Murakami, el hombre que amaba a los gatos

Murakami, el hombre que amaba a los gatos

Este hombre aburrido y rutinario escribe historias surrealistas para vivir lo que nunca se atrevió

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junio 08, 2017
Murakami, el hombre que amaba a los gatos

Haruki Murakami nunca soñó con ser escritor. Estudió drama en la universidad Wasenda en Tokio, trabajo en una tienda de discos y luego tuvo un bar de Jazz con Yoko, su mujer. Un día viendo un juego de béisbol, con 29 años, decidió que quería escribir una novela, y, desde ese momento, no ha parado de escribir. Este autor, que es considerado una de las voces más originales de la literatura contemporánea, ha escrito 14 libros, entre los que se destacan Norwegian Wood, 1Q84, Tokio, Kafka en la orilla o After Dark, que han vendido millones de copias en todo el mundo y se han traducido a 50 idiomas.

A pesar de su nacionalidad, siempre se ha sentido mucho más identificado con el Jazz, las películas de Hollywood y la cultura occidental. De hecho, el particular estilo de Murakami, tan ajeno a la literatura japonesa, ha sido objeto de grandes críticas por parte de la élite intelectual de su país. Precisamente, fue esta incomprensión el principal motivo para irse a vivir a los Estados Unidos, donde fue profesor de Priceton y Taft, y en donde tuvo la oportunidad de traducir al Japonés muchos de sus ídolos como Scott Fitzgerald, John Irving, Raymond Carver  y J.D. Salinger.

Haruki Murakami se levanta todos los días a las 4 de la mañana y escribe por 5 o 6 horas cuando trabaja en una novela. Llegada la tarde, corre 10 kilómetros o nada más de 1500 kilómetros. A veces puede hacer las dos. Entrena como un deportista de alto rendimiento porque considera que escribir una novela requiere además de fuerza mental, mucha fuerza física y resistencia. Cierra su día con un poco de lectura y buena música. Nunca se acuesta después de las 9 de la noche y se prepara para dar nuevamente inicio a una rutina que repite sin variar.

Aunque está obsesionado con los gatos, y empapa muchas de sus historias con su presencia, nunca ha tenido uno. Dice que gran parte de su inspiración viene de la música, y que de ella saca la fuerza para lidiar con la soledad que implica la escritura. Y es que para Murakami, la escritura es como tocar un instrumento y que lo importante es encontrar y seguir ese ritmo que caracteriza a cada historia.

Lejos de considerarse metodológico, afirma que en el proceso de escritura se encuentra en el mismo estado de expectativa que sus lectores “Cuando empiezo a escribir, no tengo ningún plan. Solo espero que la historia llegue. No escojo el tipo de historia o lo que va suceder. (…) Tomo algunas imágenes y conecto una pieza con la otra. Ese es el argumento. Luego le explico el argumento al lector. Debes ser muy cuidadoso cuando explicas algo. Palabras fáciles, buenas metáforas y alegorías. Eso es lo que hago. Explico con cuidado y claridad” afirma Murakami en una entrevista con la revista Paris Review.

El deseo, la soledad, los sueños, los miedos y el amor son temáticas recurrentes en su obra. Así, por el estilo y contenido de sus libros, Murakami es considerado surrealista. Sus personajes suelen transitar entre esta realidad y otros mundos paralelos, donde las apariciones y desapariciones de animales y seres fantásticos están presentes en mayoría de sus historias. Y aunque devela con gran habilidad situaciones extrañas, deja intencionalmente inconclusas las incógnitas y los enigmas en sus narraciones, libres a la interpretación de sus lectores.

Muchas de sus historias son narradas en primera persona. Es más, sus protagonistas se parecen mucho al autor, un hombre de mediana edad amante de la soledad, de los gatos y de la música. Siempre envuelto en una extraña relación con alguna mujer que es la detonante de la narración. Ante la pregunta de si este narrador es su alter ego, Murakami explica que él lo imagina como a su hermano gemelo, de quien fue separado a temprana edad, y a quien no volvió a ver desde aquel entonces. Es ese, su hermano extraviado, su protagonista. Considera que pueden tener los mismos genes, pero al criarse en entornos diferentes, hace que vivan y piensen diferente. Confiesa que esta fantasía de vivir otras vidas, que parece él pero no lo es, le ayuda a sobrellevar una vida menos extraordinaria que la de sus personajes.

Murakami nunca habla de su vida privada. Y en Japón prefiere no aparecer en los programas y medios para no ser reconocido. Por eso le gusta tanto Nueva York. Prefiere el anonimato que le dan ciudades donde puede caminar por la calle y montar en metro como uno más. De hecho, muchas veces se sorprende de que su vida genere tanto interés, porque se considere un hombre común y corriente. De hecho, solo se siente especial cuando escribe.

Lo que hace grande a un escritor como Murakami es tener la capacidad de contar historias complejas y surrealistas con una prosa sencilla y fácil de leer. Su capacidad de atraer a millones de lectores de todos los rincones del mundo radica en que detrás de sus tramas siempre existe familiaridad y afinidad con sus personajes.  Y porque demuestra que, más allá de talento e inspiración, su mayor fortaleza es la disciplina y la transpiración que son las mejores herramientas para llegar a la excelencia literaria.

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