¿Por qué la fumata blanca esconde más de lo que revela?

¿Por qué la fumata blanca esconde más de lo que revela?

El cónclave comenzó en el Vaticano con 133 cardenales votantes. Se debate el perfil del nuevo papa en medio de tensiones entre tradición, fe y transparencia

Por: Fabio Olea
mayo 08, 2025
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¿Por qué la fumata blanca esconde más de lo que revela?

El cónclave para elegir al papa número 267 de la Iglesia católica ha comenzado en el Vaticano. Celebrado en la Capilla Sixtina, el cónclave —del latín "cum clave" (con llave)— implica el aislamiento de los cardenales durante el proceso de elección. De los 252 cardenales del Colegio Cardenalicio, 135 (menores de 80 años) tienen derecho a voto; sin embargo, la ausencia de dos reduce el número de votantes a 133.

Los cardenales deliberarán hasta la elección del nuevo pontífice, momento en que una columna de humo blanco anunciará el resultado. Las campanas de la Basílica de San Pedro repicarán, el cardenal protodiácono proclamará el histórico "Habemus Papam", y el nuevo Papa, desde el balcón del Palacio Apostólico, revelará su nombre y saludará a la multitud en la Plaza de San Pedro.

El papa, desde una perspectiva teológica, es el representante de Dios en la Tierra y el líder espiritual de la Iglesia Católica. Como católico, respeto su autoridad y, aunque evito pronunciamientos sobre cuestiones de fe, desde un análisis periodístico puedo opinar acerca de las cosas humanas de la Iglesia, y la elección de un papa es, sin duda, un asunto eminentemente humano. Después de todo, el cónclave elegirá a un hombre, mortal y con sus virtudes y defectos, como cualquier otro. ¿Cuáles son los requisitos para ser elegido Papa?

El derecho canónico, de origen humano y no divino, regula la elección papal dentro de la Iglesia católica y no exige ser cardenal ni siquiera obispo para ser elegido Papa. La única condición indispensable es ser un hombre bautizado en la Iglesia católica. Esta normativa, actualmente incompatible con la elección de una mujer, podría modificarse, abriendo la posibilidad a una futura papisa.

La Constitución apostólica permite, entonces, que cualquier católico bautizado pueda ser elegido papa. ¿Qué pasaría si a un varón católico bautizado se le negara su derecho a participar en el cónclave y postularse para papa? ¿Podría esa persona interponer una acción de inconstitucionalidad ante un tribunal eclesiástico para proteger su derecho a ser elegido?

Una cosa es lo que está escrito en la ley eclesiástica y otra cosa la realidad. Si bien, como católico, tengo el derecho teórico a aspirar al papado y a votar en el cónclave, la realidad es diferente. Mi apariencia de Negrindio, sin el cargo de cardenal, y vestido informalmente con sombrero vueltiao y abarca tres puntas, probablemente impediría mi acceso al Vaticano para participar en la elección papal.

Todo el proceso de elección papal y el cónclave está envuelto en un misticismo y secretismo, cargado de simbología, que persiste desde la muerte del Papa hasta la elección del nuevo, lo cual, desde mi punto de vista, resulta anacrónico en la era actual. La falta de transparencia es inexplicable. En un mundo hiperconectado, la elección del Papa interesa a más de mil cuatrocientos millones de católicos, no solo a los 133 cardenales reunidos a puerta cerrada.

La transmisión en vivo de las sesiones ofrecería una mayor transparencia, permitiendo al mundo presenciar el proceso, conocer las posturas ideológicas, políticas y dogmáticas de los candidatos, así como los temas debatidos y las reformas propuestas. Se mostrarían las negociaciones y concesiones inherentes a cualquier proceso de elección. Al fin y al cabo, los cardenales son seres humanos, con sus pasiones y ambiciones, sujetos a las mismas influencias que cualquier otro. Si bien la transmisión en vivo podría ser un primer paso, la posibilidad de una elección democrática del Papa merece una seria reflexión.

Los cardenales electores deben elegir un líder capaz de unificar y fortalecer la Iglesia, afrontar con decisión los desafíos del nuevo orden geopolítico mundial, y promover la paz internacional a través de la reconciliación entre los pueblos. La Iglesia no puede permanecer silente ante la violación de los derechos humanos en dictaduras como las de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

En este conclave se mencionan como candidatos para ser papa a los cardenales Pietro Parolin (secretario de Estado), Matteo Zuppi y Luis Antonio Tagle. Se especula con la posibilidad de un Papa africano (negro), considerándose los nombres de Fridolin Ambongo, Robert Sarah y Peter Turkson. Otros nombres son los de los cardenales Raymond Burke de EE. UU., y Juan José Omella, arzobispo de Barcelona. Dado que el 80% de los cardenales electores fueron nombrados cardenales por Francisco, es probable que la próxima elección refleje la línea progresista de la Iglesia.

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