¿Quién es el tibio?

¿Quién es el tibio? 

"No puedes amar la justicia sin despreciar la injusticia, como tampoco puedes amar la libertad sin odiar la esclavitud"

Por: Andres Bermudez Cardona
mayo 20, 2021
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¿Quién es el tibio? 

El tibio no quiere pensar. Es en esencia un perezoso. Alguien que no quiere profundizar en la naturaleza de los fenómenos políticos y que utiliza como excusa una falsa —y por demás peligrosa e irresponsable— moderación. En su desprecio por el esfuerzo que implica decidirse, es decir, hacer un ejercicio valorativo consciente sobre las propuestas, la profundidad ideológica de los candidatos, la visión de país y sus implicaciones en una eventual victoria electoral; equipara el actuar político de quienes, por ejemplo, niegan los derechos de las comunidades más vulneradas con aquellos que los defienden y promueven políticas para su protección. Para ello recurre a su máxima: “los extremos son iguales”, como si fuera lo mismo defender los derechos que negarlos.

El tibio es también. Un vanidoso, un egoísta. Alguien que en su mundo autoimportante no concibe la posibilidad de depositar su confianza en alguien que representa ideales concretos por la incapacidad de reconocer sus vacíos ideológicos y su falta de liderazgo. Cómo si esto fuera poco el tibio, además, no propone: se sale por la tangente, huye a hurtadillas diciendo “ni este, ni aquel” sin tampoco argüir ni señalar alguna posibilidad clara y evadiendo siempre la responsabilidad política de sus indecisiones con su viciada, pero siempre efectiva y caprichosa respuesta, “ninguno me representa”.

Y por supuesto que no lo hace porque el tibio es, además, ignorante: ignora su historia, la de su país, la de las comunidades que han sufrido la guerra que él contempló como espectador mientras de un lado civiles y del otro soldados y guerrilleros sembraban sangre en las montañas colombianas, ignora también a Chomsky, a Platón, a Foucault, a Freiré, Derrida y Deleuze; porque en su insípido mundo solo existen las frases de motivación y los mapas conceptuales. El tibio ignora que la democracia es un ejercicio de representación de intereses colectivos y no de caprichos individuales.

Vulgarmente señalan la determinación de quienes han tomado abiertamente posiciones concretas como un acto de extremismo y recitan su oneroso mantra a una sola voz: “no polarice”. Como si defender el medio ambiente e irse en contra de las prácticas y políticas que propenden por su destrucción tuviesen un término medio, o como si la paz se pudiera solventar a medias tintas; o como si el reconocimiento de los derechos civiles propios de todo ciudadano pudiera hacerse de forma parcial y selectiva; sin embargo al tibio esto lo tiene sin cuidado, su dificultad para embarcarse en lecturas de profundidad, su muy marcada y característica indiferencia, su intención de que las cosas cambien, pero no mucho, son el escenario en donde se cocina muy bien el café “ni muy frío ni muy caliente”.

Lamento despertarlos de su burbuja perezosa y hedonista, mis estimados amigos agridulces: los contrarios y los opuestos son determinantes para la construcción del mundo. No puedes amar la justicia sin despreciar la injusticia, como tampoco puedes amar la libertad sin odiar la esclavitud.

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