En la comida que el presidente Santos ofreció el miércoles 20 de noviembre al equipo negociador de paz y a un grupo de periodistas se presentó un reclamo generalizado de los medios: las limitaciones de la información que salía de la Habana de parte del gobierno. La crítica la inició María Isabel Rueda y la siguieron varios de sus colegas. Pero Santos no cedió un milímetro. Insistió en su alegoría sobre el pintor y su obra. Dijo que a este no se le exigía sacar a la luz su cuadro hasta terminarlo y esto era lo que se estaba haciendo en la Habana, esperar a que hubiese un acuerdo completo para ponerlo a refrendación de la ciudadanía. Que era posible mejorar en la pedagogía sobre la paz y el gobierno podría ser más activo en la defensa del proceso, pero de los acuerdos parciales se hablaría siempre con mucha cautela.
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Cuando el empresario paisa creyó haber salido del lío con la intervención del Gobierno, el ministro Edwin Palma le recordó que el desfalco corre por cuenta suya
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