Por el respeto a las culonas
Opinión

Por el respeto a las culonas

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mayo 07, 2015
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Las cosas que hace uno por amor. Bueno, uno; Néstor Humberto. Y no por un amor espontáneo que es lo corriente, por uno prefabricado que es lo admirable. Comer hormigas culonas durante 180 minutos —lo que duró esa sorpresiva danza que el susodicho escenificó la semana pasada en la reserva natural de la oposición-, con el fin de cortejar al jefe de la manada, no es esfuerzo que el país deba ignorar.

Por actos menos heroicos el Congreso de la República ha sido generoso en conceder condecoraciones. Así que a colgarle la Cruz de Boyacá al ministro de la Presidencia, como por entre un tubo, señores.

Porque, de que se la merece, no queda duda, máxime si en las cámaras de seguridad del Senado no aparece registrada una sola náusea de su parte, por cuenta del pantagruélico snack. Además de heroico, un acto estoico.

Crunch, crunch: “Hay que reafirmar que el expresidente Uribe es un gran patriota que no se opone a la paz”. Crunch, crunch: “Agradezco el interés del señor ministro Martínez de dialogar con  nosotros”. (¿Son acaso alucinógenas las culonas?, ¿van al cerebro las sustancias que segregan?, ¿producen efectos secundarios?, ¿se puede exceder su consumo?)

Mientras tanto el presidente Santos —con la velita prendida—, si algo estaba comiendo, fijo eran huevas de esturión. Hacen menos ruido y son de más fácil digestión, dicen. Y, eso sí, de más alto turmequé.

En todo caso, al margen de que la velada haya sido hormigueante en mayor o menor escala, es una buena noticia que Juan Manuel Santos —por interpuesta persona— y Álvaro Uribe —en persona— hayan logrado sentarse a conversar sin lanzarse a la cabeza los formícidos del paquete y sin lanzarse los acostumbrados trinos insultantes que tan cansados, desconfiados y desesperanzados nos tienen a los colombianos. No es sino leer con detenimiento los resultados de la encuesta que Ipsos-Napoleón Franco realizó para RCN y Semana para comprobar cuán ñatos estamos todos.

Ñatos con el Gobierno, con los magistrados, con los congresistas, con los políticos, con las instituciones, con las Farc, con la economía, con la inseguridad… No lo digo yo, lo dice Napoleón. (A propósito, ¿de cuántas grandes encuestas, bodas del año, peleas del siglo, DJ mejores del mundo, ha oído usted hablar desde que tiene uso de razón?) Y lo percibe de tiempo atrás el propio jefe de Estado, que bobo no es.

Puede ser muchas cosas Santos: desleal, cañero, indeciso… Puede, no lo sé. Pero bobo no. Por eso tiene que saber que es rehén de sus propios electores, los votos que le facilitaron ambos triunfos eran, en buena parte, endosados.

Primero fueron los de su antecesor y jefe, el expresidente Álvaro Uribe, quien, al ver frustrada la reelección para un tercer período, lo ungió como heredero en el 2010. (Nadie mejor que un ministro de Defensa que con tan dura mano combatió a la guerrilla y cazó peleas con los gobernantes vecinos —Chávez a la cabeza— para prolongar la Seguridad Democrática). Varios meses aprovechó el pupilo los coletazos de los altos índices de favorabilidad de AUV, a pesar de que no bastaron para evitar que las famosas locomotoras entraran rapidito a chatarrización, con pena y sin gloria. Después fueron los de muchos sufragantes golondrina que equipararon la jornada electoral de 2014 con un plebiscito de apoyo alas negociaciones de La Habana. (No se me olvida la frase de un columnista que confesó que votaría por Santos tapándose la nariz).

Difícil la situación del presidente, al parecer la experticia en estrategia le funciona mejor en el póker. Al primer elector lo convirtió en jefe de la oposición y a los segundos, en fiscales que no le perdonan media; su actual autonomía de vuelo está fijada por el buen o mal humor con el que amanezcan los negociadores en la isla. De ahí que tanto su grado de aceptación como la confianza en el proceso de paz hayan caído al 29 %. (Y la credibilidad, al bajo nivel de cualquier muñeco de madera). Y, claro, lo de siempre: nuestro pequeño mundo se le está viniendo encima. Con razones sí, con mezquindad también.

No ha sido Santos santo de mi devoción y no he votado por él en ninguna de las dos oportunidades, pero no me alegran los resultados mencionados. Me  preocupan porque ahí, más que Santos —que también—, está retratado el país.

COPETE DE CREMA: No creo que exista un real acercamiento entre el gobierno y el CD, ojalá esté equivocada; sí creo que para sacar adelante el acuerdo de paz, es necesario un pacto político como en su momento lo fue el de Moncloa en España; sugiero que Doña Mechas sea nombrada asesora personal de imagen de “Juanpa”; y pronostico una próxima encuesta de CMI llevando en hombros al presidente. Ah, y crunch, crunch: propongo que a las culonas se les respete la vida. (Aunque sean hormigas).

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