Presupuesto para el deporte: ¿agenda de desarrollo deportivo o de intereses electorales?

Presupuesto para el deporte: ¿agenda de desarrollo deportivo o de intereses electorales?

"Una reducción de presupuesto del deporte le puede salir más cara al gobierno y el interés electoral que el escándalo de Odebrecht"

Por: Carlos Eduardo Vargas Olarte
agosto 11, 2017
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Presupuesto para el deporte: ¿agenda de desarrollo deportivo o de intereses electorales?
Foto: EFE

Las voces tanto de reclamo como de aclaración sobre el recorte presupuestal para el deporte no dejan de reflejar la —pobre— verdadera capacidad y calidad de la gestión de las organizaciones deportivas de carácter público (Coldeportes) y privado (Comité Olímpico y Federaciones Deportivas) que saben explotar mediáticamente tanto los triunfos como los reclamos de los deportistas para demandar altas inversiones para infraestructura, organización de eventos competitivos de alto rendimiento y la financiación de campañas electorales de los funcionarios “golondrinos” (de paso por el deporte para capitalizar imagen y recursos).

En lugar de presentar las evidencias de los datos reales (gráficas sobre los porcentajes de inversión) y plantear una discusión que permita dilucidar cómo se distribuye el presupuesto nacional asignado al deporte, se limitan a quejarse emocionalmente (sentirse ofendidos) o comprometer (chantajear) sutilmente al gobierno nacional, recordándole la rentabilidad electoral del deporte (las alianzas y respaldos).

Se extraña que en este escenario de atención nacional por la resonancia natural de la voz de los deportistas (nuestros ídolos y más auténticos representantes), la agenda oculta del deporte sea la de los intereses políticos en el año previo a las campañas para las elecciones presidenciales, de gobernadores y alcaldes. Una reducción de presupuesto del deporte le puede salir más cara al gobierno y el interés electoral que el escándalo de Odebrecht. Las facturas que se están cobrando no son a favor de los deportistas. Por eso se debe estar atento y vigilante a la ejecución del presupuesto aprobado ante ciertas señales que nos brinda el actual panorama del deporte nacional:

  1. Con un vistazo a las nóminas de servidores públicos en Coldeportes, los institutos regionales y la secretarias de Deporte, se dará cuenta de la presencia burocrática de una legión de funcionarios de “confianza y manejo” que sin la mayor experiencia y preparación han llegado a cargos de dirección con misiones especificas no precisamente de esencia deportiva.
  2. Ver la celeridad con que se están contratando las obras para la agenda de eventos regionales, nacionales e internacionales, con organizaciones afines a los entornos electoreros partidistas.
  3. La disputa de intereses al interior de los Comités Organizadores de los eventos deportivos entre las líneas de poder de los directivos de los algunas federaciones, el Comité Olímpico, Coldeportes, representantes de los gobiernos departamentales y municipales.

 

La perspectiva de la política publica de deporte no solo debe estar concebida para satisfacer los intereses arriba mencionados, sino para el desarrollo del deporte en sus diferentes enfoques y modelos como medio de política social en favor de los diferentes grupos de población de la sociedad colombiana y no de una reducida población de deportistas y dirigentes del Deporte de rendimiento y alto rendimiento, en donde los dirigentes sacan los mayores dividendos (sus medallas y títulos particulares: fotos, votos y fondos).

¿Será que a la luz de esta realidad —la práctica real— se llegue a requerir de una reforma estructural del sistema deporte o será más conveniente oficializar dos nuevas estructuras de dirección deportiva?

  1. Divisiones especializadas de obras e infraestructura deportiva
  2. Departamento de Ferias, Eventos y Exposiciones deportivas

 

Los resultados deportivos, en lo competitivo, son la excepción —que los salva y los mantienen en su cargos— de una inversión mínima comparando lo invertido en la preparación de sus deportistas y entrenadores frente a los onerosos presupuestos en construcciones y organización de eventos “ mundiales e Internacionales” que se celebran sin la mayor trascendencia para el desarrollo deportivo del país y el impacto social que deberían generar.

En otras palabras, los deportistas “apoyan” a los dirigentes con sus resultados, pero estos —los dirigentes del deporte— contribuyen al desarrollo de firmas de ingenieros, arquitectos de obras deportivas y empresas electorales, gracias a las generosas medidas de “apoyo “ a cuanta Federación o “grupo cívico” se le ocurre organizar un campeonato mundial dejando deudas y facilitando el negocio para entes particulares y la empresa privada. El resto de deportistas que no son de la “élite” y la población en general con derecho constitucional a la practica deportiva, mirando para “San Felipe”.

Ahí si es cierto, con discursos populacheros y un “activismo” mediático, decoran el pastel del “efectismo”. ¿El deporte y su relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y como medio de política social? Eso es “física nuclear” para los políticos y dirigentes del deporte. Lo de ellos: medallas, ladrillos, cemento, discursos y comités organizadores. La expresión más reducida del deporte en el siglo XXI.

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