Rionegro, Antioquia: la cuna del silencio

Rionegro, Antioquia: la cuna del silencio

"Cuántas desgracias tienen que pasar aquí para que entiendan que nos están matando lentamente, con su dedo pulgar grasoso, estripándonos como hormigas"

Por: Juan Esteban Trujillo Marín
septiembre 11, 2017
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Rionegro, Antioquia: la cuna del silencio
Foto: Wikipedia

Se me viene a la memoria un pequeño libro de pasta dura y color rojo sangre, que me obsequió un día el señor Jesús Gonzalo Martinez, director actual y eterno de la Biblioteca Municipal Baldomero Sanín Cano. Su título perfectamente podría resumir lo que acontece hoy en el municipio, y lo que parece que acontecerá en los siguientes años: Un pueblo en tinieblas. Hay en verdad muy pocos ejemplares, pero con él pueden conseguir los que quedan, si ve que en realidad quieren conocer los abismos de Rionegro, les regalará el libro, estoy seguro.

En definitiva, como les decía, todo este prólogo solo es la antesala de algo alarmante: la oscuridad que nos inunda por todas partes, despilfarros innecesarios, populismo ardiente que quema poco a poco, las promesas por las que el pueblo, la muchedumbre (como usted quiera llamarlo) votó. Todos opinan de todo, alienados por la idea de una revolución absurda (porque carece de bases, es inconsistente), pero como decía la abuela, y no solo la mía, "a la hora del té", no saben nada de nada.

Si pudiéramos treparnos sobre la iglesia principal, y construir con marañas una torre gigantesca y empinada, como Jacob, miraríamos desde el altísimo peldaño final, todo lo que es hoy la ciudad de Santiago de Arma: una trinchera de tragedias e injusticias, veríamos una comedia griega clásica, llena de ignorantes, en donde los reyes están robustos de impuestos, con hinchadas barrigas y labios recubiertos de grasa de pavo recién salido del horno, colocando cómodamente sus pezuñas sucias, sobre las espaldas de los ciudadanos honestos y emprendedores, pertenecientes a un pueblo en transformación.

Y como excusa estos "reyes" dirán la frase maldita: "Toda transformación requiere cambios" y de inmediato todos vuelven a arrodillarse y ellos a descargar sus gordos y pesados pies sobre ellos. Sí, claro, toda transformación es difícil, no se puede poner de acuerdo a tanta gente para gestar un parto, todos quieren que el niño nazca sano, sin problemas, pero para que eso pase primero tenemos que aprender a ver, abrir realmente los ojos, porque todos hasta ahora estamos ciegos. Además hay muchos partos en el municipio, por ejemplo, el parque parece haberse quedado enredado en el cordón umbilical, por otro lado, construcciones prematuras y obstaculizantes que se asemejan a fetos que no lograron su completo desarrollo.

En nuestra ceguera, nos tropezamos con las pancartas recién salidas del plotter de X empresa de publicidad, nos colocamos los lentes y todas las carteleras dicen lo mismo "El cambio es ya" y lo ponen en mayúsculas, típica estrategia dirigida a un ganado que sigue lo que por fuera se ve muy bonito, pero las ideas de cambio en verdad no nos importa, ya lo he dicho antes, a lo que nosotros nos importa es el circo, y no precisamente el que se desglosa el arte, no; nos importa el que desglosa la chabacanería y la algarabía mundana.

Estamos tan perdidos que no sabemos si el agua es nuestra o de otros, y creemos que criticando la venta de un sistema pésimo como lo es E.P. RÍO, estamos haciendo el papel de Batman en 'El Caballero Oscuro', defendiendo lo nuestro, pero es que eso no es nuestro, esa agua está en proceso de putrefacción y hay que arreglarla, lo siento, pero E.P.M es el único medio cercano para que esto sea posible.

Girando el tornillo del tema, otro aspecto vergonzoso, es el hecho de que si alguien que no conoce el municipio, no tiene ni idea donde queda X o Y lugar, pregunta a cualquiera, por ejemplo: ¿Dónde queda el Parque de Banderas? La respuesta en sí misma tiene el veneno de la cólera: "Ah, yo no sé, lo que le diga es mentira", o también, dado el caso y teniendo mucha suerte, le van a a decir "Yo creo que es por allí". Ahora no generalicen, hablo de la mayoría, o por lo menos de los casos que tanto a mí como a algunos compañeros nos han tocado y nos hemos quedado de una sola pieza.

Muchos no saben ni dónde están parados. Cuántas desgracias tienen que pasar aquí para que entiendan que nos están matando lentamente, con su dedo pulgar grasoso, estripándonos como hormigas contra un suelo de cemento envilecido, y el dedo asesino está decorado por un anillo de diamantes, de oro o de plata, que nosotros mismos sin saber compramos, pagando cosas que no tenemos que pagar, creyendo toda clase de mentiras. A veces, el síndrome de la desesperación es tal, que sale uno y le provoca salir corriendo a volverse a esconder en su guarida. Ver toda esa gente con hilos prendidos en su espalda, moviéndose al ritmo de la famosa "Tarea de todos" que, reitero la frase de la abuela, a la hora del té es tarea de nadie.

Si usted le pregunta a un rionegrero cómo se siente, dirá que bien, que normal, que ahí vamos, que "en la lucha". Eso significa que, perdónenme ustedes la expresión: "Está llevado del putas". Pero bueno, para estos casos, tienen fiestas bochornosas prefabricadas para calmar las llamas de la liberación, las llamas del conocimiento de una realidad que nos aturde, véase por ejemplo el "elixir": "Las fiestas de la empanada". En ese bullicio cavernícola quién va poder emitir una opinión seria, no se puede ver nada, solo un enorme desfile de descerebrados que creen que con esa fiestica ya todo está hecho y que sí se está haciendo la tarea.

¿Y la cultura profunda, el cine, la literatura, la música? Se fueron de vacaciones de aquí, desde que las erradicaron con presupuestos que más bien parecían una limosna: ¿Quién trabaja así por el arte?. Como diría la media naranja de mi abuela: "Ni el putas mijo, ni el putas". Aun así hay pocos que se mantienen en pie y en posición de combate. En este punto no les pido disculpas por el improperio, porque ya si me enoje de verdad, el arte no se toca, con el arte no se metan, con el arte no se juega; han hurtado todos los procesos porque quieren que el nombre del alcalde salga en luces de todos los colores en cada cosa que se haga y muchos no aceptamos que sea así.

Me marea ver a esos concejales con sus proyecticos de pacotilla, comprando gente noble, proyecticos que como sustancia tienen el mérito descarado, de "demostrar" que la plata no se la están gastando en viajes y en esas corbatas que les ahorcan los cuellos en cada sesión del Concejo o en los supuestos actos protocolarios. A más de uno le gustaría apretar esa corbata hasta el límite hasta que vociferaran: "¡E-e--e-en realidad somos unos payasos!". Vayamos preparando las narices rojas, para ese día sublime; aunque va perdiendo uno la esperanza, va uno adaptándose a este pueblo fantasma, en donde la única cosa que se puede hacer es opinar, participar, intentar aferrarse a algo para que no se lo lleve toda esa corriente de falsedad e hipocresía.

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