Presidentes exprés y tácticas de guerra de Estados Unidos en América Latina

Presidentes exprés y tácticas de guerra de Estados Unidos en América Latina

Las situaciones en las que interviene parecen calcadas: gobiernos de izquierda elegidos por voto popular, pero descalificados como amenazas para la democracia

Por: Ismael Ortiz Medina
febrero 11, 2019
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Presidentes exprés y tácticas de guerra de Estados Unidos en América Latina
Foto: Instagram Nicolás Maduro / U.S. Navy / Twitter @jguaido

Los intereses de fondo son también los mismos y siempre son de tipo económico y con nombre propio: cobre (Chile), petróleo (Venezuela) y banano (Guatemala), todos en manos de compañías norteamericanas. Las estrategias de guerra también son las mismas: bloqueo económico, campañas de desprestigio y ataque militar directo, apoyado o fraguado por los Estados Unidos, que finaliza con la puesta en el poder de un gobernante exprés fabricado por los medios de comunicación.

Salvador Allende en Chile nacionalizó la explotación del cobre y se la quitó a las compañías gringas Kennecott Corporation y la Anaconda Copper Company. Jacobo Arbenz hizo una reforma agraria y le quitó varios racimos de banana a la United Fruit Company en Guatemala. Hugo Chávez obligó a redistribuir mejor las ganancias del petróleo, lo que no le gustó a la ExxonMobil ni a la ConocoPhillips.

La estrategia bélica se inicia con campañas mediáticas de desprestigio hacia los gobernantes y sus colaboradores más cercanos que son calificados desde torpes en lo personal hasta de amenaza para la vida, la paz y la estabilidad internacional. La CIA se encargó de que los medios mostraran a Jacobo Arbenz como un “dictador rojo”, “malversador de fondos”, “bebedor”, “depresivo” y “cobarde”. A Carlos Prats, ministro de Defensa de Allende, lo acusaron de cobarde y de dispararle a una pobre e indefensa mujer hasta que finalmente tuvo que renunciar y murió asesinado por el mercenario gringo Michael Townley, agente de la CIA. Basta decir que a la pareja Chávez-Maduro los medios no le perdonan un estornudo o una frase pronunciada en su precario inglés.

El bloqueo económico en Chile tomó fuerza dramática en el año 1972 cuando la derecha organizó un paro de camioneros que puso en jaque al gobierno de Allende e inició la campaña de caos económico con el desabastecimiento de los mercados: “hay que hacer gritar a la economía" dijo de Chile Richard Nixon e “impedir la confirmación de Allende en el poder”. En Guatemala los norteamericanos dirían que el gobierno “comunista” de Jacobo Arbenz hizo perder 40 mil empleos en las bananeras y el gran desabastecimiento que tiene Venezuela es producto del bloqueo total de la venta de productos básicos. No obstante, ahora quieren hacerlos llegar al país bajo el nombre de ayuda humanitaria.

La puntada final también es la misma en todos los casos: Estados Unidos fragua la salida del poder de los gobernantes a partir de un ataque militar y monta en el poder a un personaje producido, reclutado y entrenado por los norteamericanos para ejercer la presidencia. Pinochet, al amparo de los gringos, bombardea y se toma el Palacio Presidencial en Santiago; en Guatemala, un oscuro y ridículo personaje se prestó para ejercer de presidente, un tal Coronel Carlos Castillo, quien luego terminó asesinado; en Venezuela ya van dos intentos de inventarse un presidente —en el año 2002 con Pedro Carmona que gobernó menos de dos días y actualmente se intenta lo mismo con otro presidente exprés: Juan Guaidó—.

Tal vez la única situación diferente es que en Venezuela Nicolás Maduro cuenta con el respaldo del ejército regular, lo que no pasaba en Chile ni Guatemala, pero también hace la diferencia que el asedio mediático es hoy mucho más fuerte y más directo. La iconósfera sobre Maduro y sus “burradas” parece no tener límites y por supuesto la contraponen a la calculada y prefabricada imagen de la figura de Guaidó, producido y construido desde y para las redes sociales:

  • Se dice que Maduro es un obeso chofer de camión que se da grandes comilonas mientras su pueblo muere de hambre, que es un tirano mal hablado, con muy pocos “likes” en redes. Además, se escucha por ahí que sacó 21 toneladas de oro para Turquía, que se desmayó y quedó atorado en un tanque militar debido a su gordura, pero por supuesto nunca se muestran sus imágenes. Hay que decir que ni siquiera las muchísimas, torpes y famosas frases del vicepresidente gringo Dan Quayle tienen tanta viralidad como las de Maduro. “El futuro será mejor mañana“, “Si no tenemos éxito, corremos el riesgo del fracaso”, “Lamento no saber latín para poder hablar con los latinoamericanos” decía Dan Quayle.
  • Por otra parte, se dice que Juan Guaidó es un joven ejecutivo, educado en los Estados Unidos, casado, buen padre y buen esposo. Las noticias que le han dado notoriedad tienen que ver con cuando fue “interrumpido” en plena rueda de prensa con los medios internacionales para avisarle que su casa fue allanada por los militares (a plena luz del día) y cuando fue “secuestrado” también a plena luz del día en medio de una congestionada avenida.

Retomando, la otra diferencia es que la injerencia de los Estados Unidos y sus aliados es ahora directa y sin tapujos. Hace cincuenta o más años los Estados Unidos actuaban con la CIA, el espionaje y operaciones encubiertas; hoy lo hacen apoyándose en clubes de expresidentes de derecha, con reclamos oficiales de cancilleres y grupos de países preocupados por la libertad y los derechos humanos. Pastrana, Uribe, Vicente Fox, Aznar, Bolsonaro, Gaviria, Almagro, la OEA… lo que nunca ocurrió cuando América Latina estuvo en manos de sanguinarios gobernantes como Somoza, Pinochet, Videla, Bordaberry, por nombrar solo algunos.

Los gobiernos populares tildados de “comunistas”, “rojos” o “socialistas” que han perdurado en el poder (Cuba y Nicaragua) lo han logrado después de largas luchas de ejércitos populares con base en guerrillas móviles que se desplazaron de las montañas a los centros de poder. Los gobiernos populares en Chile y Guatemala fueron aniquilados luego del asalto y bombardeo de las respectivas capitales o centros de poder y no tuvieron tenido ningún respaldo o base militar interna o externa. En Santiago de Chile bombardearon el Palacio de la Moneda y en Guatemala los Estados Unidos hicieron lo mismo en puntos estratégicos de la capital. Ni Fidel Castro ni los Sandinistas llegaron al poder por la "vía democrática” o el voto popular.

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