¡Que no les hagan más conejo!
Opinión

¡Que no les hagan más conejo!

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octubre 07, 2013
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Sobre uno de los improvisados muelles del puerto de San José del Guaviare, junto al ancho río que nace del matrimonio entre el Guayabero y el Ariari, don Francisco contaba los peces que le sacó a esas aguas de color café con leche, durante la jornada del 2 de octubre. Junto a otros dos lugareños que alistaban carga para Mapiripán, relató las angustias y las razones de la esperanza que hoy se perciben en la región.

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A los productores que viven de cultivar coca, las Farc, los metieron desde los años ochenta  en una trampa al incentivarlos a cultivarla y Gentil Vargas, jefe del VII frente de las Farc, les hizo conejo, porque les firmó unos vales por pasta base de coca (PBC); se fue y nunca les pagó.

Los engañó, como lo hace la planta de coca, agregaba Martín: porque lo único que nos ha traído es ruina y estigmas. “Aprendimos la cultura de la coca y nos acostumbramos a ella porque es fácil entrar y porque perdimos la fe en los gobiernos que siempre nos ilusionaron con proyectos para sacarnos de esa opción de vida”.

“Quien siembra coca vive al fiado..., alcanzado, y no le queda ni para una muda de ropa; quienes sí ganan son las Farc y las Bacrim, porque venden a los narcos de la zona y ellos quedan con todo el dinero del trabajo del pequeño productor; sembrar, raspar o alistar la PBC, no deja sino para sobrevivir y sacar el pescuezo del hoyo, pero siempre fiando o cambiando medicinas y alimentos por unos cuantos gramos de coca”.

El Bloque Meta de los paramilitares se alió con los frentes I y VII de las Farc, para vender la coca transformada a pequeñas redes que la trasladan hacia los sitios de embarque, para llevarla fuera del país, o para ingresarla al menudeo en el mercado nacional. Las Farc siguen reclutando menores sobre el Guaviare y el Guayabero; sobre Miraflores, El Retorno y Calamar; dicen los lugareños que “para que ahora que se desmovilicen le muestren al país que eran más de lo que se pensaba y para alistar los expertos que se quedarán con el negocio de la coca”.

No solo las Farc han hecho conejo en el Guaviare: los alcaldes y gobernadores cada rato le hacen conejo a las comunidades porque no les cumplen con la deuda social; comienzan a hacer obras en cemento y las dejan sin terminar, “parece que los recursos los reparten para pagar favores; por eso era mejor cuando antes se nombraban los alcaldes y gobernadores por decreto, porque al menos las obras se veían; ahora ni un tramo de carretera pavimentan; al caminar de noche por las calles de San José del Guaviare, la calle que va al aeropuerto no tiene luz”.

Los habitantes del Guaviare reclaman que algunos proyectos de cacao, piscicultura, lácteos, maderables, ganadería, frutos amazónicos, no acceden a los mercados porque no hay electricidad rural, vías confiables, ni sistemas de transporte fluvial, que unidos a los elevados costos de cemento y combustibles, hacen más penosa la vida de quienes viven por esos lugares; eso impide el desarrollo humano y el desarrollo sostenible de las economías lícitas.

La falta de titulación formal de las tierras, que en buena parte se encuentran en zonas de reserva forestal, les impide el acceso a los créditos; los mecanismos aún son lentos y llenos de caminos con obstáculos.

Es generalizado que los cultivadores de coca del Guaviare, Meta y el Caquetá, desean terminar con esos cultivos; se atreverían a hacerlo de manera voluntaria, siempre y cuando el gobierno los ayude con proyectos integrales de desarrollo alternativo y la infraestructura clave para sostener los nuevos proyectos alternativos; piden al unísono, la terminación de la aspersión con glifosato y la erradicación forzosa, hasta tanto el gobierno demuestre consistencia en los apoyos al campesinado.

Varios proyectos que apoyan la cooperación internacional y nuestro gobierno, son ejecutados por profesionales y operadores que vienen de las capitales urbanas, por lo que solicitan que más bien se ejecuten desde las organizaciones campesinas que existen en los territorios.

Para que la historia no se repita, cualquier programa que el gobierno instale en zonas rurales y cocaleras debe servir como instrumento para que las organizaciones campesinas se empoderen políticamente, para que desde ellas mismas se vayan gestando nuevas generaciones que reemplacen las élites y cacicazgos que poco han hecho por las regiones.

Los campesinos piden apoyo con educación para que sus hijos recuperen el amor por el campo, para rescatar el orgullo de ser campesinos; manifiestan que muchas veces sienten pena de reconocerse como campesinos pues los estigmas que se crearon sobre ellos los obligan a ceder ante los intermediarios, y entregar por muy poco lo que producen lícitamente.

Sobre una de las puertas de entrada a la amazonia colombiana, está la hermosa población de San José del Guaviare, con miles de guaviarenses, preocupados por relacionarse con la naturaleza desde un mejor espíritu de preservación y compromiso ambientalista. La enorme voluntad de individuos y comunidades organizadas para salir de la cultura ilegal que genera el mal uso de los cultivos de coca, son razones para la esperanza en este territorio y razones justas para que no se atrevan, nunca más, a hacerles conejo.

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