Navidad 2020, una edición especial

Navidad 2020, una edición especial

"¿Cuál es el camino a seguir?, ¿continuar temerosos y con miedo frente a los que nos toca?, ¿o rebobinar la existencia para suplir las necesidades básicas?"

Por: DIEGO MARIO ZULUAGA OSORIO
diciembre 22, 2020
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Navidad 2020, una edición especial
Foto: PxHere

Recuerdo quedan de aquellas navidades en donde brillaban por su cantidad los amigos, conocidos y familiares, la bulla en las calles y en las casas, la música disonante al igual que las viandas aportadas por los comensales.

Hoy tenemos un efecto de utopía, esto es: nadie puede creer lo que ocurre en el mundo actual, saludos a lo lejos, casas desocupadas, novenas silenciosas dentro de esta época de alegría y familiaridad, de poca facilidad para la expresión y los abrazos y lo que es peor, un nuevo confinamiento sectorizado, con horarios increíbles y discriminatorio por demás.

Razón tiene Elif Shafak cuando argumenta que "escondido dentro de [su] historia está el pasado y el futuro de la humanidad", ello para indicar que no hemos aprendido bien la lección que nos ha dejado la historia, por un lado desde el manejo dado a las pandemias anteriores y por el otro que las políticas de Estado no solo de Colombia, sino de otras naciones, se quedaron cortas frente a la solución del coronavirus y toda su parafernalia para implicar dentro de todo lo cultural y su folklore, y como se dijo, estamos en navidad, una época plagada de amistad, de regalos y encuentros; pero esto será cosa del pasado, ya no nos encontramos como antes, las saludes virtuales se están generalizando, pero lo peor que el contacto humano se hace desde lejos.

Ese entramado de impotencia generalizado dejó atrás la experiencia amorosa, no el amor físico, sino el espiritual, el deseo de estar con el otro, de experimentar la pandemia y sus consecuencias en compañía de los suyos y de los otros, cada vez estamos más solos, reuniones de veinte personas o más eran épocas pasadas, ahora ya hasta se controla ello, no más de diez y entre menos mejor, ese contagio censuró la navidad y ese es el precio que tenemos que pagar, pero también ese poder del no poder lleva a la angustia existencial, a las enfermedades mentales y el aumento del estrés pues ese compartir aligeraba las cargas que llevamos a cuestas, el poder conversar con el otro, el abrazarlo y hasta besarlo servían de pasante; ahí entonces está plasmada “la concepción dinámica del alma” a la que alude Byung-Chull Han, pues esa puesta en escena permite hacer interpretación de cuál es mi papel en la gestión del COVID-19, me abrazo o no me abrazo, saludo o no saludo, me echo gel o no lo hago o uso el tapabocas o salgo a la calle y afronto las consecuencias de todos, es decir, esa irresponsabilidad generó que la navidad sea distópica, fuera de lo común y que será recordada a través de los tiempos como aquella en la que todo fue contrario, regalos enviados por empresas transportadoras, visitas cortas y la felicidad de las novelas y sus comilonas relegadas a la mínima expresión.

Se presentan entonces tres puntos de inflexión amenazantes para la existencia de la sociedad y del hombre. Primero, la población se verá restringida por aquello de la disminución del deseo sexual y sus oportunidades económicas; en segundo lugar, las reservas económicas de los hogares están tocando fondo y las salvaciones del Estado no sirven para nada, no llegan a quienes deberían llegar y la explotación de los bancos se generalizó; y un tercer punto, los sistemas demográficos y democráticos nada sirven para controlar la infección, ni los muertos ni los sistemas de salud.

¿Cuál es el camino a seguir?, ¿continuar temerosos y con miedo frente a los que nos toca?, ¿o rebobinar la existencia para suplir las necesidades básicas? Necesitamos una nueva lógica económica basada en el bienestar del ser humano para integrar los puntos de inflexión citados con esa navidad en su edición especial; liberarnos de las ansiedades para aprender a estar libres no solo en este momento, sino después de la crisis (Chopra); y comprender que la navidad hace parte del haber social del hombre que le permite disfrutar no solo de sus creencias, sino de esa interdisciplinariedad con el otro, ese dar y recibir, pero al mismo tiempo afianzar los lazos de amistad y de familiaridad que debemos recoger ante esa lluvia de distanciamientos que ha generado la pandemia.

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