Se cumplen veinticinco años de la operación anticorrupción “Manos Limpias”, realizada en Italia

Se cumplen veinticinco años de la operación anticorrupción “Manos Limpias”, realizada en Italia

Cualquier parecido con Colombia es pura coincidencia. Además, esta operación demostró que las medidas represivas y la coerción no bastan para hacer frente a la corrupción

Por: Martin Eduardo Botero
agosto 15, 2017
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Se cumplen veinticinco años de la operación anticorrupción “Manos Limpias”, realizada en Italia

“En aquellos días —no estaba claro el alcance de dicha investigación— vimos, sin embargo, el terror pintado en los rostros de los que esperaban para cruzar el umbral de los jueces para confesar sus pecados. Vimos, por primera vez, en esas caras, los poderosos reducidos a la condición de víctimas. A menudo ni siquiera responden, mirando al vacío, pálidos, nerviosos, sudorosos.”

Hace un cuarto de siglo, cuando era tan solo un joven y esperanzado estudiante de jurisprudencia de la Universidad de Siena, puede ser testigo de una de las más grandes operaciones anticorrupción del mundo occidental, la así llamada Manos Limpias (Mani Pulite en italiano) o Tangentopoli. La operación Manos Limpias destronó a la Primera República y cambió la historia de Italia. Centenares de servidores públicos, políticos, empresarios y particulares fueron arrestados, procesados y condenados. Toda la sociedad civil y los medios de comunicación se expresaron a favor de los “revolucionarios” magistrados, rechazaron firmemente la cultura de la impunidad y la corrupción arraigada.

Cabe señalar que todavía hoy la acción Manos Limpias continúa a dividir en dos partes la Italia, entre aquellos así llamados justicialistas (a favor) y aquellos así llamados garantistas (en contra).

El inicio

En 1992, la detención en flagrancia de un empresario por haber recibido una suma de 3.500 euros (7 millones de liras) dio inicio a la temporada de Mani Pulite. “Ese arresto, ese pequeño soborno, puso en marcha una avalancha”. Dicho empresario rompió el silencio y encendió —como dicen por estas latitudes— el ventilador, desvelando más de 20 años de corrupción. Sus declaraciones ante los magistrados contra otros empresarios —también arrestados— produjeron un efecto domino o reacción en cadena que hizo caer todo el sistema y transformó completamente el sistema político italiano.

Números impresionantes

Por ejemplo, sólo en la ciudad de Milán, fueron inscritas en el registro de indagados (allanamiento de cargos) aproximadamente 4.520 personas, 3200 de las cuales fueron vinculadas a proceso penal y 1281 juzgadas con sentencia definitiva. Sin hablar de los más de 30 suicidios entre políticos y empresarios.

A nivel político, fueron aniquilados todos los partidos de la primera república “el así llamado Penta Partido” (DC-PSI-PSDI-PRI-PLI) a excepción del partido comunista.

La trama delictiva desvelada por Manos limpias

Manos Limpias develó un grave fenómeno delictivo sistémico y organizado, que generaba grandes abusos de poder. Manos limpias descubrió asimismo una corrupción endémica o sistémica, centralizada y descentralizada, y trató de establecer relaciones de desvalor entre la conducta antijuridica de personas privadas y funcionarios públicos y su entorno construido. Este arquetipo de corrupción puso de relieve una red clientelar con estructuras organizativas cada vez más complejas, favoritismos y tramas delictivas entre agentes políticos, empresas privadas, medios de comunicación, asociaciones comerciales y otros grupos de interés. Una empresa criminal que motivada por el ánimo de lucro personal y en busca del provecho mutuo acabó por influir sobre las decisiones económicas y políticas importantes, poniendo en situación de riesgo el buen funcionamiento de las instituciones públicas y de los procedimientos democráticos y constitucionales de ese país. Esto ayudo a fomentar la creación de un entorno favorable para la comisión de ilícitos penales e ilícitos administrativos —utilización de fondos públicos con fines personales, directos o indirectos y el uso y abuso no autorizado de recursos públicos—.

Gracias a este diseño criminal, se pudo crear un sistema administrativo y burocrático que promovía una cultura de ilegalidad e impunidad a nivel global, penetrada por la informalidad y la delincuencia organizada. Es decir, un aparato administrativo que solo se movía por sus propios intereses personales y corporativos y sin rendir cuentas a nadie, rechazaba o hacia caso omiso de las normas administrativas y de control. Este modelo de administración pública provocó varios fenómenos nuevos y el afianzamiento de las prácticas corruptas, condicionado por una situación cultural dada y orientada por una concepción totalmente privatista y mafiosa de la función administrativa y de las principales funciones del Estado (gestión de la hacienda).

Dicha instrumentalización del Estado (de la cosa pública o común) entre los múltiples actores públicos y privados para saciar los intereses personales en detrimento del interés común produjo tras varios años un proceso de concentración/desviación/prevaricación de poder que dio lugar a una transferencia gradual de recursos y responsabilidades en otras sedes (de públicas a particulares) para nada transparente y disimulada.

Lecciones de Manos Limpias

Manos Limpias demostró la importancia de un necesario control de la actividad política, en aras de una mayor transparencia en el financiamiento de las campañas electorales y partidos políticos y requisitos formales para que los funcionarios públicos declaren sus activos. La actividad política es un ambiente proclive a la aparición de prácticas corruptas.

Además, puso de manifiesto una gran variedad de problemas relacionados con la corrupción, entre ellos: mecanismos inadecuados de supervisión, evaluación y control de la corrupción, malas prácticas en la contratación pública, falta de normas mínimas en materia de control interno y de gestión de riesgos, incluidas aquellas para prevenir los riesgos de irregularidades o desvío de fondos públicos, así como la carencia de códigos de conducta, requisitos para revelaciones financieras y de otro tipo, y medidas disciplinarias apropiadas

Esta oleada de escándalos políticos impulsó la adopción de medidas de carácter preventivo y represivo: reformas legislativas en la lucha contra la corrupción, el reforzamiento de las normativas sobre incompatibilidades, las garantías jurídicas de los procedimientos de gestión de los fondos públicos y la adopción de los códigos éticos de conducta pública. Así, por ejemplo, se ha modificado la legislación sobre la financiación de los partidos políticos y se ha reforzado las normas sobre transparencia, incluidas las relativas a las donaciones.

Manos Limpias demostró que las medidas represivas y la coerción por sí solas no bastan para hacer frente a la corrupción. Aunque la capacidad del sistema judicial para imponer sanciones penales disuasorias desempeña un papel importante" y clara señal de que ésta no se tolera, se necesita un enfoque global que combine prevención y represión. Es decir, el debido equilibrio entre medidas preventivas y represivas, pero acompañadas y combinadas de controles internos y externos eficaces a escala regional y local y controles nacionales internos, así como enérgicas políticas de prevención para alcanzar resultados tangibles y sostenibles contra la corrupción.

La prevención no es una tarea privativa de los órganos encargados de la aplicación de la ley, ya que toda política encaminada a aumentar el bienestar de la sociedad y eliminar los vicios sociales tiene efectos sobre la prevención del delito. Para prevenir y combatir eficazmente la corrupción se requiere un enfoque amplio e internacional que incluya medidas para prevenir dicha actividad delictiva, proteger a las víctimas de esa corrupción y enjuiciar a los corruptos. Para que los esfuerzos sean eficaces se requiere asimismo que los Estados procuren aplicar medidas para sensibilizar a la opinión pública del problema de la corrupción tales como iniciativas sociales y económicas, actividades de investigación y campañas de información y difusión. Las iniciativas futuras deberían concentrarse en medidas preventivas integrales, con objeto de reducir las oportunidades de que se den conductas corruptas, evitando los conflictos de intereses e introduciendo controles y verificaciones sistemáticos. Habría que hacer hincapié en la prevención, puesto que las ventajas de evitar la corrupción superan el coste de solucionar el problema más tarde.

El tema del control de la corrupción debería enfocarse en encontrar acciones específicas, especializadas y oportunas que respondan a la problemática de la existencia de vínculos demasiado estrechos entre empresas y responsables políticos y las redes «clientelares» en torno a pequeños grupos de interés. Además, se sugiere aumentar la concienciación nacional y local respecto de la magnitud y la naturaleza de los problemas políticos, sociales y económicos causados por la corrupción e introducir simultáneamente medidas que las contrarresten, a fin de evitarlas. No obstante, conviene tener presente que estos objetivos son metas y no estrategias normativas.

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