eso al menos en la teoría y el papel normativo está escrito. Sin embargo, es un secreto hiperevidente, un secreto no a voces, sino a gritos, el hecho de la gran asimetría entre las campañas de los barones y baronesas electorales y las de los llamados movimientos alternativos.

Nada nuevo, podrá argüir, y con justeza, el desprevenido depositario o depositaria (nuevamente la corrección política) de estas notas. Eso ha sido así desde que Colombia es Colombia y por lo visto, al menos hasta ahora, eso poco o nada va a cambiar, a pesar de una que otra medida, dizque garantista, en el juego electoral colombiano. No obstante la no tan equitativa realidad electoral, vale la pena alertar, así sea como constancia histórica, el reencauche de los mismos con las mismas, a pesar de un esperanzador, pero muy fugaz asomo, del despertar del electorado bien informado, decente y cansado, que aunque apático, dio un golpe de alarma en las pasadas contiendas electorales.

Ahí están de nuevo los partidos tradicionales del bipartidismo nacional, con otras marcas y logos, pero con las mismas prácticas, dizque agrupados en “alianzas estratégicas” o “convergencias” que llaman, cooptando y amontonando de paso, a uno que otro dirigente alternativo, para que sea parte de esa “renovación” de la política tradicional caucana.

Cada tercer día alardean de su inmenso poder económico, convocando al votante desprevenido, amigo o amiga personal, cuando no familiar, empleado o deudor de empleo, beca o plata de los candidatos y candidatas en contienda. Los convocan a multitudinarios mítines con buses a todos los barrios y veredas, con almuerzo o refrigerio incluido y uno que otro cariñito que haga falta…banderita, camiseta o gorra o ambos.

Nada nuevo, reiterará el lector, eso se ha hecho siempre. Por eso el resultado del que se queja el electorado es el mismo. Repetirá el autor de esta nota.

El llamado de atención, a manera de insinuación político-existencial o pregunta políticamente incorrecta, que se plantea, es acerca de los gastos en que han incurrido, están incurriendo e incurrirán en este lapso de tiempo restantelos y las candidatas quilichagüeñas y caucanas.

Se insiste, en este mundo globalizado, interconectado, todo, absolutamente casi todo se sabe, o es fácil de encontrar. Las orquestas, grupos, conjuntos, chirimías, tunas, tríos y solistas, por estas épocas hacen su abril, mayo, junio…agosto, de igual manera se encaraman al bus de la oportunidad laboral, los equipos logísticos de carpas, sonido, transporte y de apetitosas viandas, todos ellos disponen y con merecimientos, de los inmensos caudales económicos de las campañas políticas poderosas y que están ahí para pagar por ese talento y esa popularidad, ni más faltaba.

La inquietud, al menos para el caso de Santander de Quilichao, es: si jurídicamente se ha establecido que para municipios con censo electoral entre 50.001 y 100.000 ciudadanos, como es el caso de Quilichao, el tope de gastos para la campaña electoral es de $654.437.075, ¿por qué parece que algunos están gastando más? Por lo que se sabe, el precio estimado de cada multitudinario evento de fin de semana de las campañas lanzadas al agua ha rondado más allá de los $11.000.000 y de eso hace ya casi dos meses. Además, los grandes eventos con músicos de renombre, trasteo de espectadores y alimentación del futuro elector, grupo logístico y artistas multiplicarían por diez veces la anterior cifra, ¿entonces tales campañas no se estarían volando el tope establecido, más teniendo en cuenta que aquí no se suman los gastos inherentes a cada campaña como publicidad, arrendamientos, honorarios y los gastos del último día?

Entonces, con la casi certeza de que los topes serán violados flagrantemente, con una manito de la “contabilidad alternativa” que permiten los hoyos normativos del CNE y la ayudita de uno que otro magistrado del mencionado concejo a la hora de archivar denuncias e investigaciones, queda claro el porqué del temor de la ciudadanía decente respecto a la vuelta de los mismos y las mismas a lo mismo, esto es, pagar sus estrambóticas campañas electorales con el erario municipal. Y ni qué hablar de las campañas a gobernación del Cauca, que según me cuentan, hace rato se acercaron a los topes, faltando un mes.

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