Sostengo que para definir el futuro de la humanidad en cada comunidad y nación, resulta más importante participar en la elección o designación de los mandatarios de Estados Unidos, China, Rusia e India, que participar en la de los gobernantes domésticos, digamos, por ejemplo, los nuestros, en el tercer mundo. Esa afirmación se sustenta en la “teoría de la dependencia” pero puede aplicar también, mediaciones dadas, en tiempos de la globalización fragmentada.
Pregunto, ¿quién habría resultado electo presidente de Estados Unidos si quienes estamos siendo afectados por las decisiones de ese país hoy, hubiéramos tenido la opción de elegir entre Trump, Harris y agreguemos, para ampliar el espectro, Bernie Sanders? Posiblemente Trump habría ganado también, dado que Elon Musk está en todas partes, pero esos serían los costos de la democracia electoral global. Ni para qué preguntar qué pasaría si todos los electores-afectados en el mundo participáramos en los casos de China, Rusia o India.
Y, para seguir especulado, ¿quién ganaría las elecciones para ser papa, si la Iglesia católica, apostólica y romana operara como una democracia electoral mundial?
Está claro que muy pocos de los 1.300 millones de católicos participarán directamente en la elección del sucesor del papa Francisco. Pero todos los fieles -y aún muchos infieles- soportarán las consecuencias de esa decisión. Solo 135 cardenales tienen derecho a elegir en el cónclave que se desarrolla en la Capilla Sixtina.
La prensa del mundo está cubriendo con morbo el proceso de sucesión del papa progresista, el argentino Jorge Mario Bergoglio. La pregunta es: ¿el sucesor continuará la apertura iniciada por Francisco? ¿retornará al conservatismo más recalcitrante, tipo Opus Dei? ¿o ganará el pantano, de un paso adelante y dos atrás? Ya explican que de los 135 cardenales electores 53 son europeos, el 39 % (mientras en 2013, cuando se eligió a Francisco, hijo de italianos, el 52 % eran europeos). Le siguen en representación 23 asiáticos, 21 de América del Sur y Central, 18 de África, 16 de América del Norte y solo 4 de Oceanía.
“Italia es el país con mayor representación en las deliberaciones, con 17 participantes, aunque este número es inferior a los 28 de 2013. Estados Unidos (10) y Brasil (7) completan el podio de países con más cardenales participantes en el cónclave. Francia y España cuentan con cinco cada uno, mientras que Colombia solo contará con un cardenal que ingresará a la Capilla Sixtina con voto: el cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá”, según el diario El Tiempo (26/04/2025).
Está claro que la participación en el cónclave no guarda proporcionalidad con el número de fieles por país o continente. Según ChatGPT, aproximadamente el 44-45 % de los católicos son de las Américas, el 26-27 % de Europa, entre 17-19 % de África, alrededor de 8-10 % de Asia y 2 % de Oceanía. Y por países, la distribución aproximada de fieles con respecto al total puede ser: Brasil,19-20 %; México, 10%; Filipinas, 4-5%; Estados Unidos,4-5 %; Italia, 3 %. De manera que los cuatro países con mayor número de fieles no han contado con papa, hasta el momento. Eso podría cambiar en los próximos días.
En principio, en el caso de las iglesias, se supone que los órdenes jerárquicos tienen proveniencia divina
Es sabido que las iglesias, así como otras organizaciones e instituciones, como los ejércitos, no se rigen por reglas democráticas. En principio, en el caso de las iglesias, se supone que los órdenes jerárquicos tienen proveniencia divina. (Antes, los reyes también tenían esa procedencia). Es pues un error pedirles que los fieles decidan en condiciones de igualdad, similar a la democracia electoral. Por eso el Estado Vaticano no es una democracia representativa, aunque muchos de sus pronunciamientos son a favor de la “democracia” en los demás Estados.
Es sabido que los fieles católicos de Estados Unidos y de Alemania constituyen la mayor fuente de financiación global de la Iglesia católica. Pues eso tampoco parece definir la elección de los papas. Más bien esa realidad tiene peso en las orientaciones políticas e institucionales del Vaticano.
Con todo, los sectores progresistas del mundo tenemos pánico de que el nuevo papa resulte alineado con las políticas del actual Gobierno estadounidense o de la derecha eurocentrista. Los avances alcanzados por Francisco en temas como la defensa de “la casa común”, en especial de la Amazonia, o en la compasión y solidaridad con los migrantes, con los pobres y excluidos, en el diálogo intercultural y con otras confesiones para lograr la paz y aún, aunque menos exitoso, en el reconocimiento de la pedofilia y la corrupción en sectores importantes de la Iglesia, y el tibio apoyo al empoderamiento de la mujer en el rito y las instituciones eclesiásticas, todos esos avance se verían seriamente amenazados de imponerse el sector retardatario de los católicos en el cónclave en desarrollo.
Si ese es el resultado, que Dios nos coja confesados, a creyentes y no creyentes. Amén.
Del miso autor: Imperfecta, nuestra democracia crece y se reinventa