En el corazón del nordeste de Antioquia, entre los municipios de Yolombó y San Roque, está la finca Las Guacharacas, un terreno de más de dos mil hectáreas que, más allá de su poderío natural, ha sido testigo y protagonista de algunos de los episodios más controvertidos y dolorosos de la historia reciente de Colombia.
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La finca Las Guacharacas fue comprada por la familia Uribe Vélez en 1978 y en manos del patriarca de aquella familia paisa, el reconocido ganadero y caballista Alberto Uribe Sierra, se convirtió en uno de los símbolos de prosperidad ganadera de Antioquia. Pero también fue el lugar donde unos años más adelante ocurrieron tragedias que aún suenan en el entorno político y social del país.
El 14 de junio de 1983, cinco años después de haberla comprado, la tranquilidad de la familia Uribe Vélez, se vio atravesada por un hecho sangriento que aún hoy se recuerda. Alberto Uribe Sierra, el papá del expresidente Álvaro Uribe Vélez, aterrizó en su helicóptero privado en Las Guacharacas, acompañado de sus hijos, Santiago y María Isabel y Bernardo Rivera, el piloto del helicóptero.
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Una media hora después de haber llegado a la finca, un grupo de al menos ocho hombres armados hasta los dientes llegó a la finca. Al parecer querían secuestrar al ganadero. El piloto de la aeronave recuerda que Uribe Sierra sacó su pistola y empezó a disparar. Tenía claro que no se iba a dejar coger.
El papá de quien para ese entonces ya había sido director de la Aerocivil y alcalde de Medellín recibió dos disparos, uno en el pecho y otro en la cabeza. Murió ahí en la finca. Los bandoleros agarraron a bala el helicóptero para dejarlo inservible. Ese mismo helicóptero fue el que años después encontraron en Tranquilandia, uno de los más grandes laboratorios de cocaína de Pablo Escobar.
Los Uribe Vélez siempre han dicho que las Farc, mataron a su papá. Pero las mismas Farc negaron su responsabilidad. Hoy nadie sabe a ciencia cierta quiénes mataron al caballista Uribe Sierra.
El segundo golpe a la finca Las Guacharacas
Doce años después, cuando Álvaro Uribe, era el gobernador de Antioquia, su hacienda Las Guacharacas sufrió otro golpe. Una cuadrilla de guerrilleros del ELN entraron a la propiedad y luego de someter a los trabajadores, le prendieron fuego a la casa principal. Los guerrilleros se llevaron 600 vacas y varios caballos.
Fue un ataque que aparte de haber sido una gran pérdida económica, profundizó también las heridas abiertas y se consolidó la férrea postura de los Uribe contra los grupos guerrilleros, que se vio expuesta cuando Uribe llegó a la presidencia con su política de Seguridad Democrática.
Pero la historia de esta gigante hacienda, una de las propiedades más queridas de la familia Uribe, no se detiene en estos episodios de violencia. Testimonios de algunos exparamilitares, como Juan Guillermo Monsalve y Pablo Hernán Sierra, han señalado esta hacienda como cuna del Bloque Metro de las Autodefensas lideradas por los hermanos Castaño.
Según los exparamilitares, después de los ataques de las guerrillas, empezaron las alianzas entre hacendados locales y las AUC, con el fin de contrarrestar a la guerrillera en la región. Afirmaciones que han sido investigadas judiciales y han generado un debate sobre la supuesta relación entre algunos miembros de la familia Uribe con paramilitares.
Monsalve es protagonista en esta historia. Es hijo de Óscar Monsalve, quien por muchos años fue administrador de la finca, por los que creció en esta finca y trabajó allí en su juventud como vaquero antes de ser parte de las AUC. Tras su captura, Juan Guillermo Monsalve se ha convertido en testigo clave en procesos judiciales que involucran al expresidente. Entre otras versiones, Monsalve a narrado cómo presuntamente hubo colaboración entre la familia dueña de Las Guacharacas y las AUC, de los Castaño.
Guacharacas y los Gallón, los asesinos del futbolista Andrés Escobar
En 1987 Las Guacharacas cambió de manos. Parte de esta propiedad le fue vendida a los hermanos Gallón Henao, conocidos por su relación en el crimen del futbolista de la Selección Colombia y Atlético Nacional, Andrés Escobar, vínculos que tejieron otra capa de complejidad a la ya difícil historia de Las Guacharacas, asociada con hechos trágicos que marcaron la memoria colectiva del país.
Aterrizan la minera extranjera en el municipio San Roque en busca de oro
Casi tres décadas después de estar en manos de los hermanos Gallón, las tierras de Guacharacas seguían con su vocación ganadera, en 2015 llegó al Nordeste antioqueño la minera surafricana Anglo Gold Ashanti en busca de oro. Tenían en sus manos la licencia otorgada por la Agencia Nacional Licencias Ambientales, ANLA, en el gobierno de Juan Manuel Santos, para una explotación en Gramalote.
Empezó entonces la compra de tierras vecinas en el municipio de San Roque, donde estaba la hacienda Guacharacas. Según el senador Iván Cepeda, la minera Anglo Gold Ashanti adquirió entonces casi medio centenar de propiedades, 46 de ellas en San Roque y uno en Yolombó. En esta adquisición entró una parte de la hacienda.
La gigante Anglo Ashanti, ahora con Alberto Zuleta, ex ministro y ex presidente de Ecopetrol en el gobierno de César Gaviria como presidente, entró en pausa en sus inversiones en Colombia. En el 2023 le vendió Gramalote a la minera canadiense B2Gold y por presión de la comunidad y decisión de la Agencia Nacional de Licencias en el gobierno quedó frenado indefinidamente su proyecto bandera en Colombia: la mina de oro de cielo abierto en Quebradona, en el municipio de Jericó. Claramente no sería el gobierno Petro el llamado a revisar esa decisión.
La Hacienda Guacharacas está lejos de tener el significado que tuvo en el pasado pero su nombre evoca recuerdos oscuros y las tragedias del pasado que por la región pocos olvidan, como tampoco el expresidente Uribe quien en su audiencia de juicio en su contra recordó que nunca había vuelto a esas tierras después del asesinato de su padre.