Refutando a Fernando Londoño y sus colegas uribistas

Refutando a Fernando Londoño y sus colegas uribistas

'No se puede negar la cercanía de la paz con la baja del conflicto'

Por: Juan David Torres
julio 23, 2015
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Refutando a Fernando Londoño y sus colegas uribistas
Foto: tomada de pares.com.co

La admiración que alguna vez llegué a sentir hacia el doctor Londoño se ha derrumbado con el pasar del tiempo. Mejor dicho, con el pasar de sus columnas, de las cuales soy asiduo lector. Desde hace varios meses, no hay escrito que no se centre en la profunda animadversión que el columnista siente hacia el cacareado 'Juanpa' y el proceso de paz. Sus argumentos, al igual que los de sus copartidarios, poco sensatos, se reducen a meras aseveraciones infundadas y llenas de inquina (a veces tenebrosas, como las concernientes a Enrique Santos), que no buscan más que generar miedo, confusión y pesimismo en la población.

Aclaro que no soy castrochavista ni apoyo a las Farc. No tengo ideas de izquierda, ni recibí clases de “comunismo avanzado” cuando pasé por el San Carlos, como diría  el colega de Londoño, Ricardo Puentes. Igualmente, no creo en la paz con impunidad. Por lo tanto, pienso que un mínimo de cárcel y la no conexidad del delito político con otros, como el narcotráfico, el secuestro, la extorsión o el homicidio, son imprescindibles para alcanzar un acuerdo de paz exitoso y sostenible. Solo creo que la guerra es lo más antieconómico en términos de vidas y recursos perdidos, en relación con el bajo costo de oportunidad de la negociación. Soy de esos escépticos optimistas, que esperan no salir defraudados dentro de cuatro meses, a tener que darle la razón a Londoño y su camarilla.

El pasado lunes abordé su escrito, “Tan cerca de la paz”, en el cual encontré ciertas inconsistencias, bastante repetidas por sus colegas en los medios de comunicación, que hicieron inevitable mi deseo de rebatir. El texto apela al famoso “todo tiempo pasado fue mejor” y presenta un panorama aciago del país en materia de conflicto, supuestamente, nunca antes visto. Sin embargo, a pesar de la escalada en la violencia (a raíz del fin del cese unilateral de las Farc) durante los últimos dos meses, puedo aseverar que nos encontramos más cerca que nunca de la paz; está entendida, para el propósito de este escrito, como la ausencia del conflicto.

Londoño y sus amigos nos hablan de violaciones a las treguas y de niveles nunca antes vistos de miembros de la fuerza pública muertos, ataques y “palizas” a esta misma, combates, secuestros, desplazamientos, contaminación, voladuras de oleoductos y torres de energía, destrucción de carreteras, víctimas de minas y extorsión. Una debacle, al parecer. No obstante, pasémosle la lupa a estas aseveraciones.

Las cinco treguas unilaterales declaradas por las Farc desde el inicio de los diálogos han sido cumplidas en casi un 100 %. La primera (nov. 2012 – ene. 2013) fue la que menos se cumplió, con un 90 %. Estas, aunque hayan permitido dilatar en cierta medida las negociaciones, han reducido la intensidad del conflicto: durante la última tregua de cinco meses solo hubo 12 acciones de las Farc, lo cual nos llevó a bajos niveles de violencia no vistos desde 1984, según el Cerac.

Los miembros de la fuerza pública muertos tuvieron su pico en el 2005 con 717 bajas. En el 2014, la cifra fue de 289. En lo corrido del año, se estiman unas 90 bajas. Si bien es una desgracia que siga muriendo gente en esta guerra sempiterna, son más las vidas que se salvan hoy. Alrededor de unas 650 vidas (de lado y lado) se salvaron durante la tregua.

Las acciones armadas de las Farc, que venían en ascenso desde el 2004, tuvieron su pico en el 2011 y comenzaron a bajar desde entonces. Es más, entre el 2013 y el 2014, las acciones de esta guerrilla se redujeron en un 40 %. A pesar de que junio fue el mes más violento desde el 2012, las 83 acciones violentas cometidas por las Farc no se comparan con las 179 acciones mensuales cometidas por las mismas durante el 2011. Menos “palizas” y combates. Las acciones que incluyen a ambas partes se vieron reducidas en un 90 % durante el cese unilateral. Por eso es una buena noticia el nuevo cese decretado.

Los secuestros están a la baja desde el año 2000, cuando alcanzaron la cifra de 3572, para llegar a 288 en el 2014. El 10 % de estos son atribuidos a las FARC. La disminución en secuestros es admirable, pues hace más mediático e indignante cualquier caso, como el del subteniente Moscoso, forzando así, una rápida liberación. Cuando el secuestro abundaba, la presión de la opinión pública era menor. De igual manera, el desplazamiento se ha reducido, entre el 2013 y el 2014 un 57 %, unas 14,000 víctimas menos.

A pesar de lo abyecto del derrame de crudo en nuestros ríos, se ha visto una reducción en los delitos contra el medio ambiente cometidos por distintos actores desde el 2008, cuando hubo guarismos de 5323, hasta 2502 en el 2014. De aquí se desglosan los ataques a: infraestructura petrolera, que aumentaron en el 2014 y llegan a 40 en lo corrido del año, gracias a la escalada de las acciones del ELN, infraestructura energética, que han venido disminuyendo desde el 2011 e infraestructura vial, que contabilizaron nueve desde el fin del cese unilateral, nada semejante a años anteriores.

En cuanto a minas, el pico fue en el 2006 con 1232 víctimas, comparado con las 286 del 2014 y las 122 que van en lo corrido del año. No entiendo cómo Londoño y sus colegas no aplauden los acuerdos del desminado humanitario. Finalmente, en lo que atañe a extorsión, esta se redujo en un 22 % durante el periodo enero – abril del 2015, comparado con el mismo periodo en el 2014. Esto anula la tesis uribista de que durante las treguas se extorsiona más. Máxime cuando el 9 % de las extorsiones son atribuibles a las FARC.

Además de que el término cartel no está siendo utilizado correctamente (desde la perspectiva económica), las FARC no son los traficantes número uno del mundo. Ni siquiera están en el top 5 . En lo que concuerdo con Londoño es en que ha aumentado el narcotráfico. Durante el periodo 2013 – 2014, aumentaron en un 44 % los cultivos y en un 52 % la cocaína producida. Esto ligado a aumentos en el precio de la hoja de coca. Sin embargo, no se puede decir que sean niveles nunca antes vistos, pues desde el 2009 para atrás, los cultivos de coca superaban los 69,000 del año pasado.

En suma, el doctor Londoño debería revisar sus datos y reconocer la realidad, la cual exagera con su agorero diagnóstico. No se puede negar el estar cerca de la paz cuando se vislumbran las cifras más bajas de la intensidad en el conflicto. Millones de colombianos vemos en la salida negociada la oportunidad de construir un mejor país. Esperemos que este nuevo cese unilateral contribuya a reducir de nuevo la violencia, condición sine qua non para llegar a un acuerdo de paz. La voluntad de paz de los colombianos verá a quién le da finalmente la razón.

@jdesign9615

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