Monarquía, delfines y carrera presidencial

Monarquía, delfines y carrera presidencial

A un poco más de 50 días para la primera vuelta y a pesar de las encuestas, todo puede pasar en el panorama electoral

Por: Leandro Felipe Solarte Nates
abril 05, 2018
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Monarquía, delfines y carrera presidencial

La 'monarquía' hereditaria que caracteriza la política colombiana, con los 'delfines', se vive claramente en el Partido Liberal. Tenemos el ejemplo de César Gaviria, a quien el asesinato del candidato del partido Luis Carlos Galán Sarmiento en 1989, le brindó en bandeja de plata la presidencia de la república, al ser designado en el cementerio Central de Bogotá como el reemplazo de su padre por Juan Manuel Galán, el hijo mayor del inmolado candidato.

28 años después, con Cesar Gaviria, como director del Partido Liberal, los intereses de este chocaron con los de Juan Manuel Galán, quien estaba de acuerdo con la consulta interna a realizar el pasado 11 de marzo y no en noviembre, donde Humberto De la Calle obtuvo una precaria votación.

Argumentando falta de garantías, J.M. Galán decidió no participar en la consulta citada por Gaviria. El trasfondo de las discrepancias afloró después del 11 de marzo, cuando un sector del PL encabezado por Juan F. Cristo, Luis F. Velasco y otros congresistas, exigió la renuncia de Gaviria en la dirección del partido, por entre otras razones no impulsar con ganas la candidatura de De la Calle y por debajo de cuerda favorecer la carrera de los intereses de su hijo Simón Gaviria, muy amigo de Vargas Lleras y de quien se rumoró iba a ser su compañero de fórmula a la vicepresidencia, antes de que se fuera a estudiar a Harvard.

Algunos analistas consideran que Gaviria le tendió la trampa a De la Calle para quemarlo en la consulta de noviembre al no participar en la de marzo y en las que Petro y Duque captaron el protagonismo y la vitrina de los medios y redes de comunicación. En el fondo Gaviria buscaba favorecer a Vargas Lleras y también sacó del llavero a Juan Manuel Galán, quien, paradójicamente, lanzó a Gaviria a la presidencia en 1989.

Algunos politólogos informales consideran que César Gaviria es una abeja para trafuguear, jugarle sucio a sus copartidarios y manipular al partido: llamando a que vote por el ‘ingenuo’ De la Calle y por debajo de cuerda facilitando que voten por Vargas Lleras, como lo harán en el Cauca y otros departamentos los liberales que votaron para el Senado por candidatos de Cambio Radical, y así allanarle el camino a la futura presidencia de su hijo Simoncito, buscando establecer en el país otra dinastía de delfines que le compita a los Lleras, Pastrana, Santos, etc.

Con la vinculación oficial a la candidatura de Vargas Lleras, anunciada por el delfín Aurelio Iragorri Valencia,  presidente del partido de la “U”, más los votos obtenidos por Cambio Radical en las elecciones de marzo, aunque no suba en las encuestas, el candidato ‘Coscorrón’ Vargas Lleras suma votos de poderosas y bien financiadas maquinarias electorales, como los Char en la costa atlántica, que serán engrosadas por liberales y conservadores que en la práctica no obedecerán las ordenes de los directivos de sus partidos.

Al no superar los egos y falsas expectativas creadas por las encuestas iniciales y al no prosperar desde el año anterior una coalición más amplia entre De La Calle y la coalición aglutinada por Fajardo, al exgobernador de Antioquia le toca pedalear la empinada cuesta en solitario, buscando convencer a los abstencionistas e indecisos recordando  los éxitos  alcanzados durante su gestión como gobernador de Antioquia y alcalde de Medellín y asegurar los votos de sectores de los partidos Verde y Polo Democrático que le disputa Petro con Angela Robledo como su fórmula vicepresidencial.  También intenta que no le arrebaten las banderas del centro, como intenta Vargas Lleras para también anular a De La Calle, al anunciar que al recibir el apoyo del partido de la “U” se comprometió a dejar intactos los acuerdos con las Farc.

Concentrada la lucha por pasar a la segunda vuelta, entre Duque, el candidato de la derecha radical y tradicional, amparado en la disciplina del Centro Democrático y en los votos de un sector mayoritario del partido conservador más algunos ‘liberales godos’, y Opción Ciudadana; con  Vargas Lleras buscando anular a De la Calle y Fajardo como opciones viables, aupado en el respaldo definido de Cambio Radical, el partido de la “U”, más otros liberales y conservadores díscolos; Petro, desde la otra orilla, argumentando proyectos de cambio más atrevidos que los de su contendores, con su oratoria y habilidad para el debate, se consolida como el representante de los descontentos con la política tradicional y amigos de cambios más atrevidos en la economía e instituciones de la débil democracia colombiana.

De todas formas, aún faltan 51 días para la primera vuelta y muchas sorpresas pueden ‘patasarribiar’ el actual panorama electoral, a pesar de las encuestas.

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