Relocos viejo, relocos

Relocos viejo, relocos

Las propuestas electorales de Rodolfo Hernández son ofertas de vendedor ambulante, que ofrece confitería de centavos y gaseosa 'light'

Por: Juan Raúl Navarro
junio 10, 2022
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Relocos viejo, relocos
Fotos: Canva

Rodolfo Hernández pretende convertirse en presidente de la República con los dulces que reparte a diestra y siniestra por TikTok. Con los Coffee Delight, los turrones Supercoco y los Bon bon bum que avienta a la jura por las redes sociales para pescar incautos. Con ellos les empalaga el oído a quienes le creen que podrá acabar con la corrupción y que va a sacar de la amargura a decenas de millones de ciudadanos, sin notar que sus promesas son boleros falaces y merenguitos fugaces, de esos a los que llamamos “suspiros” y que se deshacen en la boca en un segundo.

Las propuestas electorales del ingeniero santandereano, sabor de cucho maduro, son ofertas de vendedor ambulante, que ofrece confitería de centavos y gaseosa light. La miseria y la corrupción no se combaten con placebos y migajas, y menos sin ideas y con plagios. Rodolfo Hernández, a falta de un proyecto original, ha copiado conceptos y estrategias ajenas que cree que pueden ayudarlo, y lo ha hecho sin pudor.

Replicó la artimaña de buscar el poder enredando y tiktokeando, como ya lo consiguió Nayib Bukele, el actual mandatario de El Salvador. Rencauchó, ya bien entrada la campaña y con una que otra modificación, el programa de gobierno de Gustavo Petro. Utilizó, en un discurso suyo y sin cambiarle ni siquiera dos sílabas, las palabras del presidente de México Andrés Manuel López Obrador: “No puede haber gobierno rico con pueblo pobre”; lo que dicho por Rodolfo es una hipocresía, pues su ideología económica la definió con claridad en la siguiente frase, que sí es propia y que retrata su verdadero sentir: “Necesitamos que los empresarios entiendan que el mejor negocio es tener gente pobre con capacidad de consumo, porque los pobres consumen toda la plata”. A López Obrador, además, le copió el show de no vivir en el Palacio Presidencial y convertirlo en museo.

El desfalco no se acaba con las chucherías llamativas y baratas que promete un constructor de ilusionismos: irse a gobernar a su apartamento del barrio el Chicó, cerca al parque de la calle 93, avaluado en 4.300 millones de pesos. Donar su sueldo, despedir a los 50 cocineros que tiene el Duque en su palacio, cerrar algunas embajadas, vender los 38 carros de la Presidencia y las camionetas de los congresistas. Esos son pregones de culebrero de feria de pueblo. Si cumpliera con ellos, significarían un ahorro en los gastos de la nación, pero no estarían encaminados a eliminar la corrupción inmensa y sistemática que él mismo representa y que no le interesa acabar. Esa es el truco, ofrecer el cuero para robarse la carne.

Debemos recordar que en su campaña para la alcaldía de Bucaramanga Rodolfo y su equipo visitaron varios barrios de la ciudad, sobre todo los más marginados, y en ellos repartieron miles de cartas de compromiso en las que se prometía entregar veinte mil lotes con servicios. Su trampa la llamó “Plan 20 mil Hogares Felices” y él mismo reconoció que fue un engaño, que no entregó ninguno. También declaró, en una charla de la que existe el video, que el precio de los lotes que ha vendido es un atraco.

La miseria estructural hay que atacarla denunciando a personajes siniestros como Rodolfo Hernández. Salvando las decenas de billones que cada año se roban los contratistas del Estado en las obras que cobran y que construyen con materiales baratos y de mala calidad. Impidiendo el desfalco en los acueductos, los coliseos, los parques, las vías y los colegios que dejan a medio hacer luego de embolsillarse el dinero que recibieron para realizarlos. Evitando la sobrefacturación en los hospitales que arruinan inflando el costo de los insumos y los medicamentos. Vigilando los contratos de alimentación escolar que los enriquecen al cambiar la comida por bazofia.

Ese dinero, que año tras año se embolsillan esas sanguijuelas que desangran el erario, supera al recaudo de más de tres reformas tributarias como la actual y nos permitiría acabar con la inequidad. Es ahí donde hay que buscar la plata y no en las soluciones de agua tibia que ofrece el ingeniero santandereano, sin explicar, ni siquiera, cómo y con quienes va a poner en marcha esas propuestas.

Rodolfo no cuenta, en apariencia, con una bancada partidista consolidada, que le permita sostener un eventual gobierno suyo. Pero resulta que sí la tiene. Al viejito mañoso lo apoyan los jerarcas y los ideólogos más sagaces de la derecha, quienes sabían que en la segunda vuelta Federico Gutiérrez no tendría como derrotar a Petro y que por eso jugaron a dos bandas.

Es muy diciente que, en la noche del treinta de mayo pasado, cuando se conocieron los resultados, los seguidores de Fico le hayan dado la vuelta a su aparente derrota enviando memes y pegatinas de este estilo: ¡Con Rodolfo me IdentiFico!, ¡Estamos con RodolFico!, y más revelador aún que sin haber terminado el conteo de los votos la senadora María Fernanda Cabal haya escrito: “El triunfo de Rodolfo es el triunfo contra el establecimiento. El país necesita cambios, no el suicidio que ofrece Petro, pero sí autoridad, orden y la prosperidad que ofrece un empresario como el @ingrodolfohdez”, y que José Obdulio Gaviria, el maquiavélico ideólogo del uribismo, haya dicho: "¿Quién dijo que perdimos si pasó Rodolfo Hernández?". Si acaso llega a ganar las elecciones, gobernará con sus semejantes, quienes históricamente han venido manipulado el tinglado del poder y a quienes no les interesa que se acabe la torta que los engorda a ellos, y solo a ellos, a costa de la pobreza de 27 millones de ciudadanos que conforman más de la mitad de la población del país

Premonición

Rodolfo Hernández es una apuesta suicida. Si es elegido presidente incumplirá su promesa de eliminar la corrupción, la que más bien fortalecerá, y dicho engaño provocará el rechazo y las protestas de cientos de miles de colombianos que movidos por la frustración e indignados ante la trampa saldremos a las calles a manifestar nuestro malestar, con el costo doloroso para todos de que se paralice la economía del país y se disminuyan nuestros ingresos.

La estrategia para enfrentarnos la tienen bien clara los aliados guerreristas del candidato energúmeno que nunca ha tenido reparos en utilizar el matoneo físico y verbal con sus contradictores y subalternos: nos declararán enemigos públicos y restringirán los derechos ciudadanos instaurando el régimen de excepción, el estado de sitio y los toques de queda, y expedirán decretos que les permitan combatirnos con mano firme.

 

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