Ausente de los medios, el pasado 13 de enero pasó desapercibido el Día Mundial de la Lucha Contra la Depresión. Ahora, el presidente declara estado de conmoción y llega el Año Nuevo Chino.
A propósito, según la cultura china, 2025 es el año de la Serpiente de Madera y es propicio para la reflexión, transformación y superación de conflictos. Ese animal, en la tradición cristiana, simboliza la tentación o el engaño. En la economía popular, fruto prohibido, equivale a “deuda”. Respecto al elemento, los colombianos usualmente nos “damos palo” porque sí o porque no.
Explorando otros significados, un experto en neurociencias explicó que el cerebro humano es “triuno”, porque se compone de una parte reptiliana —vital, instintiva o reaccionaria—, otra mamífera —emocional y social— y una racional —limitada-. Y, como también evolucionamos a partir de los primates, los Simios de Madera desde el siglo 16 repelían al mal mediante la ceguera, la sordera y el mutismo, pero eso terminó confundiéndose con la negación, indiferencia o pasiva complicidad, y algunas variantes incluyeron un cuarto primate, visceral, que evita hacer el mal.
La Organización Mundial de la Salud publicó las principales causas de muerte. En los países desarrollados preponderan: 1. La Cardiopatía isquémica, 2. El Alzheimer y 3. El Accidente cerebrovascular, ACV. En los subdesarrollados, resaltaron: la Cardiopatía Isquémica, El ACV y la Cirrosis. Posteriormente, alertó sobre un aumento global del 25% en la prevalencia de ansiedad y depresión.
Evidentemente, nuestros cerebros racional, biológico y social están enfermos. Causa y efecto, la economía permanece en crisis, y la política es escandalosa. Curiosamente, una consecuencia del Alzheimer y los ACV es el mutismo o la afasia, un trastorno del lenguaje que impide a las personas expresarse libremente, pues sus ideas parecen inefables.
Esto obliga a aprender a escuchar, algo fundamental para desarrollar la empatía y rehabilitar el habla. Al respecto, los canales públicos deberían ofrecer contenidos sobre comunicación no violenta y pensamiento crítico, para evaluar de manera asertiva las promesas, los planes y las excusas.
Entre tanto “diálogo de sordos” es prudente imponer votos de silencio, como penitencia para quienes no pasan “del dicho al hecho” —e.j. el Ejecutivo o el Parlamento, donde solo 0.43% de los Proyectos se convierten en Ley—, y como ejercicio de meditación para los beligerantes o quienes no ceden la palabra a los que no pueden pronunciarse: los nadie.
Tanta repetición de la palabra reforma la desgastó y le signó terrorismo semántico, porque no dice nada diferente o nadie está dispuesto a aceptar sus implicaciones. Igual, para construir sobre algo positivo, en Colombia ahora existe una ley para eliminar el ruido, y otra para promover la salud mental más el bienestar psicosocial.
El desafío, ahora, es integrar y poner en marcha a los Ministerios de Educación y Salud, garantizar recursos e incluir enfoques diferenciales en la atención para el desempleo y la pobreza.
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